Obama pulsa el reinicio
Volvi¨® a ser el orador formidable, con el tono justo, coloquial cuando era necesario pero sobrio en el fondo. Luchador contra el sistema de Washington, c¨®mo gusta en Estados Unidos el Mr. Smith del medio oeste que llega a la ciudad, pero ojo con repetir la experiencia del manisero Jimmy Carter estrellado en su intento de cambiar los modos de la capital federal. Sin abandonar del todo su toque populista: "No me rindo, no abandonamos", al referirse a la reforma sanitaria para la que ya solo pide una nueva oportunidad. Pinta mal.
No ech¨® m¨¢s gasolina al incendio que ¨¦l mismo ha prendido en Wall Street. Pero s¨ª un toque de humor para que los bancos no se fueran de vac¨ªo: "Si hay algo que une a dem¨®cratas y republicanos es que todos odiamos el plan de salvaci¨®n de la banca. Yo lo odio, vosotros lo odi¨¢is. Es tan popular como una endodoncia".
Pero al final, Barack Obama sab¨ªa la pasada madrugada, mientras hablaba al Congreso de Estados Unidos, que su discurso sobre el Estado de la Naci¨®n era un parlamento para enterrar la ret¨®rica. El verbo elocuente que permiti¨® al joven organizador comunitario de los barrios duros de Chicago lograr, contra todo pron¨®stico, la nominaci¨®n presidencial y luego el arrollador triunfo electoral. Subido en la palabra, provocando una inmensa expectativa global de cambio con may¨²sculas. Una presidencia levantada en su primer a?o sobre las promesas y los sue?os y diluida a gran velocidad al no poder transmutar desde la Casa Blanca la poes¨ªa, muy ¨²til en la campa?a, en la prosa indispensable para gobernar. No m¨¢s sermones de la monta?a.
Sab¨ªa tambi¨¦n Obama, por mucho que lo enmascarara, que el objetivo del discurso era pulsar la tecla de reinicio, el reset de los ordenadores. Necesario para desbloquear una presidencia encallada y a la que una mayor¨ªa ciudadana comienza a darle la espalda, mucho antes de lo que Obama, los dem¨®cratas y muchos ciudadanos del mundo pod¨ªan pensar. Obama reinicia su presidencia dirigida ahora a un cambio muy entendible y que los ciudadanos con rabia le exigen: reducir el paro que sufre uno de cada diez norteamericanos. Como en los viejos tiempos del Clinton, ?Es el empleo, est¨²pido! Cambios reales que la gente entienda, la jibarizaci¨®n del gran cambio que tampoco Obama ha sabido explicar y, mucho menos, realizar en sus 12 primeros meses en el despacho oval. Se apaga la gran visi¨®n sin estrenar. Obama admiti¨® anoche su parte de culpa: "La devastaci¨®n contin¨²a, pero nunca suger¨ª que fuera f¨¢cil o que yo pudiera hacerlo todo."
Va a costar verle a Obama en este nuevo papel de rectificaci¨®n. ?Con qu¨¦ aliados? ?Si no lo han hecho hasta ahora, por qu¨¦ le van a ayudar los republicanos en este a?o electoral? Los dem¨®cratas que aspiraban al programa de m¨¢ximos est¨¢n desencantados. Anoche el presidente les afe¨® su impaciencia pol¨ªtica. Es dif¨ªcil saber c¨®mo se reinventar¨¢ el Obama 2 cuando a¨²n no sabemos qui¨¦n era realmente el Obama primero. Le va a costar darse el ba?o de realidad. El otro d¨ªa dijo que prefer¨ªa ser un presidente de un solo mandato, pero con grandes logros, que gobernar ocho a?os de una manera corriente. Ya la pasada madrugada comenz¨® a bajar el list¨®n. La Norteam¨¦rica del centro se lo pide.
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