Brasil se divide ante la sustituci¨®n de la c¨¢rcel por pulseras electr¨®nicas
Los candidatos a la presidencia manifiestan reservas ante la idea de liberar a 80.000 presosy controlarlos por tobilleras o mu?equeras
Ante la sangrante situaci¨®n de hacinamiento, insalubridad y abandono en que viven muchas c¨¢rceles brasile?as, el Ministerio de Justicia estudia seriamente la posibilidad de soltar a cerca del 20% de los reclusos, unos 80.000, y de controlar sus movimientos mediante pulseras o tobilleras electr¨®nicas. El proyecto, explicado a EL PA?S por el director del Departamento Penitenciario Nacional (Depen), Airton Michels, beneficiar¨ªa a la poblaci¨®n carcelaria considerada de baja peligrosidad: aquellos presos que no hayan puesto en riesgo o atentado contra la vida de nadie y que est¨¦n pendientes de juicio, o los condenados por primera vez que hayan dado muestras de buen comportamiento y que est¨¦n cerca de acceder al r¨¦gimen semiabierto.
La idea ha partido del Depen, que entiende que el problema de la superpoblaci¨®n de las prisiones brasile?as se ha convertido en un drag¨®n de siete cabezas al que ya es imposible combatir por las v¨ªas convencionales. "Estamos analizando otras formas de contenci¨®n de la libertad, apoy¨¢ndonos en las tecnolog¨ªas existentes y en la experiencia de otros pa¨ªses. Todo se har¨ªa tras un debate social y otro legislativo. Aqu¨ª nadie va a imponer nada", explica Michels, consciente de la pol¨¦mica que ha generado la noticia.
"Es excesivamente optimista pensar que el problema de la superpoblaci¨®n de las c¨¢rceles en Brasil se puede resolver con esta medida", opina el soci¨®logo Ignacio Cano. "La situaci¨®n en el interior de las prisiones es muy preocupante, con un cuadro que incluye falta de derechos b¨¢sicos, condiciones de vida m¨ªnimas y ausencia del Estado", explica.
Prisiones infernales
El hacinamiento y la falta de una pol¨ªtica penitenciaria suficientemente dotada de recursos econ¨®micos y humanos convierten las c¨¢rceles brasile?as en lugares dantescos: la basura y los desechos se acumulan en los pasillos, y los presos acopian armas y tel¨¦fonos m¨®viles con los que se comunican con el exterior sin ning¨²n tipo de cortapisas. Todo ello ante la mirada de unos funcionarios de prisiones que con no poca frecuencia acaban entrando en la rueda de la corrupci¨®n o que se entregan a la pr¨¢ctica de una violencia desenfrenada. Conclusi¨®n: las c¨¢rceles de Brasil, lejos de cumplir objetivos elementales de reinserci¨®n social, son a d¨ªa de hoy semilleros de delincuentes y contribuyen a engordar las filas de las bandas criminales responsables del narcotr¨¢fico y del boyante negocio de las armas ilegales. "Es una situaci¨®n muy grave", confirma Michels.
Seg¨²n el proyecto, en fase de estudio, la puesta en libertad bajo control electr¨®nico de una buena parte de los presos que hoy se concentran en las c¨¢rceles y las comisar¨ªas pretende frenar una vertiginosa tendencia de crecimiento de la poblaci¨®n penitenciaria, que aumenta anualmente a un ritmo del 6,5%. Entre 2000 y 2009, el n¨²mero de presos se ha duplicado, lo que pone de manifiesto que Brasil est¨¢ entre los pa¨ªses m¨¢s activos del mundo en la siempre tortuosa tarea de detener y encarcelar delincuentes.
Un Estado con 473.000 presos
El a?o pasado se contabilizaron en las prisiones y comisar¨ªas del pa¨ªs algo m¨¢s de 473.000 presos. Uno de los grandes problemas radica precisamente en la alarmante situaci¨®n que viven las comisar¨ªas: el hacinamiento en las c¨¢rceles se ha vuelto tan insostenible que las autoridades penitenciarias optan por mantener a los detenidos, muchas veces de forma totalmente ilegal, en los calabozos de los recintos policiales. Seg¨²n los datos del Ministerio de Justicia, las comisar¨ªas brasile?as cuentan con capacidad para acoger a 15.000 detenidos. Sin embargo, son 58.000 personas las que hoy abarrotan esas celdas, todas ellas pendientes de juicio y en la mayor¨ªa de los casos en unas condiciones m¨¢s degradantes que las de las prisiones.
L¨®gicamente, en un pa¨ªs como Brasil, donde la seguridad p¨²blica es una de las principales preocupaciones de la poblaci¨®n, la idea de soltar a casi 80.000 presos, por mucho que permanezcan en sus casas controlados por tobilleras o mu?equeras, ha levantado ampollas en la opini¨®n p¨²blica. Hasta tal punto, que los dos principales candidatos a la presidencia, ambos ya inmersos en campa?a, se han visto forzados a manifestar sus reservas ante la medida. "Las tobilleras no deben servir para soltar a m¨¢s presos, sino para controlar a los que ya se benefician del r¨¦gimen semiabierto", declar¨® el socialdem¨®crata Jos¨¦ Serra. Por su parte, la candidata del actual Gobierno, Dilma Rousseff, neg¨® que el proyecto vaya a suponer la puesta en libertad en masa de presos.
Mientras el Gobierno brasile?o explora nuevas v¨ªas para desahogar este infierno carcelario, 478 millones de reales (m¨¢s de 200 millones de euros) ser¨¢n destinados en breve a la construcci¨®n de nuevos centros de detenci¨®n provisional que albergar¨¢n a unos 35.000 detenidos pendientes de condena y que hoy se amontonan en las comisar¨ªas.
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