Aceitunas de alto riesgo en Cisjordania
Los olivares de los territorios ocupados se convierten al llegar el oto?o en otro campo de batalla israel¨ª-palestino
Con la llegada del oto?o, los olivares en Cisjordania se convierten en el gran campo de batalla israel¨ª-palestino. Estos d¨ªas, la violencia se concentra en las terrazas de cultivos de los territorios ocupados y se cobra el en¨¦simo da?o colateral de este conflicto: los olivos, fuente primordial de la econom¨ªa palestina.
Lejos quedan los d¨ªas en los que la cosecha se festejaba por todo lo alto y las familias com¨ªan y beb¨ªan a la sombra de los sembrados. Ahora es un trabajo de alto riesgo. Los agricultores palestinos recogen las aceitunas escoltados por soldados y polic¨ªas israel¨ªes y escudados por activistas internacionales. Se trata de mantener alejados a los colonos m¨¢s fan¨¢ticos, los que aspiran a conquistar las tierras que dicen que dios les prometi¨®. Los mismos que desaf¨ªan a la comunidad internacional, que considera las colonias el mayor obst¨¢culo para la paz en la regi¨®n.
Este a?o, apenas dos semanas han sido suficientes para batir una nueva marca tr¨¢gica en Cisjordania. Esta recogida de aceitunas ya se puede considerar la m¨¢s violenta de los ¨²ltimos a?os, seg¨²n un documento del ministerio de Defensa israel¨ª del que se ha hecho eco la prensa local. Ataques a los agricultores, robos a plena luz del d¨ªa de la cosecha de los olivares e incendios de las plantaciones palestinas son algunos de los incidentes ocurridos en los ¨²ltimos d¨ªas. Los campos dan fe de los destrozos.
Al pie de Havat Gilad, un ouptost-asentamiento de construcciones semiprovisionales poblado por los colonos m¨¢s violentos e ilegal seg¨²n la ley israel¨ª-, hect¨¢reas de terreno carbonizado no dejan lugar a dudas de lo sucedido. Unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, cerca de la carretera que conecta Ramala con Nablus, se pueden contar hasta 22 olivos partidos por la mitad. Luego est¨¢n los que mueren por envenenamiento. Se hace un corte en el tronco del ¨¢rbol, se le inyecta el veneno y a las 24 horas perece, seg¨²n explican las organizaciones de derechos humanos israel¨ªes e internacionales que siguen de cerca la cosecha.
Luban al Sharqya es uno de esos pueblos palestinos rodeados de asentamientos y outpost; ilegales seg¨²n la legislaci¨®n internacional y en los que vive medio mill¨®n de israel¨ªes. Luban cobr¨® notoriedad el pasado mayo cuando un grupo de colonos prendi¨® fuego a la mezquita del pueblo. Durante las semanas que dura la recogida de aceitunas, los ataques se intensifican. Los colonos dicen sentirse amenazados ante la presencia de palestinos en los campos pr¨®ximos a los asentamientos "Este a?o est¨¢ siendo muy malo", explica en su despacho Abu Al¨¢, al frente del consejo municipal.
Luban vive principalmente de lo que producen los olivos, pero la mitad de sus 3.000 habitantes necesita permiso israel¨ª para entrar en sus campos. Sus olivares, como los de miles de palestinos han quedado encerrados en los inmensos per¨ªmetros de seguridad que rodean los asentamientos. Cada a?o, la Administraci¨®n israel¨ª les concede autorizaci¨®n para ir a recoger sus aceitunas. "El resto del a?o no nos atrevemos a ir", reconoce Abu Al¨¢.
En una de las terrazas pedregosas que surcan las colinas cisjordanas, un hombre joven y su madre recogen los frutos del ¨¢rbol. El hijo habla poco. Anda preocupado. Dice que cosechan a toda prisa, porque temen que les pase lo del a?o pasado. Unos j¨®venes colonos les dieron una paliza e intentaron segar sus olivos.
Unos kil¨®metros m¨¢s al norte, en Tell, otro pueblo palestino en las faldas de Havat Gilad, Karim Ramadan habla del incendio que el pasado viernes calcin¨® sus tierras y dej¨® sin vida a 300 de sus olivos y en total a 2.500, propiedad de los vecinos del pueblo. Relata su versi¨®n de lo sucedido: "Est¨¢bamos en el campo, cuando alrededor de las nueve de la ma?ana llegaron seis colonos acompa?ados de cuatro soldados. Los colonos sacaron unos neum¨¢ticos que ten¨ªan en la pick up y empezaron a quemarlos. Nos dijeron que nos fu¨¦ramos y nos amenazaron. Los soldados no hac¨ªan nada. Nos tuvimos que ir. Desde la distancia vimos c¨®mo se quemaban nuestros campos y nos qued¨¢bamos sin nada". Preguntado por estos hechos, el Ej¨¦rcito sostiene que "los soldados no estaban presenten en el momento en el que se inicio el fuego" y que "la investigaci¨®n de la polic¨ªa sobre el suceso a¨²n no ha concluido".
Algunos analistas consideran que esta nueva oleada de violencia obedece a una estrategia de los colonos con la que pretenden alardear de poder¨ªo ante futuras negociaciones de paz que impliquen evacuaciones de los asentamientos. Dany Dayan, presidente del Yesha Council, el organismo encargado de proteger y defender los intereses de los colonos, niega tajantemente cualquier vinculaci¨®n entre los ataques y la creciente presi¨®n estadounidense para frenar la expansi¨®n de los asentamientos. En una entrevista telef¨®nica, asegura que las acusaciones de los palestinos en la temporada de la aceituna "forman parte de una campa?a para demonizar a Israel" y que en cualquier caso, "todos los ataques son condenables. Los agricultores israel¨ªes tambi¨¦n sufren ataques, incluso m¨¢s".
Las cifras oficiales no le dan la raz¨®n. Micky Rosenfeld, portavoz de la polic¨ªa israel¨ª sostiene que "es un momento de alta tensi¨®n en Judea y Samaria [nombre b¨ªblico con el que los defensores de los colonos se refieren a la Cisjordania ocupada]". Y explica que desde que desde el inicio de la cosecha se han producido 27 ataques a cultivos palestinos y ninguno en sentido contrario. Dice tambi¨¦n que 16 individuos est¨¢n siendo interrogados en conexi¨®n con los ataques. El problema, seg¨²n la organizaci¨®n israel¨ª de abogados Yesh Din, que defiende los derechos de los palestinos, es que en la pr¨¢ctica, las investigaciones policiales significan impunidad para el colectivo colono. Seg¨²n los datos de Yesh Din, publicados esta semana, de 97 querellas relacionadas con el destrozo de ¨¢rboles en Cisjordania, presentadas por agricultores palestinos en los ¨²ltimos cinco a?os, ninguna ha culminado en una acusaci¨®n formal.
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