Katrina, la tragedia que a¨²n sonroja a Estados Unidos
Hoy se cumplen cinco a?os de la rotura de los diques que aneg¨® Nueva Orleans y mat¨® a 1.800 personas. En este tiempo, la ciudad ha perdido la friolera de 100.000 residentes, que no han regresado. Obama visita hoy la aun maltrecha capital del jazz
Cinco a?os despu¨¦s de que el agua anegara el 80% de Nueva Orleans, en el 9th Ward -uno de barrios m¨¢s devastados por la rotura de los maltrechos diques que deb¨ªan proteger la ciudad-, el sorprendido visitante se topa con una furgoneta enterrada en el lodo. Cinco a?os despu¨¦s de que el caos se apoderara de una de las urbes del pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, una de cada tres casas de la zona sigue en ruinas y las calles destrozadas.
Aquel 29 de agosto de 2005 , el agua subi¨® hasta los 3,65 metros y 1.800 personas murieron ahogadas. El resto, se encaram¨® donde pudo: A los pisos m¨¢s altos, a los tejados, al puente de la autov¨ªa. A la semana, empezaron las evacuaciones (en ocasiones, a punta de pistola). M¨¢s de un mill¨®n de personas del golfo fueron desplazas a diversos estados, incluido Hawai. Han pasado cinco largos a?os y uno de cada cuatro habitantes de Nueva Orle¨¢ns no ha regresado. A falta de un censo que lo determine, se calcula que ha perdido la friolera de entre 100.000 y 150.000 residentes.
En la zona m¨¢s devastada, una de cada tres casas sigue en ruinas
"Los esfuerzos de recuperaci¨®n se dejaron en manos privadas y los constructores recibieron dinero p¨²blico para hacer viviendas que la mayor¨ªa no se puede permitir"
"Experimente la devastaci¨®n causada por el hurac¨¢n Katrina", dicen uno de los tours que se ofrece en la ciudad
Una comunidad desmantelada
Endesha Juakali espera al visitante sentado en una silla plegable ante la puerta de la que ahora es su casa. A este hombre negro de 55 a?os le importa un bledo su imagen: viste un ch¨¢ndal viejo y lleno de lamparones. "De pronto, por la calle empez¨® a bajar agua", recuerda. "Primero un riachuelo y luego m¨¢s y m¨¢s...". Endesha viv¨ªa en St Bernard Proyects, unos bloques de viviendas p¨²blicas en los que resid¨ªan 1.500 familias, la mayor¨ªa afroamericanos y muchas madres solteras. Hogares pobres a los que el gobierno subvencionaba dos tercios del alquiler. Juakali era el encargado del centro de juventud de la zona. Su labor era mantener a los adolescentes alejados de las drogas y el trapicheo. Hoy, no queda rastro de aquella comunidad.
Cuando el agua inund¨® el barrio, Endesha se refugi¨® seis d¨ªas en la segunda planta del centro de juventud y otros tres en un puente de la autopista. "Con los vivos y con los muertos, porque no hab¨ªa otro sitio donde dejar los cuerpos". Despu¨¦s, al igual que sus vecinos, fue desalojado. ?l y sus siete hermanos son un buen ejemplo de la dispersi¨®n que sufri¨® la poblaci¨®n: dos de ellos est¨¢n ahora en Houston (Texas), tres en Shreveport (Luisiana), uno en Atlanta (Georgia) y el ¨²ltimo en un pueblo de Oklahoma. Endesha, que tiene cinco hijos de cuatro mujeres distintas, es el ¨²nico que ha regresado.
Las gr¨²as demolieron sus casas
Y cuando lo hizo se encontr¨® con una buena y una mala noticia. La buena: al contrario que la mayor¨ªa de las pintorescas casas de la ciudad -endebles viviendas de madera de una planta-, las de St Bernard -de ladrillo y de hasta tres alturas-, estaban casi intactas. La mala: las puertas hab¨ªan sido tapiadas. El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD, en sus siglas en ingl¨¦s), entonces bajo la administraci¨®n Bush y liderado por el pol¨¦mico Alfonso Jackson, ten¨ªa nuevos planes para el terreno. A pesar de sus protestas, el 19 de febrero de 2008, Endesha y un pu?ado de vecinos vieron impotentes c¨®mo las gr¨²as demol¨ªan sus casas.
