Laberintos de cristal
La bandera de la igualdad ha sido para mi y para millones la principal causa para enrolarnos en las filas de la pol¨ªtica activa. Llegamos a ella para cambiar el orden natural de las cosas; aquel orden donde la desigualdad ocupa -y sigue ocupando, lamentablemente- un lugar tan preponderante. Aquel orden donde el m¨¢s grande arrasa con el m¨¢s chico. Donde se perpet¨²an en el tiempo divisiones sociales, ¨¦tnicas o geogr¨¢ficas. Donde vastos sectores de la comunidad, como las mujeres, son sometidos a arbitrarias diferenciaciones.
La desigualdad acompa?a muy especialmente a los latinoamericanos, donde las segregaciones de todo tipo son m¨¢s fuertes que en otras latitudes. Son d¨¦cadas y d¨¦cadas de lucha contra esta verdadera vena abierta que posee nuestra tierra. Resulta triste revisar las cr¨®nicas de hace cien a?os, las cr¨®nicas del primer centenario, cuando historiadores y pol¨ªticos de la ¨¦poca ya hablaban de la pobreza, de la insalubridad y de la enorme desigualdad que aquejaban a aquellas j¨®venes naciones. Sin embargo, resulta esperanzador ver c¨®mo en algunas ¨¢reas de pol¨ªtica se ven avances. A los primeros esfuerzos en materia de salud y nutrici¨®n infantil, en materia de consolidaci¨®n institucional, de igualdad ante la ley, en materia de cobertura escolar, entre otras, comienzan a sumarse hoy mayores resultados en materia territorial, en materia ind¨ªgena, en los temas de la mujer, por nombrar s¨®lo algunas.
Por eso me complace revisar vol¨²menes como este Informe Regional sobre Desarrollo Humano: actuar sobre el Futuro: romper la transmisi¨®n intergeneracional de la desigualdad. Porque en el fondo, lo que en ¨¦l se se?ala es que con adecuadas pol¨ªticas y fuertes compromisos, se puede efectivamente romper este c¨ªrculo y avanzar en justicia social.
Son numerosos los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina donde hemos avanzado. Hasta antes de la crisis financiera internacional, la regi¨®n fue capaz de sacar de la pobreza a decenas de millones de conciudadanos en poco m¨¢s de un lustro. Y m¨¢s a¨²n, ahora que comienzan a aparecer las primeras mediciones post-crisis, vemos que si bien ¨¦sta tuvo un efecto negativo en los m¨¢s vulnerables de la regi¨®n, este efecto fue significativamente menor a lo que ocurr¨ªa en el pasado, cuando cada crisis econ¨®mica arrojaba a la miseria a millones de latinoamericanos.
As¨ª lo hemos visto ocurrir en mi pa¨ªs, Chile, donde las ¨²ltimas mediciones muestran una leve alza en la tasa de pobreza (1,4%) para el per¨ªodo 2006-2009, b¨¢sicamente debido a la combinaci¨®n entre mayor desempleo producto de la crisis financiera y una extraordinaria alza en los precios de los alimentos, lo que hizo subir la vara con que se mide la pobreza. Con todo, al analizar las cifras uno se da cuenta del enorme efecto que han tenido las pol¨ªticas de protecci¨®n social y c¨®mo ¨¦stas evitaron lo que pudo haber sido una cat¨¢strofe humana. Los chilenos tenemos muy en mente lo que ocurri¨® en los a?os 80, cuando la dogm¨¢tica neoliberal manejaba la econom¨ªa, la cesant¨ªa superaba el 30% y la pobreza lleg¨® a afectar al 45% de la poblaci¨®n.
Pero hay algo m¨¢s en las cifras recientes de mi pa¨ªs: vemos c¨®mo la desigualdad mantiene la trayectoria descendente que inici¨® a mediados de la d¨¦cada; es decir, poco a poco el pa¨ªs comienza a hacerse m¨¢s igual gracias a las pol¨ªticas p¨²blicas que se han ido implementando en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.
Sabemos tambi¨¦n que la desigualdad se juega m¨¢s all¨¢ de las cifras. Hay una serie de aspectos simb¨®licos y normativos que se deben remover. Hace poco, el Informe de Desarrollo Humano en Chile hablaba de aquellos laberintos de cristal que ten¨ªan que enfrentar las mujeres en el pa¨ªs en su camino vital. Laberintos que ofrecen salidas para algunas afortunadas, pero que en muchos casos significan que la mujer -como puede ser cualquier otro grupo discriminado- vea postergadas sus posibilidades de desarrollo. Entonces, romper los c¨ªrculos de desigualdad y romper la transmisi¨®n de generaci¨®n en generaci¨®n de ella, pasa por asumir dicha realidad. Los avances de los ¨²ltimos a?os en materia de reconocimiento y derechos de diversos sectores a veces muestran la otra cara, la de los l¨ªmites sociales, la de las resistencias en los valores, y las pr¨¢cticas individuales e institucionales que hace que millones de latinoamericanos sigan atrapados en aquellos laberintos de cristal. Es por ello que la difusi¨®n de aquella realidad -como hace este Informe- y el compromiso pol¨ªtico de todos los sectores se hace tan relevante.
La realidad nos demanda respuestas integrales y reclama el necesario papel del Estado como garante en el desarrollo de la justicia social y de la titularidad de los derechos, potenciando el desarrollo de la econom¨ªa y de la democracia para la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s igualitaria.
Se requiere de un nuevo papel del Estado, del mercado y las familias en el cuidado de las personas, incluyendo la corresponsabilidad social. Nuevas formas de organizaci¨®n cotidiana, y de los entes p¨²blicos y del sector privado, que deben ser orientados con el aporte de las pol¨ªticas p¨²blicas. Pero m¨¢s que nada, se requiere potenciar las aspiraciones de ni?os y ni?as, de madres y padres -como plantea este Informe- para que la igualdad sea una realidad.
Michelle Bachelet es ex presidenta de Chile
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