Las malditas percepciones
Calder¨®n debe entender que en las guerras, la campa?a militar y policial sin la pol¨ªtica no va a ning¨²n lado
La guerra contra el narcotr¨¢fico se va ganando. Les hemos roto sus cadenas de distribuci¨®n y comercializaci¨®n, y por eso han subido los precios de la coca¨ªna en el mercado. M¨¦xico no es el pa¨ªs m¨¢s violento; Brasil y Colombia est¨¢n peor. La violencia subi¨® porque despu¨¦s de muchos a?os que no se hizo nada, fue como golpear el avispero. Por supuesto que vamos ganando. Quien piense lo contrario es enemigo del pa¨ªs, aliado de los criminales.
Este es el discurso del gobierno mexicano en su cruzada nacional contra los c¨¢rteles de las drogas. Ni un paso atr¨¢s. No hay necesidad de ning¨²n cambio de estrategia. Todos est¨¢n equivocados. Nosotros el gobierno, y M¨¦xico, vamos ganando. Por eso, satisfecho frente a su jefe el Presidente, el secretario de Seguridad P¨²blica Federal, Genaro Garc¨ªa Luna, dijo la semana pasada en Ciudad Ju¨¢rez, donde cada d¨ªa se registra una ejecuci¨®n, que los homicidios dolosos hab¨ªan bajado en esa comunidad en 40% de febrero de 2009 a febrero de 2010.
En muchos lados levantaron las cejas, y uno de los l¨ªderes sociales que particip¨® en esa reuni¨®n le dijo al secretario que sus datos no correspond¨ªan a la percepci¨®n. Objetivamente hablando, los dos tienen raz¨®n, pues las cifras duras -que son objetivas- no tienen porqu¨¦ corresponder a las percepciones -que son subjetivas-. Pero al mismo tiempo, esta din¨¢mica de antagonismo entre lo cierto y lo veros¨ªmil, la dial¨¦ctica en la cual se mueve el mundo de Felipe Calder¨®n y el mundo que sienten muchos mexicanos, cada vez le est¨¢ costando m¨¢s al Presidente.
La percepci¨®n en la pol¨ªtica es fundamental, y es un primer paso para atacar un problema de fondo. Cuando la percepci¨®n en Nueva York era que la ciudad era muy peligrosa hace ya varios a?os, contrataron al jefe de polic¨ªa de Boston, William Bratton. Lo primero que hizo fue aplicar una tolerancia cero en el metro neoyorquino, donde el que se metiera sin pagar boleto se iba autom¨¢ticamente a la c¨¢rcel. Mand¨® pintar todos los andenes donde hab¨ªa graffiti, coloc¨® jardineras en Times Square, el coraz¨®n de la ciudad, y en donde hab¨ªa una oficina de reclutamiento militar, puso una subestaci¨®n de polic¨ªa.
Aunque el ¨ªndice delictivo no baj¨®, la sensaci¨®n de la gente era de mayor seguridad y confianza. El ¨ªndice se redujo al paso de los a?os, porque la percepci¨®n positiva de la gente permiti¨® al gobierno realizar las pol¨ªticas de fondo que necesitaba para combatir la delincuencia. Es decir, trabajar las sensaciones y reducir las frustraciones, le dio el espacio al gobierno local para poner en pr¨¢ctica sus pol¨ªticas p¨²blicas sin tener encima la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica.
Un ejemplo mexicano sobre c¨®mo puede impactar negativamente no atender la parte sicol¨®gica de una pol¨ªtica, es el inicio de la crisis en diciembre de 1994 conocido como el "error de diciembre". Aunque de origen financiero, tuvo un fuerte componente sicol¨®gico. Ernesto Zedillo acababa de asumir la Presidencia y ten¨ªa que hacer un ajuste en el tipo de cambio para evitar un traspi¨¦s econ¨®mico. Su equipo determin¨® una devaluaci¨®n de 15 por ciento, que sorprendi¨® a todo el gobierno cuando al decretarla empez¨® una loca reacci¨®n en los mercados.
