Un mill¨®n de mujeres dicen no a Berlusconi y al machismo
Marchas de protesta en 280 ciudades exigen dignidad y respeto
La multitud guarda un minuto y medio de silencio. De repente se oye un grito: "Si no ahora, ?cu¨¢ndo?". Y la plaza del Popolo, completamente llena, de mujeres sobre todo, pero tambi¨¦n de hombres, estalla en una sola voz: "?Ahora, ahora, ahora!". El grito no solo se ha o¨ªdo en Roma. Convocadas por diversas asociaciones feministas, ¨²ltimos reductos de un pasado m¨¢s activo y eficaz, cientos de miles de italianas (e italianos) se han echado este domingo a las calles de 230 ciudades, peque?as medianas y grandes. La movilizaci¨®n se ha extendido a otros 50 lugares del planeta, de Tokio a Madrid, Atenas, ?msterdam, Nueva York o Honolulu.
En Mil¨¢n, bajo la lluvia, miles de manifestantes han llevado bufandas blancas en se?al de solidaridad con los menores. Y en Roma, donde se ha vivido la marcha m¨¢s larga y numerosa, hab¨ªa monjas y estudiantes, abuelas con sus nietas, militantes de la izquierda, sindicalistas y tambi¨¦n funcionarias, escolares. Al acabar la concentraci¨®n de la plaza del Popolo, un grupo de manifestantes se ha dirigido hacia las puertas del Parlamento. Pero no se han registrado incidentes.
Dignidad, respeto y dimisi¨®n
La participaci¨®n en la protesta simult¨¢nea ha superado el mill¨®n de personas, seg¨²n ha anunciado la organizaci¨®n en Roma. Los manifestantes han reclamado dignidad y respeto para las mujeres, han pedido la dimisi¨®n de Silvio Berlusconi y han mostrado su hartazgo con el modelo pol¨ªtico y cultural de estirpe machista y patriarcal, dejando claro que muchas mujeres tampoco se sienten representadas hoy por la d¨¦bil oposici¨®n.
Lina, de 53 a?os; Isabella, de 64, y Mariolina, de 54, las tres madres y trabajadoras, portaban un cartel que dice: "Silvio, tranquilo, solo tenemos envidia de no poder participar en el 'bunga bunga'". Pero la iron¨ªa no esconde su indignaci¨®n. "Ha llegado el momento de decir basta, nuestra paciencia se ha acabado", afirma Isabella. "Hemos arruinado 60 a?os de democracia y ahora tenemos un pa¨ªs destruido, machista, sin valores ni decencia".
El ambiente en la plaza ha sido de rabia y melancol¨ªa. Pero tambi¨¦n de esperanza, de energ¨ªa resucitada. Como si Italia estuviera despertando de repente del falso sue?o de riqueza y alegr¨ªa permanente que lanzan cada noche las televisiones del pa¨ªs. La sensaci¨®n es que no se trata solo de echar a Berlusconi, que tambi¨¦n, sino de recuperar la identidad femenina difuminada en el auge de las velinas; y de retomar la responsabilidad olvidada en la sociedad italiana.
Giulia Bongiorno, diputada de Futuro y Libertad, el grupo disidente de Fini, ha sido de las m¨¢s aplaudidas. "No estoy aqu¨ª para criticar las fiestas hard, sino para denunciar que se han convertido en un sistema de selecci¨®n de la clase dirigente", ha dicho. Quien calla puede convertirse en c¨®mplice. Esta no es una protesta de moralistas como ha dicho alguien en estos d¨ªas como un intento de disminuir vuestra asistencia. Tienen miedo de vosotros".
Muchos est¨¢n aqu¨ª por sus hijos. "Hemos fracasado como ciudadanos, les hemos dejado sin futuro", dice Mariolina, pediatra y militante del Partido Democr¨¢tico. "Tengo rabia y una tristeza infinita", a?ade. "Todo esto ser¨ªa ¨²til si revelara que hay otro pa¨ªs ah¨ª fuera. Pero lo dudo mucho. Este pa¨ªs no se indigna. Hay muchas madres que trabajan como mulas y ense?an a sus hijos valores y dignidad, pero no protestan. Lo que nos pasa no es culpa de Berlusconi y sus televisiones. Es sobre todo culpa nuestra, que hemos delegado en una clase pol¨ªtica que no nos ha sabido representar y no hemos sido suficientemente responsables".
