El hilo del que pende Obama
El objetivo de Al Qaeda es abrir en Yemen una tercera trampa para su enemigo occidental
Todo pende de un hilo. No hay que olvidar que el denostado y desprestigiado George W. Bush consigui¨® terminar sus penosos ocho a?os sin que se produjera un nuevo atentado en suelo norteamericano. El pasado d¨ªa de Navidad pudo convertirse en una jornada fatal para Barack Obama, muy pocas horas despu¨¦s de apuntarse el primer ¨¦xito de su prometedora aunque dificultosa presidencia con la aprobaci¨®n por el Senado de la reforma del sistema de salud.
Como en el 11-S, fallaron tanto los servicios secretos como los sistemas de prevenci¨®n. Y como en el 11-S, no han faltado voces que sugieren respuestas contraproducentes y desproporcionadas. La invasi¨®n de Yemen para limpiar el pa¨ªs de terroristas ser¨ªa la peor manera de responder al atentado frustrado que, adem¨¢s de poner en peligro las vidas de 289 personas, ha dejado de nuevo en mal lugar a la seguridad y la inteligencia norteamericanas.
El atentado no consigui¨® su objetivo de volar el avi¨®n porque fall¨® la tecnolog¨ªa o el terrorista no tuvo la destreza necesaria para activar eficazmente el explosivo; pero consigui¨® eludir todos los controles y sistemas de prevenci¨®n, dando as¨ª una lecci¨®n sobre la vulnerabilidad occidental que muchos candidatos a terroristas querr¨¢n explotar. Incluso si Umar Farouk Abdulmutallab no hubiera tenido nada que ver con la organizaci¨®n de Bin Laden, ¨¦ste ha obtenido un ¨¦xito al menos simb¨®lico. A fin de cuentas, la funci¨®n actual de Al Qaeda es proporcionar una marca, un z¨®calo ideol¨®gico y un sistema de comunicaci¨®n que sirve para los grupos terroristas aut¨®nomos de las distintas regiones donde est¨¢ implantado. Tiene limitado inter¨¦s pol¨ªtico, no policial evidentemente, llegar a precisar si adem¨¢s hay, como parece ser el caso, una clara conexi¨®n log¨ªstica y pr¨¢ctica.
El senador independiente y halc¨®n acreditado Joe Lieberman ha difundido la inquietante frase de que "Irak es la guerra de ayer, Afganist¨¢n la de hoy y, si no se act¨²a preventivamente, Yemen ser¨¢ la de ma?ana". Su profec¨ªa no carece de fundamento a la vista de la enorme actividad terrorista en Yemen, como m¨ªnimo desde el atentado en 2000 al buque norteamericano USS Cole, que cost¨® la vida a 17 marineros. Su frase permite incluso un colof¨®n, al hilo de los secuestros de europeos en Mauritania y Mal¨ª: "...Y la guerra de pasado ma?ana ser¨¢ la del Magreb y el Sahel".
El objetivo de Al Qaeda no puede ser m¨¢s claro: abrir una tercera trampa en el Estado fallido de Yemen. Sabemos que la primera potencia mundial no puede soportar el mantenimiento de dos guerras simult¨¢neas. Bush tuvo que levantar el pie del acelerador en Afganist¨¢n para mantener el tipo en Irak, con las consecuencias que se conocen respecto a la resurgencia talib¨¢n. Obama, con su plan de retirada de Irak para 2011, podr¨¢ incrementar el n¨²mero de tropas en Afganist¨¢n. Pensar en la invasi¨®n de un tercer pa¨ªs es sencillamente una locura que Bin Laden promueve con entusiasmo.
Los atentados del 11-S cambiaron la visi¨®n geoestrat¨¦gica del mundo, con resultados catastr¨®ficos para todos. Pero es una evidencia que no sirvieron para que aprendi¨¦ramos las lecciones m¨¢s pr¨¢cticas que se desprend¨ªan de aquellas circunstancias. Es sorprendente que Estados Unidos, que tanto ha cambiado desde el 11-S, no haya resuelto siete a?os despu¨¦s y con dos administraciones distintas los dos elementos que permitieron el atentado frustrado del viernes en el avi¨®n de la compa?¨ªa Northwest. Obama ha ordenado analizar lo que ha fallado en este caso, que son los sistemas de revisi¨®n corporal y las listas de pasajeros peligrosos. Aunque ambos errores no son nuevos, sino fruto de una estricta continuidad en las pol¨ªticas antiterroristas, quien pagar¨¢ la factura si llega a producirse un mega atentado, y con toda justicia, es s¨®lo y ¨²nicamente la actual Administraci¨®n.
Aunque Obama circunscribe los fallos a errores humanos y sist¨¦micos, sus enemigos pol¨ªticos intentar¨¢n demostrar que son fruto de su visi¨®n pol¨ªtica, sus valores morales y sus decisiones estrat¨¦gicas. El peligro al que se enfrenta ahora el presidente, sobre todo despu¨¦s de la primera reacci¨®n desordenada y confusa de sus colaboradores, es que reaparezca algo del clima de histeria antiterrorista que le fue tan ¨²til a Bush. Para ¨¦l ser¨ªa absolutamente perjudicial y podr¨ªa comprometer buena parte de su pol¨ªtica exterior, adem¨¢s de sus promesas respecto a los derechos humanos y el respeto del habeas corpus de los sospechosos detenidos.
Que Bush sacara conclusiones equivocadas del 11-S no significa que del 11-S no se deriven lecciones profundamente preocupantes sobre nuestra ¨¦poca y nuestra seguridad. El terrorismo no ha parado de golpear desde entonces. La presidencia de Obama pende de un hilo, pero es el mismo hilo del que pende nuestra seguridad. Alguna lecci¨®n espec¨ªfica sobre la colaboraci¨®n espa?ola y europea con la pol¨ªtica antiterrorista norteamericana deber¨ªa deducirse de todo ello.
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