Massachusetts obliga a Obama a adoptar una nueva estrategia
El presidente de EE UU necesita mantener el esca?o de Ted Kennedy para salvar la reforma sanitaria y convencer a la opini¨®n p¨²blica de la voluntad de cumplir con el cambio prometido
Las elecciones por un esca?o del Senado en Massachusetts marcan un antes y un despu¨¦s en la presidencia de Barack Obama y pueden ser el desencadenante de una nueva estrategia en pol¨ªtica dom¨¦stica, no s¨®lo para salvar la reforma sanitaria, sino para convencer a una decepcionada opini¨®n p¨²blica de la voluntad de cumplir con el cambio prometido.
Para la mayor¨ªa de los presidentes la llamada de atenci¨®n del electorado se produce a los dos a?os de mandato, en las elecciones legislativas parciales que, tradicionalmente, gana el partido en la oposici¨®n. Obama ha tenido la suerte o la desgracia de recibir su aviso antes, justo al cumplirse sus primeros doce meses en la Casa Blanca.
Al margen del resultado final de la votaci¨®n de Massachusetts, la simple incertidumbre sobre el nombre del ganador de un esca?o que John y Ted Kennedy ocuparon sucesivamente desde 1954 representa una victoria para los republicanos. El candidato de la derecha, Scott Brown, ha rentabilizado el odio a Obama y ha conseguido una apasionada movilizaci¨®n de repudio a su pol¨ªtica.
Una pasi¨®n similar a la que, s¨®lo hace un a?o, rode¨® la toma de posesi¨®n del primer presidente negro. Con todos los matices que se quieran a?adir sobre la brevedad del tiempo transcurrido, la volatilidad de la situaci¨®n pol¨ªtica, el lastre del desempleo y la campa?a de desprestigio emprendida por la derecha -no mayor, por otra parte, a la que la izquierda dedic¨® a George Bush-, este es un momento de gran preocupaci¨®n para los asesores de Obama.
Massachusetts ha hecho sonar las se?ales de alarma y puede ser el arranque de otro Obama, quiz¨¢ menos ambicioso en el trazo de grandes transformaciones, pero tambi¨¦n menos conciliador, probablemente m¨¢s en¨¦rgico en la defensa de su programa y m¨¢s agresivo en sus duelos con el Congreso y con la oposici¨®n. Algunos analistas consideran su decisi¨®n de imponer un nuevo impuesto a los bancos para recuperar el dinero que se les prest¨® como la primera medida del Obama post-Massachusetts.
"Este es un momento en el que ni el presidente ni nadie que trabaje para ¨¦l van a expresar la menor duda, es un momento que refuerza la convicci¨®n de pelear duro", afirma una fuente del entorno presidencial citada por el diario Politico.
La primera pelea tendr¨¢ que ser para acabar de una vez con el debate de la reforma sanitaria, que pr¨¢cticamente ha monopolizado la actividad del Congreso durante este a?o y que ha agotado hasta el l¨ªmite el margen de confianza en los dem¨®cratas.
Ahora no es f¨¢cil salir de ese laberinto. Cualquier soluci¨®n procedimental que se vislumbra para aprobar la reforma sanitaria si los republicanos vencen en Massachusetts es mala, y tampoco es mucho mejor el escenario si son los dem¨®cratas los que ganan. Incluso una victoria que les permitiera conservar sus sesenta esca?os en el Senado no permitir¨ªa ignorar la demostrada impopularidad de esa reforma.
Algunos columnistas influyentes recomiendan a Obama que de marcha atr¨¢s y retire la ley. M¨¢s grave a¨²n, se sabe que varios congresistas dem¨®cratas expresan en privado sus temores por los efectos electorales de esa iniciativa y podr¨ªan pronunciarse en contra si hubiera que volver a votarla.
La presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, ha advertido que "de una forma u otra" la reforma va a ser aprobada. "Que no quede ninguna duda, tendremos un nuevo sistema sanitario", asegur¨® este martes.
A¨²n siendo as¨ª, cabe preguntarse ?a qu¨¦ precio? El desastre social y econ¨®mico del modelo sanitario norteamericano es una de las grandes lacras de este pa¨ªs. Su reforma, por tanto, no es s¨®lo, en pura l¨®gica, una urgencia para los 30 millones de norteamericanos sin seguro de salud sino una absoluta prioridad para una econom¨ªa que se deja en gasto sanitario m¨¢s del 17% del PIB. Pero, al menos hoy, no lo ve as¨ª la mayor¨ªa del pa¨ªs, o bien la propaganda en contra de la medida ha tenido m¨¢s que ¨¦xito que la propaganda a favor.
La realidad es que, a estas alturas, menos del 40% de la poblaci¨®n respalda la propuesta de los dem¨®cratas, que tendr¨¢n que trabajar muy duro a partir de ahora para cambiar esa percepci¨®n. Lo que parec¨ªa que podr¨ªa ser el mayor logro de Obama en su primer a?o puede acabar siendo la principal baza electoral de los republicanos para las elecciones de noviembre.
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