"Ahora s¨®lo hay un lugar seguro para los bandidos: el cielo"
El director de la principal compa?¨ªa de seguridad de Hait¨ª justifica las ejecuciones de delincuentes en plena calle ante la inoperancia policial y la peligrosidad de los bandidos
Miles de antiguos reclusos andan sueltos por Hait¨ª desde que el terremoto destruyera parte de las principales c¨¢rceles de Puerto Pr¨ªncipe. La c¨¢rcel que qued¨® en pie en el barrio de Carrefour est¨¢ repleta. Y las otras destruidas. Cientos de polic¨ªas murieron y los presos se han organizado. Ante la inoperancia de una polic¨ªa demasiado joven y desmotivada, las compa?¨ªas privadas de seguridad imponen su ley en la calle. Con la connivencia de las autoridades.
"El Director General de la Polic¨ªa nos ha dicho que no hay sitio para los presos en las prisiones que han quedado en pie y que s¨®lo hay un lugar seguro para ellos. Y ¨¦se sitio s¨®lo puede ser el cielo", explica con una gran sonrisa Stanley St. Louis, director de la compa?¨ªa privada de seguridad Pap Security, la principal, seg¨²n ¨¦l, de las 20 que operan en Puerto Pr¨ªncipe. Antes del terremoto contaba con dos mil hombres a sus ¨®rdenes, ahora son 1.600. Entre sus clientes se encuentra las propias fuerzas de la ONU y embajadas como las de Jap¨®n y Canad¨¢.
"El director general de la polic¨ªa no ha dicho oficialmente que se ejecute a los delincuentes, pero lo ha dicho", contin¨²a St. Louis. "La polic¨ªa est¨¢ desarbolada. Es imposible saber cu¨¢ntos quedan. Unos han muerto, otros est¨¢n heridos y otros han desertado. Algunos se han ido a otras provincias en busca de sus familias. Mientras tanto, los bandidos se han organizado y han intentado varias veces liberar a sus socios en la prisi¨®n de Carrefour. Ese centro se ha reforzado con polic¨ªas y, de momento, est¨¢n resistiendo. Pero son muy peligrosos. Van armados con machetes y pistolas. Roban en los comercios del centro y, despu¨¦s de tantos a?os en la c¨¢rcel, est¨¢n violando a muchas mujeres. Yo s¨¦ que se est¨¢n matando a algunos de ellos despu¨¦s de esposarlos con las manos a la espaldas. Mis hombres no lo han hecho, pero s¨¦ que se hace".
Stanley St. Louis, que mide unos 180 cent¨ªmetros, practica full contact y fue teniente del Ej¨¦rcito Nacional hasta 1994, no cree mucho en la cuesti¨®n de los derechos humanos. "Est¨¢ muy bien todo eso que dicen las organizaciones humanitarias, ?pero por qu¨¦ no van a explic¨¢rselo a los bandidos. ?Por qu¨¦ no les hablan a ellos de los derechos humanos?".
El director de Pap Security cree que al pa¨ªs le puede venir bien la llegada del Ej¨¦rcito estadounidense, pero tambi¨¦n teme que surjan nuevos problemas. "Necesitamos el apoyo de los gringos, pero a ellos les gusta tener todo el poder y eso va a ser complicado. Porque van a apuntar a todo el que vean con un arma. A m¨ª mismo si me ven sin ninguna identificaci¨®n, se pondr¨¢n nerviosos y me apuntar¨¢n. Ellos no saben distinguir aqu¨ª entre buenos y malos".
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