Sandok¨¢n, arrepi¨¦ntete
Roberto Saviano, amenazado de muerte por la Camorra napolitana por haber escrito la novela 'Gomorra', pide en esta carta dirigida a Francesco Schiavone, capo del clan que dict¨® la sentencia contra ¨¦l, que colabore con la justicia tras el arresto de su hijo en N¨¢poles
Ahora que han detenido tambi¨¦n a tu primog¨¦nito, ha llegado el momento de colaborar con la justicia, Francesco Schiavone. La prensa te llama Sandok¨¢n; los vecinos, Cicci¨° o Barbone; tus abogados te presentan como Schiavone Francesco di Nicola. Y Nicola, como tu padre, llamaste al hijo al que has dado el mismo destino. Destino de killer. Est¨¢s acusado de haber matado a tres personas, tres afiliados que hab¨ªan decidido pasarse a la otra familia, a los Bidognetti. Nadie se siente seguro en tu familia, tu grupo ya no ofrece seguridad. No te queda otro camino que arrepentirte. Esta carta no puede empezar de otra manera, no puede comenzar con un "querido". Porque querido para m¨ª no eres. No puedo siquiera ofrec¨¦rtelo como cortes¨ªa formal, porque la cortes¨ªa tiende a convertirse en una concesi¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la forma. Escribiendo no utilizar¨¦ ni el "voi" [forma de usted utilizada tradicionalmente en el sur de Italia], que considerar¨ªas preciso y respetuoso, ni el "lei" [usted en italiano]. Por eso utilizar¨¦ el "t¨²", porque s¨®lo puedo dirigirme a ti tute¨¢ndote.
En Casal di Principe no ha aparecido nunca un insulto contra ti, ni siquiera tras la matanza que ordenaste Eres un chulo de cart¨®n. Ordenas ejecuciones de personas desarmadas, envenenas la tierra que ahora solo da c¨¢ncer
"Vuestra vida es matar a los m¨¢s queridos, destruir a gente con la que os hab¨¦is criado, para no ser destruidos"
"Os cre¨¦is reyes y os descubr¨ªs prisioneros. Con el v¨¢ter pegado a la mesa, con un guardia que os registra"
"Has tenido y tienes a muchos pol¨ªticos en la mano, condicionas las adjudicaciones de obras. Pero t¨² est¨¢s encerrado"
Llevas preso m¨¢s de diez a?os. Antes de eso viv¨ªas recluido en una casa b¨²nker. Ah¨ª te encontraron y arrestaron. Hoy han capturado a tu hijo en un agujero an¨¢logo, pero m¨¢s peque?o: mismo lugar, misma decoraci¨®n.
?Qu¨¦ pensaste cuando supiste que le hab¨ªan cazado en una operaci¨®n como la que llev¨® a tu captura, y dirigida por el mismo hombre, Guido Longo, entonces jefe de la Direcci¨®n de Investigaci¨®n Antimafia de N¨¢poles y hoy jefe de la polic¨ªa de Caserta? ?Qu¨¦ pensaste cuando viste al grupo antimafia de N¨¢poles dirigido por el fiscal Cafiero de Raho, todav¨ªa activo y combativo, nada debilitado pese a las mil dificultades? ?Qu¨¦ sensaci¨®n te ha hecho descubrir que Nic'o'barbone se rindi¨® con tu mismo gesto, la misma manera de levantar los brazos, casi como si se tratara de un clon, m¨¢s que de tu hijo? ?Qu¨¦ sientes ahora sabiendo que la esposa de Nicola sufrir¨¢ lo mismo que ha sufrido tu esposa? Tus nietos vivir¨¢n como tus hijos, sin padre, con la asignaci¨®n mensual que le entregue alguno de tus lugartenientes, y el destino de camorrista ya escrito, porque todos en su entorno lo quieren as¨ª, porque t¨² lo quieres as¨ª. ?Qu¨¦ sientes? ?Para eso ha servido tu r¨¢pida escalada hasta la c¨²pula de la organizaci¨®n, con todas las sentencias de muerte que has dictado, con todos los hombres, un tiempo tus secuaces, que llegaste a matar literalmente con tus propias manos?