Para Isabella, "la izquierda nunca ha entendido el da?o cultural que supon¨ªa Berlusconi". Su amiga Mariolina a?ade: "No quiero ni pensar que haya sido c¨®mplice, pero desde luego ha sido imb¨¦cil, ha pensado antes en sus privilegios que en el pa¨ªs". Stefano, de 46 a?os, ha venido desde Terni, a 200 kil¨®metros de Roma. Sobre la cabeza lleva un cartel con una foto de Berlusconi entre rejas. "No lo quiero detenido, sino lejos del poder", matiza. "He venido porque era hora de que las mujeres se rebelaran y salieran a defender su dignidad".
El caso Ruby, en el que Berlusconi est¨¢ en espera de ser enviado a juicio por cohecho y prostituci¨®n de menores, ha generado un encendido debate sobre la condici¨®n de la mujer en Italia, un pa¨ªs que encabeza las listas europeas de desempleo femenino y de muertes por violencia machista.
Los partidarios del primer ministro, capitaneados por Giuliano Ferrara, director de Il Foglio y consejero pol¨ªtico de Berlusconi, achacan la investigaci¨®n judicial y el movimiento de repulsa a Berlusconi a un supuesto puritanismo que aspirar¨ªa a convertir al pa¨ªs en una "Rep¨²blica de la virtud". Ayer, en un acto celebrado en un teatro milan¨¦s bajo el lema "En calzoncillos, pero vivos", Ferrara acus¨® a los fiscales de ser "como la inquisici¨®n espa?ola" y de utilizar m¨¦todos dignos de la Stasi. En las ¨²ltimas elecciones, Ferrara se present¨® con un partido provida y contra el aborto.
Una mujer lleva una pancarta casera que afirma: "No te est¨¢ permitido ofender y humillar la belleza de las mujeres. No es l¨ªcito transformar las relaciones en mercanc¨ªa de intercambio por inter¨¦s y dinero. No puedes ahogar el camino de los j¨®venes y sus deseos de autenticidad, transparencia y honestidad".
Concita de Gregorio, directora de L'Unit¨¤, y una de las promotoras de una protesta que recibido el apoyo de miles de mujeres de todos los ¨¢mbitos: directoras de cine, actrices, cient¨ªficas, estudiantes, profesoras, o sindicalistas como la l¨ªder de la CGIL, Susanna Camusso, piensa tambi¨¦n "que el problema es m¨¢s cultural que pol¨ªtico: el bombardeo televisivo contra la dignidad de la mujer ha producido una mutaci¨®n antropol¨®gica en Italia".
Su manifiesto Existen otras mujeres que ha reunido 100.000 firmas y ha sido le¨ªdo en los ¨²ltimos d¨ªas por algunos curas en misa, afirma que la cuesti¨®n es "la ausencia de educaci¨®n, de cultura, de conciencia, de dignidad. La falta de una alternativa convincente. Es ese el da?o producido por los 15 a?os que hemos atravesado, ese es el delito pol¨ªtico cometido: el vac¨ªo, el vuelo en ca¨ªda libre hacia el medievo cat¨®dico, Italia reducida a un burdel".
Pero las protestas, aunque han sido apoyadas por todos los partidos de oposici¨®n, intentan ir m¨¢s all¨¢ de la habitual oposici¨®n a Berlusconi. Las mujeres denuncian "un sistema de poder transversal, machista y mis¨®gino, un modelo social y medi¨¢tico que prima la aparici¨®n en televisi¨®n y la venta del cuerpo sobre la formaci¨®n, el pensamiento y el trabajo", seg¨²n explica Shukri Said, secretaria de la asociaci¨®n Migrare.
"Es una protesta por la libertad y la igualdad de las mujeres y tambi¨¦n de tantos hombres que est¨¢n en el poder, para los velinos como Ferrara que se ofrecen cada d¨ªa al emperador y defienden lo indefendible y construyen cortinas de humo para esconder la verdad", a?ade Said, somal¨ª de origen y ciudadana italiana.
"Vivimos en un pa¨ªs de rodillas, con una clase dirigente podrida, hecha de fantoches sin credibilidad", prosigue. "Estos hombres intentan decirnos ahora que corromper a los menores con dinero es solo un hecho privado. Que presionar a la polic¨ªa para soltar a una menor es lo normal, y que le atacamos porque somos puritanos. Eso s¨ª es relativismo, y no el que preocupa al Papa". "El berlusconismo es una patolog¨ªa porque considera que todo es comprable. Las mujeres debemos acabar con este sistema cancer¨ªgeno. Son las madres italianas quienes deben acabar con esa incultura que cree l¨ªcita cualquier ignominia para trepar, incluso entregar a sus v¨ªrgenes al drag¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.