Si la mayor¨ªa no comparte tus valores
La estrategia de la crispaci¨®n no responde a una posici¨®n ¨¦tica o moral. Los que la emplean pretenden presentarse como los defensores de las esencias y de la pureza de unos valores, pero lo cierto es que la confrontaci¨®n pol¨ªtica no es m¨¢s que una t¨¢ctica pensada para ganar elecciones. Su objetivo es doble: movilizar al electorado m¨¢s pr¨®ximo y, al mismo tiempo, alentar la abstenci¨®n de los votantes del partido rival y de los moderados.
Este tipo de estrategia no es nuevo y ha sido ampliamente utilizada en Estados Unidos. En 1800, en la campa?a electoral entre Thomas Jefferson y John Adams, un peri¨®dico de la ¨¦poca advirti¨® que si Jefferson era elegido presidente, el asesinato, la violaci¨®n y el adulterio estar¨ªan permitidos. A?os m¨¢s tarde, en 1828, el candidato Andrew Jackson, uno de los fundadores del Partido Dem¨®crata, sufri¨® una brutal campa?a de desprestigio. Recibi¨® tanto insultos como, por ejemplo, ser hijo de una prostituta. O en fechas m¨¢s recientes, bajo la presidencia de Bill Clinton, el Comit¨¦ de Acci¨®n Pol¨ªtica del Partido Republicano recomend¨® referirse al presidente usando los calificativos de "pat¨¦tico", "enfermo", "traidor" o "corrupto".
La derecha espa?ola ha importado a nuestro pa¨ªs esta estrategia porque hay algo que une a EE UU y a Espa?a: la mayor¨ªa de los ciudadanos se siente m¨¢s pr¨®xima a los partidos progresistas. En Espa?a, si analizamos las encuestas del CIS, observaremos que la sociedad es mayoritariamente de centro-izquierda. Algo similar ocurre en Estados Unidos. Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall ha analizado las encuestas de CBS / New York Times para el periodo 1992-2007 y ha observado que solo en dos de las 104 muestras, los republicanos ten¨ªan cierta ventaja sobre los dem¨®cratas (La Confrontaci¨®n Pol¨ªtica, 2008, Taurus).
Por lo tanto, en los casos espa?ol y norteamericano la estrategia de la crispaci¨®n pretende que la derecha pueda ganar las elecciones en una sociedad donde la mayor¨ªa no comparte sus valores. Esta confrontaci¨®n s¨®lo desaparecer¨¢ una vez alcance el poder.
Ahora bien, el riesgo de emplear este tipo de estrategia es doble. Por un lado, la dureza de los argumentos puede ser tan elevada, que alg¨²n perturbado se puede sentir legitimado para cometer una barbaridad. Por otro, este tipo de estrategia cierra todas las puertas a posibles acuerdos o puntos en com¨²n sobre aspectos fundamentales para una democracia, como puede ser la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional o un pacto global para salir de la crisis.
Adem¨¢s, la democracia se hace m¨¢s d¨¦bil, puesto que el debate pol¨ªtico se embrutece. ?Por qu¨¦ escuchar los argumentos de los progresistas cuando, en palabras de Karl Rove, "los liberales miran a Estados Unidos y ven campos de concentraci¨®n nazis, gulags sovi¨¦ticos y las tierras mortales de Camboya?".
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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