Tus amigos se han convertido en enemigos. Mandaste matar a Vincenzo de Falco, con el que te hab¨ªas criado; eliminaste a la familia de Antonio Bardellino, el hombre que confi¨® en ti, te dio poder y hasta su amistad. Os traicion¨¢is los unos a los otros y sab¨¦is desde el primer momento que a vosotros os ocurrir¨¢ lo mismo. Porque esta es vuestra vida, matar a los amigos m¨¢s queridos, destruir a la gente con la que os hab¨¦is criado, para no ser destruidos. Y ser destruidos por los que hoy son vuestros amigos, por los que crecen hoy con vuestros negocios. ?Qu¨¦ sent¨ªas, Francesco Schiavone Sandok¨¢n, cuando en un papel que hiciste llegar a tus abogados dec¨ªas que ves fantasmas que vienen a verte a tu celda? ?Qu¨¦ sientes cuando lloras, cuando empiezas a enloquecer, cuando finges que est¨¢s loco para salir de la c¨¢rcel? ?Cu¨¢ndo supiste que tu otro hijo, Emanuele, fue detenido como un vulgar drogadicto, vendiendo hach¨ªs para ganarse un dinero? ??l, hijo del jefe del imperio del cemento, pillado como un drogota cualquiera? ?Qu¨¦ se siente al saber que, siguiendo tus ¨®rdenes de no traficar en el pueblo, termin¨® haci¨¦ndolo en Rimini? Tu ¨²nica esperanza es arrepentirte, quitarte la m¨¢scara de tigre feroz que llevas puesta, porque ahora no eres m¨¢s que un gato encerrado y castrado.
Castrado como Francesco Bidognetti, tu aliado y al mismo tiempo rival, ya a punto del arrepentimiento, forzado a mantener la paz con los hombres que han matado a sus familiares y aliados. Un hombre que ha tenido que soportar c¨®mo sus mujeres le traicionaban una tras otra. Un hombre que del ejercicio del poder ya s¨®lo conserva el recuerdo. Hoy le cuesta hasta mantener a su clan, la incautaci¨®n de sus bienes y las detenciones le est¨¢n devorando. Pero, mira por d¨®nde, tus hombres, a los que tu hijo ten¨ªa decidido matar, estaban dispuestos a cambiarse de bando con tal de no quedar a las ¨®rdenes de tu heredero. Siempre supiste cu¨¢l era tu destino. Factur¨¢is miles de millones de euros al a?o, el patrimonio de tu clan es tan grande como los recortes presupuestarios del Gobierno, pero el vuestro no es un destino de hombres. Es un destino de criminales, de los que se creen reyes y se descubren prisioneros. Con el v¨¢ter pegado a la mesa donde com¨¦is, con un guardia que os registra, con vuestros hijos que se averg¨¹enzan de decir qui¨¦nes sois y un cristal que hasta os impide tocarles las manos a vuestras esposas.
?C¨®mo soportas la repetici¨®n de un gui¨®n que t¨² mismo has escrito en la piel de tus descendientes, que a su vez deb¨ªan grabarlo en la carne de los siguientes? ?Est¨¢s orgulloso de que tu primog¨¦nito se arriesgue a terminar sus d¨ªas en la c¨¢rcel? Obligados a vivir como ratas. Durante meses, a?os. Condenados, ya antes de cualquier sentencia, a esconderos, a mentir, a camuflaros, a tener a sueldo a miembros del Estado para que os ayuden, a comprar a pol¨ªticos para que os defiendan, a mercadear con promesas y favores a cambio de protecci¨®n. Pero tambi¨¦n a obligar a pobres vecinos de vuestros pueblos a esconderos bajo amenazas, mientras vuestras familias tienen que soportar que la polic¨ªa les despierte en mitad de la noche o que les siga durante d¨ªas y d¨ªas. Esta es la sustancia de vuestro imperio. Has tenido y sigues teniendo a muchos pol¨ªticos en la mano, condicionas las adjudicaciones de obras p¨²blicas de buena parte de este pa¨ªs. Precisamente porque est¨¢s en la c¨¢rcel y soportas el peso de tu poder, te consideras mejor que empresarios o diputados cercanos que te parecen cobardes. ?Pero qu¨¦ te queda de esa superioridad? Ellos est¨¢n fuera y t¨² est¨¢s dentro. ?Por qu¨¦ sigue defendi¨¦ndoles tu silencio? ?Qu¨¦ te podr¨¢ compensar de tu cadena perpetua y la destrucci¨®n de tu familia? ?No lo ves? Francesco Schiavone, ?qu¨¦ has conseguido? La cadena perpetua y un futuro sepultado en la c¨¢rcel. Ya no tienes ninguna esperanza de salir mientras est¨¦s vivo. Entonces, ?qu¨¦ piensas, qu¨¦ razones te das de tu vida?
