"Que nos devuelvan Am¨¦rica"
La caravana Tea Party Express atraviesa EE UU para anunciar la revoluci¨®n conservadora.- Los 'ultras' difunden su mensaje xen¨®fobo pueblo a pueblo
En este inmenso pa¨ªs, forjado por extranjeros, existe gente que considera que los inmigrantes sin papeles viven mejor que los ciudadanos estadounidenses. "Son ellos [los inmigrantes] los que est¨¢n protegidos, los que chupan del sistema, a los que se les permite todo y a quienes no se hace preguntas". La discutible opini¨®n proviene de Peggy Chapman, una mujer de m¨¢s de 60 a?os que recibe ayuda del plan gubernamental conocido como Medicare. Cuando se le hace notar el sinsentido de su razonamiento se pone a la defensiva: "La prensa siempre tuerce tus palabras". "Adem¨¢s, lo que a m¨ª me paga el Estado es nada comparado con lo que se gasta en esos ilegales".
Pas¨® el tornado por el vecino Tennessee, pas¨® la lluvia y sali¨® el sol en Kentucky. No es que las inclemencias meteorol¨®gicas hubieran mermado el entusiasmo y la convicci¨®n de los seguidores de la caravana de cuatro autobuses del Tea Party Express, que empez¨® en Reno (Nevada) el 18 de octubre y concluir¨¢ en Concord (New Hampshire) el 1 de noviembre, un d¨ªa antes de los comicios. M¨¢s bien al contrario. Este grupo parece crecerse ante las dificultades. Se han puesto una meta y la van a cumplir, diluvie como diluvi¨® en Nashville (Tennessee) el martes o se cuezan al sol como hoy en Paducah (Kentucky).
Las elecciones de mitad de mandato del 2 de noviembre podr¨ªan llevar hasta nueve senadores y 20 legisladores afines al Tea Party al Congreso de Estados Unidos. "El objetivo merece la pena el esfuerzo", confirma un anciano que confiesa haber pasado una mala noche en un motel a las afueras de Paducah. "Poco importa dormir mal si logro que se nos devuelva el honor perdido y recuperamos nuestro pa¨ªs", musita el hombre. "?Ah!", a?ade el grandull¨®n anciano, "escriba que vamos a acabar con la Administraci¨®n m¨¢s corrupta que ha existido en este pa¨ªs".
Esta es una de las fotograf¨ªas del Tea Party Express. Sus seguidores han adoptado su nombre del mot¨ªn del t¨¦ de 1773 contra la metr¨®poli inglesa -los colonos lanzaron al mar todo un cargamento de t¨¦-. Niegan ser racistas, violentos o agitadores del miedo en el que se ha sumido una sociedad golpeada por la peor crisis econ¨®mica desde los a?os veinte. Se sienten orgullosos de ser un movimiento "fresco" y "ciudadano", que carece de l¨ªderes concretos. El 14% dice querer como aglutinadora del movimiento a la ex senadora y candidata a vicepresidenta de EE UU Sarah Palin; el 7% al demag¨®gico presentador televisivo de extrema derecha Glenn Beck; el 6% al senador de Carolina del Sur, Jim DeMint.... Aseguran que el movimiento se basa en la individualidad y la Constituci¨®n de Estados Unidos, libro que agitan a la menor oportunidad, en casi igual medida que defienden sus posiciones con otro texto: la Biblia.
"Si el Gobierno puede prohibirme que fume en un bar, ?qu¨¦ hay de malo en que el due?o de ese mismo sitio no quiera servir a afroamericanos?", pregunta Jeff Fincher, 48 a?os, frondosos bigotes y voz de pocos amigos.
Esto es Kentucky. La capital no oficial del movimiento del Tea Party y hogar de Rand Paul, hijo del libertario Ron Paul, que intent¨® la nominaci¨®n republicana a la Casa Blanca en 2008. Rand Paul, aspirante a senador en Washington, abri¨® una caja de los truenos que se cre¨ªa cerrada para siempre en este pa¨ªs cuando al inicio de su campa?a cuestion¨® el Acta de Derechos Civiles de 1964, legislaci¨®n que acab¨® con la segregaci¨®n racial en EE UU.
Paul aventaja en las encuestas al dem¨®crata Jack Conway por cinco puntos. Con bastante probabilidad, Paul tendr¨¢ una palestra privilegiada a partir de enero, cuando se forme el nuevo Congreso de EE UU, aunque ya hay quien asegura que Paul est¨¢ bajo control y que rebajar¨¢ el tono ultra de su mensaje para ajustarse al m¨¢s convencional Partido Republicano.
"Vamos a recuperar Am¨¦rica", vocifera Paul, bajito y blanco, tan blanco que parece que est¨¦ asustado. "El pr¨®ximo martes, una ola de patriotismo va a barrer Washington", arenga a los asistentes al mitin. "?Eso es!"; "?a por ellos!"; "?queremos nuestro pa¨ªs de vuelta!"; "?recuperemos Am¨¦rica!".
Dicen que est¨¢n armados con sus votos. Pero por si acaso, alguno porta armas, derecho que consideran irrenunciable. Toni Martin, 35 a?os, lleva una camiseta en la que se lee: "Llevo un arma porque cargar con un polic¨ªa es muy pesado". "Mi seguridad me la garantizo yo, no el Gobierno". ?Por qu¨¦ va armado? "Hoy puedo no necesitar mi pistola pero quiero estar preparado por lo que pueda pasar, quiero que me devuelvan mi pa¨ªs o de otra manera...", finaliza Martin, mientras se lleva insinuante la mano a la cintura, donde asoma una culata.
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