En cuesti¨®n de horas el peso se hab¨ªa desplomado frente al d¨®lar en casi ciento por ciento y llev¨® al pa¨ªs a una profunda crisis. El gobierno de Zedillo hab¨ªa visto el ajuste en el tipo de cambio ¨²nicamente desde el ¨¢ngulo t¨¦cnico, sin darse cuenta que el contexto mexicano iba a provocar una estampida de p¨¢nico, como hab¨ªa sucedido hist¨®ricamente en cada devaluaci¨®n. De haber tomado en cuenta ese factor, es probable que la crisis jam¨¢s hubiera llegado a los niveles que alcanz¨®.
Pero el gobierno de Zedillo aprendi¨®, como lo demostr¨® el invento de un mecanismo para apoyar a las clases medias para que no perdieran sus propiedades en aquella crisis. El prop¨®sito era rescatar a un grupo relativamente peque?o pero estrat¨¦gico. Entre ellos hab¨ªa muchas personas que ten¨ªan acceso a tribunas p¨²blicas y a medios de comunicaci¨®n, y que si no se les ayudaba, consider¨® el gobierno en ese momento, el ruido medi¨¢tico que pod¨ªan hacer s¨ª podr¨ªa afectar las pol¨ªticas econ¨®micas de fondo que se necesitaban para salir de la crisis.
Estos ejemplos arrojan luz en la din¨¢mica de la percepci¨®n frente a la realidad. Tan importante una como la otra, y ambas se complementan en pol¨ªtica de manera indivisible. En el caso de la guerra contra las drogas, el presidente Calder¨®n ha actuado como un fundamentalista del dato duro, que choca con la percepci¨®n ciudadana de que vivimos una guerra cruenta a nivel nacional donde cualquiera puede morir en cualquier momento. No es cierto, pero esa es la sensaci¨®n. Casi el 55 por ciento de la violencia del a?o pasado se concentra en 12 de los poco m¨¢s de 2,500 municipios, pero no hay manera de que pueda penetrar ese mensaje. Los datos duros, como los que present¨® Garc¨ªa Luna en Ciudad Ju¨¢rez, son inveros¨ªmiles, aunque sean reales.
Si Calder¨®n es visto como el mariscal que nos llev¨® a una guerra sin fin, Garc¨ªa Luna es considerado como el general que la encabeza. Si Garc¨ªa Luna, entrenado por los mejores del mundo en la t¨¦cnica y la ciencia no ha podido procesar que un secretario de Estado es principalmente un pol¨ªtico que debe de entender que realidad y percepci¨®n van de la mano, Calder¨®n s¨ª tendr¨ªa que haber entendido que en las guerras, la campa?a militar y policial sin la pol¨ªtica no va a ning¨²n lado. Por razones inexplicables, dado que es pol¨ªtico, se empe?a en soslayar la percepci¨®n nacional y est¨¢ terco en s¨®lo ver la estad¨ªstica. No miente, pero se enga?a.
Su realidad es parcial, y no es la de un creciente n¨²mero de mexicanos que reclama lo mismo que dijeron en Ju¨¢rez. Tampoco est¨¢ entendiendo que con su necedad est¨¢ cavando una fosa para lo que le queda de credibilidad. Lo que tendr¨ªa que hacer el Presidente es, sin dejar de atacar el problema de fondo, tratar de modificar la percepci¨®n, lo que significa un cambio a su estrategia, a su concepto de guerra, a sus m¨¦tricas, a sus definiciones y al dise?o de su mensaje. Cierto. Es un cambio tan radical que para alguien tan terco como ha mostrado ser el Presidente hasta ahora, se antoja imposible.
Raymundo Riva Palacio es Director del portal www.ejecentral.com.mx.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.