?Un viernes de ira y sangre?
Hosni Mubarak no se va, sigue empe?ado en terminar su presidencia en septiembre, delegar¨¢ ciertos poderes en su vicepresidente, dirigir¨¢ entretanto una transici¨®n hacia unas elecciones libres en oto?o. Cuando anoche termin¨® de emitir ese mensaje televisado, un inmenso rugido de decepci¨®n sacudi¨® la plaza de Tahrir, que en las horas anteriores hab¨ªa esperado con el coraz¨®n latiendo ilusionado que se confirmaran los insistentes rumores que alud¨ªan a la inminente dimisi¨®n del rais.
La noticia de la permanencia en el poder de Mubarak es de las malas. No solo para los principios y valores democr¨¢ticos universales que, desde el 25 de enero, encarnan los cientos de miles de egipcios que se han lanzado a las calles, sino para la estabilidad y seguridad del valle del Nilo y de Oriente Pr¨®ximo, esa estabilidad y seguridad que Mubarak dice asegurar. Ahora las protestas, que han sido pac¨ªficas, en el esp¨ªritu de resistencia no violenta de Ghandi, pueden radicalizarse. Ahora grupos extremistas marginalizados hasta el momento pueden levantar cabeza.
La plaza de Tahrir, coraz¨®n palpitante de la lucha por la libertad del pueblo egipcio y todos los pueblos ¨¢rabes, no puede contentarse con lo que anoche dijo Mubarak. El movimiento democr¨¢tico desencadenado por la ciberjuventud egipcia ha hecho de su salida una cuesti¨®n esencial. Si ¨¦l es testarudo, ellos lo son m¨¢s.
Este viernes, d¨ªa de las plegarias en las mezquitas, va a ser muy complicado. Cabe imaginar un recrudecimiento de las protestas y es posible que estas solo puedan ser detenidas con la fuerza. ?Aceptar¨¢ el Ej¨¦rcito disparar contra el pueblo? ?Es esa la misi¨®n de los tanques concentrados ¨²ltimamente en los alrededores de El Cairo? Hasta ahora los militares egipcios se han negado a reprimir a los manifestantes, como antes hicieron sus colegas tunecinos. ?Cambiar¨¢n a partir de anoche de actitud?
Es delirante pensar en una transici¨®n hacia la democracia con Mubarak en la jefatura del Estado. Por mucho que lo proponga ¨¦l mismo, que lo apoye la c¨²pula de su r¨¦gimen, que lo desee Israel y que est¨¦n dispuestos a aceptarlo tant¨ªsimos asustadizos pol¨ªticos occidentales. Es como si el mism¨ªsimo Franco, ni tan siquiera Arias Navarro, hubiera pretendido liderar la transici¨®n espa?ola a la democracia. La salida de Mubarak es lo m¨ªnimo que el valor demostrado por los luchadores egipcios, que la muerte de tantos de ellos puede exigir.
Cuando la historia se acelera, es muy dif¨ªcil detenerla. La represi¨®n de las dictaduras, la realpolitik de las canciller¨ªas, los sofismas de la geoestrategia lo intentan, vaya que lo intentan, pero no es sencillo doblegar a un movimiento popular valiente y con ideas primordiales y claras. Ocurri¨® en la Europa del Este, est¨¢ ocurriendo en el mundo ¨¢rabe.
La dimisi¨®n de Mubarak hubiera permitido encauzar la revoluci¨®n egipcia en una direcci¨®n semejante a la que tuvo la checa a finales de los ochenta. No va a ser as¨ª de momento. "Esto es una revoluci¨®n de la juventud y de las clases medias"; dijo ayer el diplom¨¢tico egipcio Amr Musa. "No est¨¢ ligada a la religi¨®n. Cristianos y musulmanes est¨¢n juntos en Tahrir".
Puede ser Berl¨ªn 1989. ?Lo convertir¨¢n en otra cosa la cabezoner¨ªa de Mubarak y la ceguera de sus apoyos exteriores?
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