Los cuatro 'terremotos' de Chile
Al se¨ªsmo le sigui¨® un 'tsunami', pero tambi¨¦n los saqueos y una ola de psicosis
La eternidad en minuto y medio. El domingo 28 de febrero el concierto de Los Jaivas, un grupo de folclore-protesta muy activo durante la dictadura, termin¨® de tocar a las tres de la madrugada (cuatro horas m¨¢s tarde en la Espa?a peninsular) en el Estado Atl¨¦tico de Concepci¨®n. Era el colof¨®n de la fiesta de la chilenidad, uno de los tantos actos puestos en marcha para celebrar el bicentenario de la independencia de las rep¨²blicas hispanoamericanas.
Carolina Villarroel y Enrique ?guila se acababan de meter en la cama despu¨¦s del concierto cuando su casa empez¨® a agitarse como una batidora: cogieron a sus cuatro hijos a oscuras (la luz tardar¨ªa seis d¨ªas en volver), los calzaron para que no se cortaran con los vidrios rotos que alfombraban la casa y, sorteando los muebles que les cerraban el paso, salieron a la puerta. Desde all¨ª se ve¨ªa el incendio de la Facultad de Bioqu¨ªmica de la Universidad. Los dep¨®sitos de nitr¨®geno de los laboratorios hab¨ªan comenzado a arder. A unos metros de ese edificio, el reloj de la torre que preside el campus se par¨® a las 3.29 de la ma?ana. Todav¨ªa se?ala la hora en la que arranc¨® el terremoto, de 8,8 grados en la escala de Richter. Con un pico de minuto y medio, el proceso total del movimiento s¨ªsmico se prolong¨® durante siete minutos, el m¨¢s largo de la historia. Una marca que a?adir a los 9,9 grados del se¨ªsmo de 1960, el m¨¢s potente jam¨¢s registrado, ocurrido tambi¨¦n en esta zona del pa¨ªs.
Se sali¨® el mar. En el mismo minuto, los padres de Carolina estaban abandonando su casa en Penco, en la costa del Pac¨ªfico, a 11 kil¨®metros de Concepci¨®n. Los dos hab¨ªan vivido el terremoto de 1960 y sab¨ªan que el agua siempre replica los movimientos de la tierra, por eso corrieron hacia una colina de la que no bajaron hasta cuatro horas m¨¢s tarde. A esa hora empezaron a circular los coches de seguridad ciudadana pidiendo a la gente que volviera al pueblo porque todo hab¨ªa pasado y no hab¨ªa riesgo de tsunami. Mientras recog¨ªan los muebles del suelo escucharon la voz de una vecina que ven¨ªa de la playa cercana gritando: "Se sali¨® el mar". El maremoto provoc¨® en ese pueblo 30 muertos y un caos de lodo, barcas llevadas tierra adentro y frigor¨ªficos forrados de algas en medio de las calles.
Al otro lado de la bah¨ªa, en Talcahuano, el puerto industrial m¨¢s importante del Cono Sur, murieron 90 personas y toda la industria pesada ?refiner¨ªas y siderurgia? qued¨® seriamente afectada. Tanto en la costa de la regi¨®n del B¨ªo B¨ªo, cuya capital es Concepci¨®n, como en lugares de la regi¨®n del Maule como Constituci¨®n, 100 kil¨®metros m¨¢s al norte, el oc¨¦ano caus¨® m¨¢s muerte y destrozos que el se¨ªsmo.
El terremoto social. Enrique ?guila, abogado especializado en responsabilidad civil, cuenta que en Concepci¨®n hubo cuatro se¨ªsmos: el terremoto, el maremoto, los asaltos a los supermercados y la psicosis. Del primero no avis¨® la tierra, del segundo no avisaron las autoridades (la Armada reconoci¨® haber suministrado informaci¨®n confusa a la presidenta Michelle Bachelet, que ayer destituy¨® al director del Instituto Oceanogr¨¢fico por no haber dado la alarma del tsunami), y de los otros dos no supieron prevenirlos los responsables regionales. No todos: la falta de luz, los motines en las c¨¢rceles y los movimientos en los barrios m¨¢s conflictivos llevaron a la alcaldesa de Concepci¨®n, Jacqueline van Rysselbergue, a pedir desesperadamente que el Ej¨¦rcito saliera a la calle. En la noche del domingo una turba arras¨® los comercios del centro llev¨¢ndose alimentos, ropa y electrodom¨¦sticos. El general Guillermo Ram¨ªrez se convirti¨® al d¨ªa siguiente en la m¨¢xima autoridad en una zona en la que despleg¨® hasta 7.000 soldados recibidos entre aplausos y decididos a garantizar el toque de queda durante 16 horas. Para entonces los vecinos hab¨ªan organizado turnos para cortar las calles con barricadas y fogatas durante la noche. El mi¨¦rcoles a las 11.15 el piquete de la calle de la Victoria debat¨ªa sobre la presencia militar en las calles, algo in¨¦dito desde la dictadura de Augusto Pinochet, y un s¨ªmbolo en un pa¨ªs en el que durante a?os milico era sin¨®nimo de represi¨®n.
Lo mejor y lo peor. Fernando Villarroel, un asistente social que se refugia por las noches en la casa de su hermana pero que se pasa el d¨ªa recorriendo las comunas del gran Concepci¨®n (un conglomerado de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes) dice que un terremoto saca lo mejor o lo peor de la gente. Por eso la otra cara de los saqueos es la red espont¨¢nea tejida por los vecinos para calentar agua en casa de quien ten¨ªa todav¨ªa cocina de gas, garantizar la comida de los ni?os, las medicinas de los enfermos o amasar pan con lo que alguien hab¨ªa conseguido en un barrio de mala fama. En una ciudad en la que no funcionaban los sem¨¢foros y tomada por las colas de coches en busca de gasolina y agua antes de que el toque de queda obligase a despejar las calles, el tr¨¢fico era m¨¢s ordenado y bastante menos ruidoso que en Madrid o Barcelona un d¨ªa laborable. Pasada la psicosis de las noches en las que algunos salieron a la calle c¨®micamente armados con sables, la gente supo sobreponerse incluso a la rabia provocada por la actitud de sus gobernantes, que no les avisaron de la cat¨¢strofe marina, dudaron antes de protegerles y tardaron en distribuir las canastas familiares de auxilio. A algunos barrios llegaron por primera vez el viernes. Villarroel lo resume con una de las pancartas desplegadas al otro lado del r¨ªo B¨ªo B¨ªo: "Santiago no es Chile".
El llanto de los perros. Dice la gente de Concepci¨®n que los perros presienten el ruido subterr¨¢neo que precede a un temblor, y esta semana los perros no han parado de llorar. Cada d¨ªa no menos de cinco movimientos s¨ªsmicos (el viernes hubo uno de 6,3 grados) siguen sacudiendo la maltrecha estructura de los edificios m¨¢s da?ados. La alcaldesa, nombrada nueva intendente, ha firmado la orden de derribo de cinco. Otros 12 esperan su turno. Algunos ten¨ªan menos de un a?o. A nadie se le escapa que la reciente avaricia constructora se salt¨® la estricta norma arquitect¨®nica de un pa¨ªs que en los ¨²ltimos 500 a?os ha sufrido 46 terremotos destructivos, es decir, de una intensidad superior a 7,5 grados. Sebasti¨¢n Pi?era, propietario hasta hace meses de aerol¨ªneas, farmacias y constructoras y nuevo presidente de Chile a partir del jueves, dijo que el suyo no ser¨ªa el Gobierno del terremoto sino el de la reconstrucci¨®n.
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