Afganist¨¢n busca de nuevo su futuro
Kabul se blinda ante la conferencia internacional que decidir¨¢ el porvenir del pa¨ªs.- Los afganos viven atrapados entre los talibanes y la corrupci¨®n del Gobierno
Afganist¨¢n pone el martes el primer ladrillo de la nueva estrategia que determinar¨¢ el futuro del pa¨ªs en los pr¨®ximos a?os: la llamada afganizaci¨®n. Representantes de 60 pa¨ªses se re¨²nen hoy en Kabul para dar forma a un concepto que la OTAN y el Gobierno de Hamid Karzai venden como una cesi¨®n paulatina del control del pa¨ªs a las autoridades locales y como la ¨²nica soluci¨®n posible a una guerra que ya dura nueve a?os y ha causado miles de muertos.
El ¨¦xito de la idea pasa tambi¨¦n por una posible integraci¨®n en el pa¨ªs de los talibanes menos radicales. En medio de ambas partes, los afganos asisten incr¨¦dulos a las ideas de un Gobierno al que consideran corrupto e incapaz y miran con recelo hacia el lado de los talibanes, incluso si son talibanes buenos. "No los conozco", se?ala Shukrullah, un fil¨®logo de 22 a?os al que le parece que el Gobierno de su pa¨ªs "va a sacrificar al 97% de la poblaci¨®n con tal de llegar a la paz con el 3%".
Kabul amaneci¨® ayer blindada. La conferencia se hab¨ªa publicitado en los d¨ªas previos como la "primera cumbre sobre Afganist¨¢n en Afganist¨¢n" y Karzai quer¨ªa demostrar que es capaz de organizarla en el coraz¨®n de la ciudad y de garantizar la seguridad de las autoridades. Lo ha conseguido, por ahora, aunque a costa de los habitantes de la capital. El habitual ajetreo que se vive en el centro, un trasiego de gente que camina o se mueve en bicicleta en todas direcciones sorteando los todoterrenos tintados y los coches blindados, fue sustituido por un conjunto de calles des¨¦rticas. Kabul era ayer menos afgana que nunca.
Una conferencia con reticencias
Hakim, de 65 a?os y electricista de profesi¨®n, se pas¨® la tarde en un taburete mostrando abiertamente su poca confianza en la iniciativa: "S¨¦ por las noticias que habr¨¢ una cumbre pero no hago mucho caso a esas cosas. He estado escuchando en los ¨²ltimos a?os que el dinero llegaba desde todos los pa¨ªses del mundo; millones de d¨®lares. Pero yo no s¨¦ d¨®nde han llegado. Ni yo ni mi familia estamos mejor. Se lo queda el Gobierno. Prefiero a un americano que ponga solo cinco d¨®lares y los gaste en Afganist¨¢n, que a un Gobierno que d¨¦ 10 y solo gaste uno en el pueblo". Hakim suelta todo eso sin apenas inmutarse. Su cara es un retrato de la incredulidad.
Las acusaciones al Gobierno de Karzai de corrupci¨®n en el manejo de las ayudas otorgadas por los pa¨ªses han hecho que muchos acudan hoy a la conferencia con ciertas reticencias. Estados Unidos ha exigido estos d¨ªas al presidente afgano que garantice el uso de 200 millones de d¨®lares (165 millones de euros) donados para varios programas de desarrollo.
El presidente, por su parte, tratar¨¢ de hacer ver que el Gobierno ya es mayor de edad, prometer¨¢ transparencia y pedir¨¢ a la comunidad internacional que le permita controlar progresivamente la totalidad del presupuesto sin tener que rendir tantas cuentas. Desde el comienzo de la guerra, en 2001, solo el 20% de los 40.000 millones de d¨®lares comprometidos para ayudas pasan por los canales gubernamentales.
En cualquier caso, la conferencia de Kabul es en cierta forma una prueba de que la comunidad internacional ha fallado a la hora de entender las necesidades de los afganos. La brecha entre la poblaci¨®n y las tropas extranjeras presentes en el pa¨ªs se ha ido abriendo cada vez m¨¢s. "Solo le est¨¢ sirviendo a la gente que trabaja en el mundo de la seguridad. Los dem¨¢s no hemos recibido nada", explica Nasir, de 42 a?os, desde el mostrador de una especie de negocio semivac¨ªo con pinta de ferreter¨ªa. "Yo creo que ganar¨¢n los americanos", contin¨²a, "ser¨ªa una verg¨¹enza que despu¨¦s de tanta tecnolog¨ªa perdieran los extranjeros contra los talibanes".
La OTAN, vencedora
Una encuesta realizada por el Consejo Internacional de Seguridad y Desarrollo (ICOS, en sus siglas en ingl¨¦s) entre m¨¢s de 500 afganos del sur de Afganist¨¢n se?alaba hace unos d¨ªas que el 55% de los afganos piensa que la OTAN est¨¢ ganando la guerra. El 40% de los encuestados dijeron que la democracia era importante para ellos y un 72% dec¨ªa preferir que sus hijos crecieran bajo el manto de un gobierno elegido que bajo el de los talibanes.
