Mucho m¨¢s que Malbec

Hace 15 a?os, cuando la econom¨ªa argentina se asomaba al abismo, la mayor parte del vino producido en el pa¨ªs se exportaba a granel, en gigantescos barcos contenedores, y en Europa era embotellado como vino de mesa o utilizado como base para producir caldos de mejor calidad. Hoy, en un escenario de crisis econ¨®mica mundial, las botellas mendocinas inundan Estados Unidos o Canad¨¢. Un Malbec nacional ha logrado por primera vez 99 puntos (sobre 100) en la prestigiosa gu¨ªa Wine Advocate. Varios productos locales aparecen sistem¨¢ticamente entre los mejores 100 vinos del mundo en las m¨¢s afamadas revistas y gu¨ªas internacionales. Un mill¨®n y medio de viajeros recorren cada a?o los Caminos del Vino del pa¨ªs, exponente de un floreciente negocio enotur¨ªstico. Productores franceses y chilenos empiezan a plantar Malbec para competir en un mercado en auge. La provincia de Mendoza, que acumula dos tercios de la producci¨®n nacional, es la octava capital del mundo de la red Great Wine Capital. En menos de una d¨¦cada, Argentina ha multiplicado su exportaci¨®n por cuatro y se ha situado entre los cinco principales productores vin¨ªcolas del planeta. Ha unido su nombre al de una cepa otrora despreciada, el Malbec, que cada vez m¨¢s gente prefiere a los Syrah o Merlot que hab¨ªan alegrado las mesas del hemisferio norte durante los ¨²ltimos lustros.

Los bodegueros est¨¢n preocupados por la calidad de algunos vinos

Apuntalar el prestigio de la marca argentina es uno de los retos

Las razones de este ¨¦xito moment¨¢neo son diversas. Tradicionalmente se se?ala la devaluaci¨®n monetaria de 2001 como punto de inflexi¨®n y foco de atracci¨®n de inversiones extranjeras. Sin embargo, mosto y vino, de mesa y fino, ya se produc¨ªan antes en grandes cantidades. Menos mencionado es el intenso proceso de tecnificaci¨®n en la d¨¦cada de 1990 por las bodegas, que aprovecharon la paridad peso/d¨®lar y unas irrepetibles facilidades crediticias para situar su maquinaria en la vanguardia mundial.

Era ese mismo tipo de cambio, no obstante, quien restaba competitividad internacional al vino argentino. En 2001, desplomado el valor del peso, los caldos nacionales adquirieron un nuevo valor de mercado. Focalizados en impulsar vinos de calidad que compitieran en el exterior, en¨®logos y empresarios locales y extranjeros redescubrieron el potencial de un ecosistema privilegiado para el cultivo de la vid. Capitales for¨¢neos experimentaron con nuevas variedades y combinaciones de varietales distintas. Se construyeron bodegas estelares que aunaban eficiencia y belleza -O.Fournier, en la localidad mendocina de Tunuy¨¢n, figura en diversas listas internacionales como una de las diez bodegas m¨¢s espectaculares del mundo-, y la oferta enotur¨ªstica fue catapultada por restaurantes fastuosos de fama internacional construidos dentro de bodegas de renombre, como La Bourgogne o Ruca Mal¨¦n, en Luj¨¢n de Cuyo (Mendoza).

Por si fuera poco, la industria vin¨ªcola argentina ha parecido esquivar al intervencionismo del Ejecutivo y pasado de puntillas por el longevo conflicto que enfrenta al campo argentino con el Gobierno del matrimonio Kirchner. El futuro inmediato del vino argentino parece, pues, espl¨¦ndido, pero actores principales de la industria se?alan el peligro de caer en las ganancias cortoplacistas. El ejemplo de Australia resulta particularmente did¨¢ctico. Entre 1999 y 2007, las exportaciones del gran pa¨ªs oce¨¢nico crecieron m¨¢s del triple, convirtiendo al pa¨ªs en el cuarto mayor exportador mundial de vino. Sus syrahs estaban de moda y se hablaba del milagro australiano. Hoy el precio medio por litro del vino australiano es un 25% m¨¢s bajo que hace diez a?os, conduciendo a muchos empresarios a la ruina. "Con el Malbec puede pasar lo mismo dentro de cinco o diez a?os", advierte, entre otros, Jos¨¦ Manuel Ortega, presidente del grupo O.Fournier, para quien el desaf¨ªo del vino argentino para la pr¨®xima d¨¦cada es "diversificar la oferta", aprovechar la versatilidad del terroir argentino para aumentar la producci¨®n de Bonarda, Pinot o Torront¨¦s, la excelente variedad de vino blanco que entusiasma a los cr¨ªticos y encuentra en la provincia de Salta su entorno ideal.

Apuntalar y conservar el prestigio de la marca argentina es el segundo gran reto. Bodegueros y en¨®logos mendocinos reconocen que les preocupa "mucho" la calidad de algunos Malbecs que se comercializan actualmente, aprovechando la pujanza de su marca. No ser¨ªa la primera vez que Argentina desperdicia el ¨¦xito de su talento y sus condiciones naturales tratando de sacar el m¨¢ximo beneficio inmediato a una coyuntura favorable. Luis Steindl, vicepresidente de la c¨¢mara comercial Bodegas de Argentina, opina que la "incertidumbre econ¨®mica, la falta de planificaci¨®n y el riesgo para las inversiones a largo plazo" act¨²an como frenos a la euforia que se vive. Con todo, exhibe confianza ante un sector que muestra "condiciones ideales de vi?edo y mano de obra comparado con otros pa¨ªses" y es hoy, probablemente, la industria vin¨ªcola con mayor potencial de crecimiento del mundo.