En el solar hoy se levanta una urbanizaci¨®n privada m¨¢s bonita y cara. Juakali se ha mudado enfrente, al viejo centro de juventud, reformado con ayuda de voluntarios. Una insensatez, a juzgar por lo que uno ve al asomar la cabeza: el suelo levantado y decenas de tabiques que soportan la segunda planta, a la que no quiere que subamos "por seguridad". Juakali culpa a la "¨¦lite blanca" de la destrucci¨®n de las cuatro comunidades de viviendas p¨²blicas de la ciudad: la suya, BW Cooper, CG Peete y Lafitte. "Hay quienes no han vuelto porque est¨¢n traumatizados", dice. "O porque no tienen dinero o han rehecho sus vidas. A nosotros, no nos han dado opci¨®n"
Endesha Juakali es el l¨ªder de Survivors Village , la asociaci¨®n de los antiguos residentes de la zona, que pertenece a los movimientos Take back the land y National Fair Housing Alliance , que reclaman el derecho a la vivienda y que, al hilo de los desaucios resultantes de la crisis de las hipotecas basura, est¨¢n cobrando fuerza. S¨®lo 200 de las 1.500 familias que viv¨ªan en las viviendas subvencionadas de St Bernard han regresado (residen desperdigados por la ciudad). Pero Juakali no pierde la esperanza: "Espero que mi voz surta el efecto de una bola de nieve, seguro que en diez a?os...".
50.000 viviendas siguen vac¨ªas
El ejemplo de Juakali y sus vecinos es uno m¨¢s de la lista de problemas de Nueva Orleans, que hoy recibe la visita de Obama, que pronunciar¨¢ un discurso en la universidad Xavier, que result¨® parcialmente destruida. Cinco a?os tras el desastre, la ciudad arroja un saldo sonrojante: m¨¢s de 50.000 viviendas est¨¢n vac¨ªas (seg¨²n calcula la ONG Greater New Orleans Community Data Center ). Ir¨®nicamente tambi¨¦n ha aumentado el n¨²mero de personas sin techo: Ya son 20.000. Los cientos de turistas que cada d¨ªa pisan la ciudad no ven nada de todo esto. El transitado viejo barrio franc¨¦s est¨¢ alejado de las zonas m¨¢s devastadas. Sin embargo, previo pago de entre 25 y 38 euros el turista puede contratar en cualquier agencia un tour por los barrios menos afortunados. Los anuncian con eslogans de dudoso gusto: "Experimente la devastaci¨®n causada por el hurac¨¢n Katrina". Algunos vecinos, indignados, han respondido con pintadas que salpican la ruta de los autobuses: 'Shame on you!' ('?Os deber¨ªa dar verg¨¹enza!').
Tras el Katrina, tres cuartas partes de los residentes en Nueva Orleans no recibieron fondos para arreglar sus casas. La tarea se dej¨® a las posibilidades de cada uno y a las iniciativas de las propias comunidades de vecinos. Hay un ejemplo llamativo, el del barrio St Bernard Parish (un nombre similar al de Juakali, pero muy distinto: sus residentes son de clase media y mayoritariamente blancos). Estos vecinos se ayudaron unos a otros para reconstruir sus viviendas. Despu¨¦s, acordaron prohibir su venta o alquiler a ciudadanos afroamericanos, propuesta que ha sido denunciada por asociaciones de derechos humanos.
"Si no hay datos, no hay problema"
Nathalie Walker y Monique Harden son las directoras de Advocates for Enviromental Human Rights , bufete que promueve el derecho universal a la vivienda. Ambas abogadas sostienen que, adem¨¢s de una p¨¦sima gesti¨®n, desde el gobierno hubo una clara intenci¨®n de cambiar el color de la ciudad y culpan a la administraci¨®n Bush de los casos de racismo como el descrito: "Con su gesti¨®n, lanzaron el mensaje de venga, vamos a librarnos de los negros, no pasa nada por tomar medidas de discriminaci¨®n racial". Harden es negra y Walker, blanca.
"Como abogadas, una de las mayores trabas con las que nos topamos es que ni siquiera se sabe la cifra de afectados, ni qu¨¦ ha sido de la gente que viv¨ªa aqu¨ª", dice Walker. "Se dej¨® de medir a posta. Y si no hay datos, no hay problema". "No es que el gobierno no hiciera nada: se ha despilfarrado much¨ªsimo", interviene Harden. "Pero los esfuerzos de recuperaci¨®n se dejaron en manos privadas y los constructores recibieron un mont¨®n de dinero p¨²blico para hacer viviendas que la mayor¨ªa de la gente ni siquiera se puede permitir", contin¨²a. "Estados Unidos ha ayudado a muchos pa¨ªses cuando han tenido un desastre, pero somos incapaces de ayudarnos a nosotros mismos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.