Wikileaks y la libertad de prensa en Estados Unidos
La dificultad para establecer t¨¦cnicamente qu¨¦ es la web de Assange representa el principal obst¨¢culo a la hora de condenar legalmente sus actuaciones
Desde su nacimiento en 2006, hemos escuchado toda clase de definiciones de Wikileaks: una p¨¢gina web, una organizaci¨®n terrorista, un servicio de filtraciones, un grupo para fomentar la transparencia de los Gobiernos, el primer medio de comunicaci¨®n no asociado a un Estado... La dificultad para establecer qu¨¦ es Wikileaks y qu¨¦ hace su fundador, Julian Assange, es el principal obst¨¢culo a la hora de condenar legalmente sus actuaciones.
En la ¨²ltima semana se han multiplicado los esfuerzos para bloquear los objetivos de Wikileaks. Entre otros, Amazon retir¨® el contenido de Wikileaks de sus servidores y el banco Suizo PostFinance ha bloqueado la cuenta bancaria de Assange. En el ¨¢mbito pol¨ªtico, el senador Lieberman ha extendido las amenazas desde Wikileaks hasta el New York Times, al considerar que se puede procesar a quienes publiquen filtraciones.
"Si el Gobierno act¨²a junto con las empresas que proporcionan los servidores y obliga a retirar los contenidos, se trata de un ataque directo contra nuestra capacidad de expresarnos en la Red", ha declarado a EL PA?S Dan Gillmor, escritor y director del Proyecto Citizen Media Law.
La semana pasada, Gillmor fue uno de los primeros en avisar de las consecuencias que la censura a Wikileaks puede tener para la libertad de expresi¨®n y prensa en Estados Unidos. "Est¨¢n librando una poderosa guerra contra la libertad de expresi¨®n", escrib¨ªa Gillmor en Salon.com.
"Wikileaks es una publicaci¨®n -una publicaci¨®n nueva, pero una publicaci¨®n en cualquier caso-, y eso convierte esto en un asunto de libertad de prensa. Nos guste o no, Wikileaks es fundamentalmente un ente period¨ªstico y, como tal, merece nuestra protecci¨®n", comenta tambi¨¦n el periodista y especialista en medios Matthew Ingram.
Clothilde le Coz, directora de Reporteros Sin Fronteras en Estados Unidos tambi¨¦n defiende que Wikileaks merece esa protecci¨®n. "Eres un reportero dependiendo del valor de la informaci¨®n que posees, no por tener una acreditaci¨®n de prensa", afirm¨® en una conferencia en Washington el pasado 30 de octubre.
Esas son las dos claves. La capacidad de publicar de Wikileaks y el tipo de informaci¨®n que difunde.
Como plantea el periodista de EL PA?S Joseba Elola, que entrevist¨® a Assange el pasado s¨¢bado, el mayor temor del fundador de la web es ser extraditado a Estados Unidos. Pero, si fuera juzgado en ese pa¨ªs como periodista o profesional que publica informaci¨®n, ?qu¨¦ le diferenciar¨ªa de los profesionales del New York Times?
La ley de espionaje de 1917 proteger¨ªa a Wikileaks si llega a ser considerado un medio de comunicaci¨®n. Desde que The New York Times public¨® los Papeles del Pent¨¢gono, la ley condena la filtraci¨®n de material clasificado, pero no su publicaci¨®n, al ser de inter¨¦s p¨²blico. Por eso EE UU pudo encarcelar al soldado Manning, acusado de las filtraciones sobre las guerras de Irak y Afganist¨¢n, pero no a Assange por difundirlas a trav¨¦s de su p¨¢gina.
"La mayor amenaza que ha surgido a ra¨ªz de Wikileaks no es la informaci¨®n que ha difundido o podr¨ªa difundir en un futuro, sino la respuesta reaccionaria que est¨¢ creciendo en Estados Unidos, que promete repudiar nuestra tradici¨®n legal y de libertad de expresi¨®n, si no lo castigamos", escribe el director de Wired, Evan Hansen, en un editorial.