Creo saber, de verdad, lo que est¨¢s pensando. Que ahora, fuera, los negocios van bien. La crisis econ¨®mica aumenta el negocio del clan, tu reclusi¨®n pasa a segundo plano. Piensas que han aprobado incluso leyes favorables. La ley sobre las escuchas telef¨®nicas ser¨¢ de ahora en adelante vuestro escudo, con esta ley no habr¨ªan podido detener a tu hijo en ning¨²n caso, la ley sobre el proceso breve podr¨¢ resultaros ¨²til. Ten¨¦is pol¨ªticos aliados en puestos clave, y (si se confirman las acusaciones del grupo Antimafia de N¨¢poles) el secretario de Estado para el Desarrollo, Nicola Cosentino, est¨¢ directamente relacionado con tu familia. No porque sea familiar tuyo, sino porque hace negocios contigo. Por eso piensas tener en tus manos un ministerio importante por el que pasan dinero y favores.
Pero t¨² est¨¢s y sigues en la c¨¢rcel. ?Recuerdas lo que dijo Domenico Bidognetti sobre Nicola Ferraro cuando se arrepinti¨®? Le acus¨® no porque Nicola Ferraro fuera tambi¨¦n familiar tuyo, sino porque hace negocios contigo y a trav¨¦s de ti. ?Lo recuerdas? Deber¨ªas saberlo. ?l declar¨® que "Nicola Ferraro recog¨ªa los desechos de los talleres mec¨¢nicos, o m¨¢s bien fing¨ªa recogerlos, pero en realidad hac¨ªa certificaciones falsas y los desechos acababan enterrados ilegalmente". ?l, l¨ªder casertano de UDEUR [partido conservador implantado en el sur de Italia], muy vinculado a Clemente Mastella, fue detenido en la redada que descabez¨® al partido. "Era un empresario muy cercano al clan de los Casalesi. Antes estaba m¨¢s cerca de la familia Schiavone, luego debe haberse acercado a Antonio Iovine". Luego -sigue Domenico Bidognetti, que conoces bien y al que t¨² mismo de alguna manera has criado- "para demostrar las buenas relaciones entre Ferraro y su clan, hace un a?o Cicciariello (Francesco Schiavone, primo hom¨®nimo de Sandok¨¢n) me dijo que quer¨ªa pedir a Ferraro que intercediera ante su compadre Clemente Mastella, ministro de Justicia, para que se revocaran poco a poco los 41 bis [r¨¦gimen de c¨¢rcel especialmente duro para los mafiosos] aplicados a nosotros los Casaleses. No s¨¦ decir si luego Cicciarello lo hizo".
Entonces, tarde o temprano, suponte que alg¨²n pol¨ªtico amigo suaviza tu pena y vuelves, como cuando eras joven, a vivir en la c¨¢rcel como si fuera un hotel. Si no te toca a ti, igual le toca a Nicola, tu hijo. Te han dejado entrevistarte con un capo de la Cosa Nostra, Giuseppe Graviano, que orden¨® el asesinato de Don Puglisi, y es responsable de las muertes de Falcone y Borsellino y de las matanzas que en 1993 golpearon Florencia, Mil¨¢n y Roma. ?Qui¨¦n sabe lo que os habr¨¦is dicho en la hora que pasasteis juntos, al aire libre, en la c¨¢rcel de Opera, donde ambos cumpl¨ªs condena bajo el r¨¦gimen 41 bis? ?Hab¨¦is trabado alianzas, hab¨¦is maquinado nuevas estrategias? ?Hab¨¦is puesto a punto nuevas herramientas para vengaros de los que os han castigado, siempre que no est¨¦n dispuestos a pactar? ?Hab¨¦is so?ado acaso tener en vuestras manos, aun en el patio de una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad, el destino de Italia? ?Pens¨¢is que vuestro silencio o medias palabras puedan deslegitimar a la c¨²pula del poder pol¨ªtico? ?Atemorizarle? Ingenuidades, Schiavone. No te das cuenta de que os hab¨¦is convertido en t¨ªteres pensando ser titiriteros. ?No ves lo que est¨¢ pasando?
