El monarca de la Gran Manzana
Bloomberg, claro favorito para ser por tercera vez alcalde de Nueva York
Por un d¨ªa, despu¨¦s de muchos a?os, Michael Bloomberg encontr¨® esta semana competencia en Nueva York. El comienzo de las Series Mundiales de b¨¦isbol, a las que los Yanquis no acceden desde 2003 y que no ganan desde 2000, ha eclipsado por un momento la figura omnipresente del alcalde m¨¢s poderoso que jam¨¢s ha tenido esta ciudad.
Por unos d¨ªas, su campa?a para la reelecci¨®n se ha visto silenciada por los gritos de los hinchas -"?Let's go yanquees, let's, go!"- y su rostro en los peri¨®dicos ha sido sustituido por el de la gran figura del deporte nacional en la actualidad, el soberbio beisbolista Alex Rodr¨ªguez.
No supone esto un gran perjuicio para Bloomberg. El alcalde no necesita mucha publicidad: marcha primero por m¨¢s de diez puntos en todas las encuestas, y ya quisieran los aficionados neoyorquinos que la victoria de su equipo en esta final estuviera tan cercana como la de su alcalde el pr¨®ximo martes. La coincidencia de ambos acontecimientos refuerza, en todo caso, el momento brillante que vive esta ciudad.
Es la octava fortuna del pa¨ªs y nunca ha renunciado a su posici¨®n de privilegio
La criminalidad de la ciudad ha ca¨ªdo y los servicios p¨²blicos han mejorado
Nueva York ha mejorado ostensiblemente con Bloomberg. Los ¨ªndices de criminalidad han descendido -sin necesidad de recurrir a los m¨¦todos extremos de su antecesor, Rudolph Giuliani-, se ha elevado la calidad de la educaci¨®n y de los servicios p¨²blicos, y se ha resistido el acoso de la crisis econ¨®mica. En l¨ªneas generales, se puede decir que Nueva York se ha recuperado en todos los sentidos de la conmoci¨®n del 11-S, y que a Bloomberg, que asumi¨® por primera vez la alcald¨ªa s¨®lo cuatro meses despu¨¦s de esa tr¨¢gica fecha, hay que concederle gran parte del cr¨¦dito.
As¨ª lo reconocen los tres peri¨®dicos de la ciudad, incluido The New York Times, que han pedido en sus editoriales el voto para Bloomberg. Aunque se presenta como candidato del Partido Republicano y del Partido Independiente, cuenta tambi¨¦n con el apoyo de muchos dem¨®cratas de la izquierda exquisita de esta ciudad, que le aplaude su pol¨ªtica social, su avanzada posici¨®n sobre la inmigraci¨®n y, sobre todo, su liderazgo nacional en la lucha contra las armas de fuego. Bill Clinton le llam¨® "gran alcalde". Barack Obama le ha ascendido hasta "extraordinario alcalde".
Es tolerado por los negros y los hispanos, aceptado por los sindicatos -agradecidos por las subidas de sueldos a los funcionarios- y, por supuesto, jaleado por los grandes patrones de Wall Street, encantados de que uno de los suyos gobierne su ciudad. Es dif¨ªcil encontrar un sector influyente de esta sociedad que no manifieste p¨²blico reconocimiento por la gesti¨®n de Bloomberg.
Muchos de sus m¨¦ritos son, sin embargo, consecuencia directa de su dinero. La revista Forbes lo sit¨²a como el hombre m¨¢s rico de Nueva York y la octava mayor fortuna de EE UU, con un patrimonio aproximado de 17.500 millones de d¨®lares. Es una cantidad suficiente para haberse podido costear una brillante carrera pol¨ªtica -su nombre ha sonado con frecuencia para la Casa Blanca- sin tener que acudir al penoso proceso de recolecci¨®n de fondos en el que otros pol¨ªticos invierten la mayor parte de sus energ¨ªas.
En esta ¨²ltima campa?a se calcula que ha gastado 150 millones de d¨®lares, un r¨¦cord absoluto, muy por encima de lo que otros grandes millonarios de la pol¨ªtica norteamericana, como Ross Perot o Steve Forbes, invirtieron en sus respectivas aventuras.
Pero, m¨¢s que para ganar campa?as, Bloomberg usa su dinero, procedente principalmente de la empresa de informaci¨®n econ¨®mica que lleva su nombre, para ganar influencia. En su ¨²ltimo debate electoral, este martes, su contrincante, William Thompson, desvel¨® que, despu¨¦s de que la alcaldesa de la vecina ciudad de Newark hiciera p¨²blico su apoyo a Bloomberg, ¨¦ste le envi¨® un cheque de 26.000 d¨®lares para su campa?a de reelecci¨®n.
Bloomberg no lo desminti¨®. Nunca ha negado el beneficio del dinero en la pol¨ªtica ni ha renunciado a su situaci¨®n de privilegio. "Si uno cree realmente que est¨¢ haciendo algo y que puede dejar un legado de mejores escuelas, m¨¢s puestos de trabajo y calles m¨¢s seguras, ?por qu¨¦ no gastar el dinero?", dijo el alcalde en una ocasi¨®n. "El objetivo es mejorar la educaci¨®n, reducir la delincuencia y construir casas, no competir pol¨ªticamente en igualdad de condiciones".