Sin embargo, las cosas no se presentaban tan bien a la hora de valorar la presencia de las tropas extranjeras en el pa¨ªs. El 70% de los hombres afganos ven mal las operaciones militares en su pa¨ªs. M¨¢s de la mitad consideran que las fuerzas extranjeras quieren destruir el islam y un 68% cree que la OTAN no protege a la poblaci¨®n local.
"No me extra?a", comenta Shukrullah. "Han pasado algunas cosas que han hecho que la gente empiece a mirar mal a los americanos y a todos los soldados extranjeros que est¨¢n aqu¨ª". "Hace unos a?os hubo una manifestaci¨®n en Kabul. Un convoy de EE UU hab¨ªa atropellado a unos civiles. La gente empez¨® a tirarles piedras y los soldados dispararon. Creo que desde entonces, las cosas empezaron a ir hacia atr¨¢s. Muy pronto, est¨¢bamos otra vez en 1991, cuando llegaron los talibanes".
Shukrullah, de 22 a?os, habla un espa?ol que roza la perfecci¨®n. Trabaja en la Universidad de Kabul, le gusta vestir tejanos, camisa deportiva y zapatos negros de punta. Son j¨®venes como ¨¦l los que destrozan el mundo de extremos en el que se suele explicar la guerra de Afganist¨¢n. Su discurso reivindica que el futuro pase por su generaci¨®n: "Un joven que ha acabado la secundaria en Kabul conoce sus derechos, sabe el nivel de vida que tienen los extranjeros y d¨®nde nos hemos quedado los afganos. No somos muchos, pero somos m¨¢s que los talibanes".
Es de noche en Kabul y hace ya rato que solo se escucha el fastidioso sonido de un generador el¨¦ctrico en la calle. Viendo la cantidad de muros que rodean los hoteles, los controles cada 100 metros y el desfile de chalecos antibalas y pistolones atados al muslo, resulta dif¨ªcil imaginar que haya un talib¨¢n que pueda rebasar las l¨ªneas y atentar en el centro de Kabul. "Pero ah¨ª est¨¢n y al final hay alguien que les ayuda en uno de los controles y llegan hasta dentro", dice un militar destinado en la capital, "y entonces es cuando la hemos liado".
Nueve a?os de guerra m¨¢s tarde
- Sombras sobre el Gobierno. Al mando de la Administraci¨®n afgana desde 2001, cuando las fuerzas internacionales acabaron con el r¨¦gimen de los talibanes, Hamid Karzai fue reelegido presidente en octubre de 2009 en unos comicios tachados de fraudulentos. En los ¨²ltimos meses, las sospechas sobre su hermano Ahmed Wali Karzai, acusado de estar implicado en el tr¨¢fico ilegal de opio, han alimentado nuevas sospechas.
- Pobreza desbordante. Un tercio de los 30 millones de habitantes del pa¨ªs vive en la pobreza absoluta. La esperanza de vida no supera los 45 a?os y m¨¢s del 72% de la poblaci¨®n es analfabeta. En la clasificaci¨®n de la ONU por ¨ªndice de desarrollo humano, Afganist¨¢n ocupa la pen¨²ltima plaza. La econom¨ªa del pa¨ªs, devastado por 30 a?os de conflictos, depende totalmente de la ayuda exterior. En los ¨²ltimos nueve a?os, Afganist¨¢n ha recibido 40.000 millones de d¨®lares (casi 31.000 millones de euros).
- Escalada de violencia. En 2009, el a?o en el que EE UU lanz¨® la mayor ofensiva desde el comienzo de la guerra, fue tambi¨¦n el m¨¢s sangriento. El n¨²mero de v¨ªctimas civiles se dispar¨® en un 40%, hasta 2.118. Para las fuerzas de la coalici¨®n internacional tambi¨¦n fue el peor a?o: murieron 520 militares. Pero fue el pasado mes de junio el que registr¨® el mayor n¨²mero de bajas entre las fuerzas internacionales. Actualmente en Afganist¨¢n se encuentran 150.000 soldados procedentes de 42 pa¨ªses. Dos tercios de las tropas son estadounidenses. El presidente de EE UU, Barack Obama, ha anunciado que la retirada gradual de los militares empezar¨¢ a partir de 2011.
- Una f¨¢brica de opio. Afganist¨¢n produce el 92% de todo el opio mundial, seg¨²n la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen. Los dos tercios de la producci¨®n se convierten en hero¨ªna antes de salir del pa¨ªs. Desde 2005, los talibanes han ingresado m¨¢s de 160 millones de d¨®lares gracias al control de los cultivos.
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