Apoy¨¢is c¨ªclicamente a pol¨ªticos que os prometen algo, que os utilizan para obtener lo que les es ¨²til, se libran de vosotros cuando ya no les serv¨ªs, cuando vislumbran alternativas. Porque en este pa¨ªs en el que el poder siempre est¨¢ en manos de unos pocos conocidos, vosotros sois los ¨²nicos que tarde o temprano ser¨¦is reemplazados con seguridad por alg¨²n rival emergente.
La Camorra es poderosa, pero su fuerza se basa en que los camorristas siempre cambian, son intercambiables. Los cementerios est¨¢n llenos de camorristas indispensables. ?No ves que est¨¢n eliminando a tu grupo? ?Y al de Bidognetti? ?Y a los fieles Iovine y Zagaria? ?Los dos fugitivos? A¨²n est¨¢n libres. Libres de hacer negocios, de dirigirlos. Tus regentes se han convertido en reyes de hecho, porque no hay coronaci¨®n, mientras que las deposiciones s¨ª que existen, y tarde o temprano se escriben con sangre: si no es la del soberano destronado, es la de sus fieles. Esto es lo que te espera, y lo sabes. Ellos te traicionar¨¢n (si es que ya no lo est¨¢n haciendo) exactamente igual que t¨² has traicionado a Antonio Bardellino y a Mario Iovine.
Hace cuatro a?os hice un llamamiento en la plaza de Casal di Principe. Lo hice a las personas, sobre todo a los j¨®venes, all¨ª presentes. Les invit¨¦ a echaros de nuestros pueblos, a no reconoceros la ciudadan¨ªa, a negar el saludo a vuestras familias. "Michele Zagaria, Antonio Iovine, Francesco Schiavone, no val¨¦is nada", grit¨¦ con el est¨®mago y con la voluntad de demostrar que se pod¨ªan mencionar vuestros nombres en esa plaza. Que no pasa nada si se mencionan. Que no son impronunciables, ni siquiera cuando se pide que os denuncien no a una, a dos o cinco personas, sino a muchas, much¨ªsimas. Que os denuncien, que os empujen a iros de Casal di Principe, de San Cipriano d'Aversa, de Casapesenna. A liberar estas tierras. Tu padre me tild¨® de buf¨®n, no es el ¨²nico que lo piensa. T¨² mismo has hecho escribir a tus abogados el cuento que vas a inventar. En las paredes de Casal di Principe no ha aparecido nunca un insulto contra ti, ni siquiera despu¨¦s de la matanza que ordenaste en Casapesenna. En cambio, hay decenas y decenas de pintadas contra m¨ª, y en cuanto se pronuncia mi nombre los j¨®venes de mi zona me cubren de insultos. Y cuando ven a tus hijos, ?qu¨¦ hacen? ?Qu¨¦ representan estos chicos sin madre ni padre, con los ojos de la polic¨ªa siempre encima? ?Crees que eres un hombre obligando a vivir as¨ª a tus hijos? Tu esposa est¨¢ en prisi¨®n; tus hijos, abandonados a los parientes. ?Es esto de hombre de honor? ?De hombre respetable?
No es hombre el que deja que su familia viva as¨ª. Lo sabes ¨ªntimamente. Un viejo dicho napolitano define con una expresi¨®n muy eficaz ese poder hecho solo de chuler¨ªa: "chulos de cart¨®n". Vosotros la us¨¢is para definir a un hombre que habla y luego no act¨²a y tiene miedo. Yo la utilizo para definir lo cobarde que es vuestro poder de matar, lo corrupto de vuestro negocio, y el hecho de que vuestro silencio defiende a esos cuellos blancos, empresarios, editores, asesores comerciales, diputados, ingenieros que trabajan para vosotros pensando que trabajan para empresas cuyo origen no quieren conocer. Eres un chulo de cart¨®n porque ordenas ejecuciones de personas desarmadas, haces que se dispare por la espalda a gente inocente. Eres chulo de cart¨®n porque temes cada movimiento que pueda poner en peligro tus ingresos, porque est¨¢s dispuesto a perder la cara y la dignidad por una transferencia en euros. Chulo de cart¨®n porque obligas al silencio del miedo a todos tus compatriotas si quieren trabajar en tus empresas. Chulo de cart¨®n porque ni t¨² ni los tuyos cultiv¨¢is negocio alguno que no d¨¦ dinero. Chulo de cart¨®n porque envenenas la tierra en la que tus antepasados plantaron melocotones, manzanos, y ahora la tierra envenenada no produce nada m¨¢s que c¨¢ncer.