El problema no radica en que Wikileaks haya publicado cierta informaci¨®n, sino que ¨¦sta fue filtrada. Y ah¨ª es en donde el senador estadounidense Joe Lieberman quiere establecer el l¨ªmite. La semana pasada present¨® una propuesta de ley, SHIELD Act, que convierte en crimen federal la revelaci¨®n de una fuente de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
"La legislaci¨®n ayudar¨¢ a responsabilizar a los culpables del crimen que con consiste en poner en peligro a fuentes de informaci¨®n que resultan vitales para nuestra seguridad nacional", afirm¨® Lieberman en un comunicado. Su propuesta es, en realidad, una enmienda a la ley de espionaje, pero ampl¨ªa la prohibici¨®n a publicar informaci¨®n relacionada con "las actividades de espionaje de Estados Unidos o cualquier otro pa¨ªs", o "fuentes clasificadas o confidente de los servicios secretos" estadounidenses.
"Los medios de comunicaci¨®n que tengan cierta idea de esto deber¨ªan reconocer lo que est¨¢ en juego. Va m¨¢s all¨¢ de los intereses a corto plazo de cada uno. Para empezar, se trata de su habilidad para realizar su trabajo. Si se puede obstaculizar al periodismo, como quiere hacer ahora el Gobierno, habremos tirado por la borda nuestra libertad de expresi¨®n", afirma Gillmor.
Reporteros Sin Fronteras tambi¨¦n ha condenado lo que considera "el primer intento de censura a escala internacional de un sitio cuya vocaci¨®n primera es la transparencia".
Para Emily Bell, ex directora de contenido digital para el brit¨¢nico Guardian, una de las consecuencias es clara: "Los periodistas necesitan saber qu¨¦ har¨ªan si se encontraran esa informaci¨®n sobre su mesa y el Gobierno les presionara para que se queden callados".
A pesar de que un caso legal contra Wikileaks podr¨ªa afectar a medios y periodistas, los profesionales estadounidenses han pronunciado algunas de las condenas m¨¢s duras contra la web.
"?Quieren prevenir que esto vuelva a ocurrir?", pregunta el columnista Charles Krauthammer en The Washington Post. "Muestren al mundo a un hombre que no puede dormir en la misma cama dos noches seguidas porque teme al largo brazo de la justicia americana. No estoy pidiendo que recuperemos a nuestro agente de la KGB que en una calle de Londres asesin¨® a un disidente b¨²lgaro con una vara de un paraguas envenenada. Pero estar¨ªa bien que la gente como Assange tuviera que preocuparse cada vez que sale a la calle en medio de la lluvia".
En la revista Time, Joe Klein ped¨ªa que ning¨²n estadounidense destinado en el extranjero pague por Wikileaks: "Assange es el criminal. ?l es el que deber¨ªa estar en la c¨¢rcel".
En el Wall Street Journal la senadora dem¨®crata Dianne Feinstein condenaba ayer a Assange como "un agitador con la ¨²nica intenci¨®n de perjudicar a nuestro Gobierno, con cuyas leyes no est¨¢ de acuerdo, independientemente de qui¨¦n resulte herido". Y niega que sea un periodista ni est¨¦ protegido por la Constituci¨®n: "Igual que la Primera Enmienda no da licencia para gritar '?Fuego!' en un teatro abarrotado, tampoco es una licencia para poner en peligro la seguridad nacional".
Los medios norteamericanos, como la opini¨®n p¨²blica, todav¨ªa no tienen una visi¨®n com¨²n de si Wikileaks es bueno o malo, si es necesario o no, si se debe censurar o no. Pero todos coinciden en que el impacto de las filtraciones marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s para los medios de comunicaci¨®n -y no solo los que tuvieron acceso a las filtraciones. Muchos definen la publicaci¨®n de los documentos como un momento crucial del periodismo. Por primera vez, una organizaci¨®n arraigada en Internet hace de intermediario entre una fuente -que adem¨¢s filtra datos clasificados- y los periodistas. Y por primera vez se ha intentado censurar informaci¨®n period¨ªstica en la Red, y se hubiera conseguido de no ser porque un grupo de periodistas ha hecho de intermediario entre los lectores y la web de Assange.
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