Buscando justicia fuera de la cadena de mando
Se calcula que cada a?o se producen unos 16.000 casos de acoso sexual o violaci¨®n en el Ej¨¦rcito estadounidense, que los esconde sistem¨¢ticamente.- Una demanda colectiva pide que se investiguen fuera de estamento militar
Se licenci¨® de la escuela castrense de Supervivencia, Evasi¨®n, Resistencia y Escape; pero nada de lo que aprendi¨® all¨ª le ayud¨® a la soldado de la marina Katelyn Boatman a resistir el acoso sexual y las reiteradas agresiones de sus compa?eros de filas. "?Te gusta por el culo?", le pregunt¨® en una ocasi¨®n, ante los dem¨¢s soldados, un superior en la base a¨¦rea de Tinker, en Oklahoma. Ella mantuvo silencio, ante lo que su superior le espet¨®: "Eres una jodida estirada". Katelyn se refugi¨® en la soledad de sus barracones, pero sus comandantes la obligaron a asistir a una fiesta el pasado 2 de diciembre. Aquel d¨ªa, dos soldados la drogaron en un bar, para luego llevarla a un apartamento y violarla.
Katelyn present¨® una denuncia a sus superiores, que la jerarqu¨ªa castrense desestim¨® alegando falta de pruebas. El suyo es un caso m¨¢s en una larga lista de violaciones a mujeres soldados en un mundo dominado por hombres. En 2009, el ¨²ltimo a?o del que hay datos, 3.230 soldados presentaron demandas al Pent¨¢gono por casos de acoso sexual y violaci¨®n. La cifra ha ido en aumento constante en los pasados cinco a?os. Defensa admite que solo un 20% de las tropas acosadas presenta denuncias, por temor al estigma social asociado con, por un lado, padecer las agresiones sexuales y, por otro, delatar a compa?eros de filas. La cifra real de acosos y violaciones en el Ej¨¦rcito de EE UU, por tanto, se sit¨²a en 16.000 casos anuales.
Esta semana, 15 mujeres y dos hombres han presentado una demanda colectiva en un juzgado federal de Virginia contra los dos ¨²ltimos secretarios de Defensa, Robert Gates y Donald Rumsfeld, con la finalidad de que el Pent¨¢gono cambie la forma en que investiga y penaliza los casos de acoso sexual . "El sistema actual perpet¨²a una cultura de verg¨¹enza, de silencio impuesto a los soldados acosados", explica a EL PA?S Anu Bhagwati, que abandon¨® el cuerpo de Marines en 2007, despu¨¦s de presenciar diversos casos de acoso sexual, y fund¨® la agrupaci¨®n Service Women's Action Network: "Fui comandante en los Marines. Intent¨¦ que mis superiores penalizaran a un soldado que viol¨® a una de mis subordinadas. Sin ¨¦xito. La frustraci¨®n que viv¨ª me llev¨® a abandonar el cuerpo".
Bhagwati tambi¨¦n sufri¨® acoso en su propia piel. "Es algo mucho m¨¢s extendido de lo que se ve desde fuera. El hecho de que esos casos se investiguen dentro del Ej¨¦rcito solo empeora las cosas. Buscamos que sea un organismo independiente el que investigue el acoso sexual en los rangos castrenses", explica. Entre los 17 casos que se detallan en la demanda colectiva, una verdadera antolog¨ªa del calvario que sufren miles de soldados al a?o, hay un mismo patr¨®n: una soldado acosada o violada que tiene la valent¨ªa de demandar a su acosador pero que se encuentra con que sus superiores acaban escondiendo o incluso ascendiendo a ese agresor.
El estigma es a¨²n mayor si el acosado es un hombre. Durante d¨¦cadas la homosexualidad se ha tenido que vivir en silencio en el Ej¨¦rcito norteamericano. En diciembre, sin embargo, el Senado federal derog¨® una ley, conocida como No preguntes, no lo cuentes, que, desde 1993, imped¨ªa a los soldados gais prestar servicio abiertamente. Para Greg Jeloudov ya es demasiado tarde. En 2009 prest¨® servicio en el Ej¨¦rcito de tierra. Desde el primer momento sufri¨® insultos hom¨®fobos, hasta que acab¨® siendo violado en los barracones de su unidad. Al presentar una demanda, su comandante se ri¨® de ¨¦l, le oblig¨® a hacer una falsa confesi¨®n de que era homosexual y le expuls¨® del Ej¨¦rcito en virtud de la ley de 1993.
Acosadores protegidos por sus superiores y v¨ªctimas expulsadas. Mujeres a las que se insulta y agrede si osan hablar p¨²blicamente de las humillaciones y violaciones a las que han sido sometidas. Casos resultantes de estr¨¦s postraum¨¢tico severo. Vidas rotas y carreras de uniforme truncadas. Los demandantes piden a la Justicia que obligue al Pent¨¢gono a dirimir esos casos fuera de la cadena de mando para evitar la cultura de represi¨®n y silencio que ha permitido que los acosadores se salgan, casi invariablemente, con la suya.
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