Con esa filosof¨ªa, Bloomberg obtuvo la candidatura del Partido Independiente despu¨¦s de entregar 250.000 d¨®lares a esa formaci¨®n. Tiene tambi¨¦n el respaldo de m¨¢s de medio millar de importantes ONG que viven literalmente de sus generosas contribuciones. El a?o pasado Bloomberg dedic¨® 235 millones de d¨®lares a obras de caridad e instituciones sin ¨¢nimo de lucro.
Su casa en la calle 79 del Este de Manhattan es el destino m¨¢s cotizado de Nueva York. Hace un par de semanas, en una cena de homenaje al alcalde de Londres estuvieron, junto a una pl¨¦yade de artistas y consejeros delegados, Rupert Murdoch, Arthur Sulzberger y Mort Zuckerman, respectivamente, los propietarios de The New York Post, The New York Times y The Daily News.
La relaci¨®n de Bloomberg con los medios de comunicaci¨®n es excelente. Pese a no ser un gran orador, su aspecto aristocr¨¢tico y su estilo desenfadado funcionan bien en los programas de televisi¨®n, entre los que es un asiduo. En cuanto a los peri¨®dicos, todos han visto en ¨¦l un aliado muy conveniente en estos tiempos de crisis. Tanto, que varias veces se ha insinuado la posibilidad de que comprara The New York Times. "Mejor ¨¦l que ese mexicano", le dec¨ªa un directivo del peri¨®dico a Ben McGrath, un escritor de la revista The New Yorker, en alusi¨®n al empresario Carlos Slim.
La prensa ha pasado, por tanto, bastante por alto en estas ¨²ltimas semanas el hecho, tan controvertido hace poco tiempo, de que Bloomberg haya tenido que cambiar la legislaci¨®n para poder concurrir a su tercer mandato. El mismo The New York Times conden¨® en su d¨ªa la pretensi¨®n de Giuliani de extender su mandato. No fue sencillo para Bloomberg tomar esa decisi¨®n. Ni siquiera su fortuna sirvi¨® hasta hace poco para disipar las dudas que un tercer mandato despertaba entre la poblaci¨®n. Un tercer mandato no s¨®lo violaba el esp¨ªritu de la Constituci¨®n norteamericana sino que coronar¨ªa a Bloomberg como el monarca de la Gran Manzana, una posici¨®n impropia de la tradici¨®n republicana de esta naci¨®n.
La crisis financiera del verano de 2008 represent¨® para Bloomberg la gran oportunidad para dar el paso. La incertidumbre que esa crisis provoc¨® entre las grandes familias y los modestos ciudadanos de Nueva York elev¨® la figura del alcalde hasta l¨ªmites sin precedentes. Al rebufo de ese tormentoso periodo, anunci¨® su decisi¨®n de aspirar a la reelecci¨®n.
Sea por af¨¢n de notoriedad o por su insaciable esp¨ªritu emprendedor, resulta notable que, a sus 67 a?os, un nombre de sus recursos insista en la refriega de una alcald¨ªa. Algunos de sus ¨ªntimos, que no hay tantos, han contado que su af¨¢n es el de dejar una huella imborrable en esta ciudad, superar a leyendas como Fiorello La Guardia o Nelson Rockefeller, y aunque todav¨ªa no tiene una plaza famosa a su nombre, su fortuna es ya m¨¢s de diez veces mayor que la del c¨¦lebre mecenas.
La revista New York, que desde hace 40 a?os publica una lista con las personas m¨¢s influyentes de la ciudad, concluy¨® en su ¨²ltimo n¨²mero que "Bloomberg se ha convertido en la ¨²nica figura que realmente cuenta". Ejerce el poder casi sin contestaci¨®n alguna, y con tantos recursos como los del presidente del pa¨ªs. Cuenta, por ejemplo, con su propio Air Force One, dos modernos Falcon que pone frecuentemente al servicio de amigos poderosos, como el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger. Entre sus aliados est¨¢n personajes tan relevantes de esta ciudad como el ex gobernador Mario Cuomo.
?Es todo eso suficiente para garantizarse el apoyo de los ciudadanos? ?Puede el dinero comprar el afecto de los votantes? ?Puede el dinero comprar las elecciones? Seguramente no. Probablemente, si su obra fuese insignificante, su gran fortuna no habr¨ªa alcanzado para que las encuestas fueran tan favorables como hoy son. Quiz¨¢ si la recogida de basuras no se hiciera ahora de forma m¨¢s puntual que nunca, nada habr¨ªa evitado que la ciudad estuviera hoy apostando por otro alcalde.
Pero Bloomberg es un trabajador. Nadie le ha visto presumir de sus m¨¦ritos, minusvalorar a un rival o sentarse en el trono del ¨¦xito. Como ha confesado en sus memorias, nunca se ha sentido por encima de nadie ni ha dado por descontado ning¨²n logro. Re¨²ne dos atributos que, como la belleza y la inteligencia, no se juntan con frecuencia pero, cuando lo hacen, son la garant¨ªa del triunfo: el dinero y la modestia.
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