Puede parecerte absurdo, pero como nadie te lo pide, te lo repito yo otra vez. Colabora con la justicia. Antes de que todos tus hijos terminen en la c¨¢rcel o asesinados. Antes de que tus hijas se unan en matrimonios de conveniencia para que a¨²n puedas parecer alguien, antes de que tus sobrinos tengan que casarse con los empresarios locales para poder controlarlos siempre, en todas partes y en todo momento. Invita a arrepentirse tambi¨¦n a tu hermano Walter. Fuera de la c¨¢rcel se sent¨ªa como el protagonista de El precio del poder. No hab¨ªa concejal, alcalde, secretario de partido o empresario que no quisieran pactar con ¨¦l. ?Y ahora? Ahora, una enfermedad lo devora en la c¨¢rcel, ha perdido un hijo, se ha convertido en un esqueleto que camina y ruega clemencia a los jueces, ¨¦l, que nunca la ha concedido a su tierra ni a sus enemigos. ?Por qu¨¦ callas todav¨ªa? ?Crees que todo eso te honra? ?Piensas que te respetan los que pretendes proteger con tu silencio? Ninguno de los que hab¨¦is encumbrado, edecanes con la conciencia limpia porque no disparaban, porque constru¨ªan, reciclaban, votaban, gobernaban. Ninguno de ellos est¨¢ all¨ª con vosotros. Y apoyar¨¢n a los que mandan. Ayer erais vosotros, hoy son otros, y ma?ana ser¨¢n otros. Amigos de gente importante. Como siempre. Y vosotros morir¨¦is en la c¨¢rcel.
?Qu¨¦ quieres, Francesco Schiavone? ?Morirte? ?Te arrepientes de no haber sido asesinado como tu sobrino Mario Schiavone, Menelik? Para vengar su muerte ordenaste el asesinato de un carabinero inocente, Salvatore Nuvoletta, que ten¨ªa 20 a?os cuando el clan de los Casalesi pidi¨® su cabeza. ?l no mat¨® a tu sobrino, pero ordenaste su muerte. T¨² y tus hombres. Lo matasteis mientras estaba desarmado, mientras jugaba con un ni?o. ?Es esto honorable?
Yo he crecido en tierra de la Camorra y s¨¦ c¨®mo piensas. Consideras d¨¦bil a quien le tiene miedo a la muerte, a quien le tiene miedo a la c¨¢rcel. Sabes que si quieres mandar en la vida de la gente, debes pagar este poder. T¨² y tus amigos gan¨¢is porque sab¨¦is sacrificaros mientras los pol¨ªticos y los empresarios de este pa¨ªs no saben hacerlo. Cu¨¢ntas veces he o¨ªdo pronunciar estas palabras a mis compatriotas. Pero no es as¨ª para todos.
Antes o despu¨¦s os aplastar¨¢n. Antes o despu¨¦s, todos vuestros negocios, vuestro cemento, vuestros votos, vuestros desechos t¨®xicos, todo esto terminar¨¢. No se cambia el destino por simple voluntad, y t¨², Schiavone, no eres nada m¨¢s que el en¨¦simo en una cadena infinita. Pero quiz¨¢ podr¨ªas tener un gesto, tomar una decisi¨®n que compense al menos en parte todo lo que has hecho. Cu¨¦ntalo todo. Lib¨¦rate de tu poder, del poder de tus negocios, secretarios de Estado, alcaldes, presidentes de provincia; lib¨¦rate de los venenos, de los muertos, de las malditas familias que creen disponer de cosas, personas y animales. Colabora con la justicia, Schiavone. Invita a Antonio Iovine y Michele Zagaria a entregarse. Ser¨ªa un gesto que os devolver¨ªa dignidad de seres humanos a ti y a los tuyos. Intentad ser hombres y no ¨²tiles bestias feroces para negocios y acuerdos. Colabora con la justicia, demuestra que eres todav¨ªa un ser humano y no solo un conjunto de c¨¦lulas capaces ¨²nicamente de rencor y avidez y de serpentear de guarida en guarida, o de celda en celda.
? 2010 Roberto Saviano / Agenzia Santachiara. Traducci¨®n de Francesco Manetto y Andrea Rizzi.
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