Ilegales en su propio pa¨ªs
Unos 100.000 ap¨¢tridas reclaman la nacionalidad kuwait¨ª
"Nac¨ª en el hospital de Ahmadi en 1956; mi padre tambi¨¦n hab¨ªa nacido aqu¨ª, trabaj¨® toda su vida en la extracci¨®n del petr¨®leo, primero con los brit¨¢nicos y luego en la empresa nacional kuwait¨ª, y en su certificado de muerte, en 1970, consta que era kuwait¨ª", contaba a esta corresponsal Ahmed durante una reciente visita a Kuwait. Ahmed no era su verdadero nombre porque incluso en un pa¨ªs tan abierto como ese emirato los bid¨²n tienen miedo de hablar. Bid¨²n significa literalmente sin, sin papeles y sin derechos.
"No es tanto por m¨ª, como por otra gente", justificaba este hombre que es uno de las decenas de miles de ap¨¢tridas kuwait¨ªes , hasta un 15% de quienes se reclaman hijos de esta tierra. Kuwait tiene 2,7 millones de habitantes, la mitad de ellos trabajadores extranjeros.
?De d¨®nde era su abuelo? "Beduino, como la mayor¨ªa en esta zona del mundo, iba y ven¨ªa por la regi¨®n buscando donde hubiera pasto para sus cabras; entonces no exist¨ªan las fronteras", explicaba Ahmed. ?l, como otros bid¨²n entrevistados en aquella visita, insist¨ªan en que las ra¨ªces de todos los habitantes del emirato eran las mismas: emigrantes de Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n e Irak. Entonces, ?por qu¨¦ unos consiguieron la nacionalidad y otros no?
"Mi padre, como mucha gente de su generaci¨®n, no se preocupaba de esas cosas. Venir desde Ahmadi hasta Kuwait no era tan f¨¢cil como ahora con las autopistas, y cuando en 1965 un comit¨¦ visit¨® la compa?¨ªa y le ofreci¨® la nacionalidad de segundo grado, la rechaz¨® porque ¨¦l consideraba que era un kuwait¨ª original", relata sin amargura aparente. El art¨ªculo uno de la Ley de Nacionalidad aprobada en 1959, dos a?os antes de la independencia de los brit¨¢nicos, cre¨® una categor¨ªa de "nacionales kuwait¨ªes originales", con derecho a un mayor nivel de derechos y protecciones que a quienes posteriormente se considerar¨ªa "nacionalizados".
Fuera por discrepancias como la del abuelo de Ahmed, por incapacidad para probar su presencia continua en Kuwait desde 1920, o porque una vez presentada la solicitud fue olvidada por las autoridades, numerosos descendientes de n¨®madas cuyas tierras ancestrales estaban dentro de las fronteras del actual Kuwait y de quienes emigraron desde los pa¨ªses vecinos para trabajar y perdieron el contacto con sus pa¨ªses de origen, se encuentran hoy en un callej¨®n sin salida legal y personal.
"Al proclamarse la independencia en 1961 se form¨® un comit¨¦ para decidir qui¨¦nes eran nacionales", explicaba el ingeniero Sabah al Rayes, "quienes no pertenec¨ªan a familias conocidas ten¨ªan que presentar a tres ciudadanos que les avalaran, pero en un momento determinado el comit¨¦ puso fin a sus trabajos y algunos casos quedaron pendientes". Mientras se resolv¨ªan esas reclamaciones, el Gobierno decidi¨® extender a los afectados los beneficios del Estado de bienestar de que empezaban a gozaban los kuwait¨ªes. "Llegaron a ser cerca de 400.000", explica Al Rayes, que pertenece a una de las familias pata negra. Y el Estado tambi¨¦n sac¨® partido de ellos emple¨¢ndoles en la polic¨ªa y las Fuerzas Armadas, sobre todo en la protecci¨®n de fronteras. Supon¨ªan la mitad de la poblaci¨®n aut¨®ctona del emirato.
La invasi¨®n iraqu¨ª en agosto de 1990 dio un giro a su suerte. "En realidad, a mediados de los ochenta ya empez¨® a notarse un cambio de actitud; las autoridades empezaron a ponernos dificultades. La invasi¨®n les sirvi¨® de pretexto", recordaba Ahmed. Quienes hab¨ªan salido del pa¨ªs, ya no pudieron regresar. Otros fueron directamente deportados. Se cancelaron sus derechos y con ellos su acceso a la educaci¨®n, la sanidad o los trabajos en el sector p¨²blico. Su n¨²mero se redujo a 120.000.
En mayo de 2000, el Parlamento kuwait¨ª aprob¨® suavizar las exigencias de ciudadan¨ªa para los 36.000 bid¨²n inscritos en el censo de 1965, pero limit¨® el n¨²mero de naturalizaciones a 2.000 por a?o (600 a partir de 2002). Otros 8.000 fueron incluidos al mes siguiente. El Gobierno anunci¨® entonces que el resto (otros 36.000 seg¨²n sus cifras) no ten¨ªa derecho a la nacionalidad y, por lo tanto, se arriesgaba a la deportaci¨®n si no regularizaba su presencia. Para ello, los bid¨²n deben obtener pasaportes en sus pa¨ªses de origen, lo que para muchos resulta imposible.
Lo que es m¨¢s grave, los bid¨²n carecen de v¨ªas legales para reclamar sus derechos o apelar las decisiones de un Gobierno que a¨²n as¨ª reconocen como suyo. Cuestionados por organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, los portavoces oficiales hablan de "residentes ilegales", sobre los que est¨¢n dispuestos a considerar un "arreglo humanitario", pero que aseguran no tienen fundamentos para reclamar derechos en Kuwait.
"Nadie nos representa en el Parlamento; la ONU o la comunidad internacional se silencian con dinero. Ya ver¨ªa usted como si Kuwait dejara de financiar a Naciones Unidas o echara a los americanos de su suelo, todo el mundo oir¨ªa hablar de nuestro caso", aseguraba Ahmed durante nuestra entrevista. Hasta ahora han sobrevivido "como los inmigrantes ilegales en Europa, trabajando en mercados al aire libre, vendiendo coches de segunda mano, descargando barcos o de la caridad". Pero las revueltas populares en otros pa¨ªses ¨¢rabes parecen haberles animado a salir a la calle a reclamar sus derechos, justo ahora que el emirato celebra el 50 aniversario de su independencia.
Sin papeles, ni ¨¦l ni los suyos pueden sacar el carn¨¦ de conducir o la licencia de matrimonio. Sus hijos no existen en ning¨²n registro, pero en Sulaibiya, el barrio marginal en el que se concentran, corretean entre las chabolas y las canalizaciones a cielo abierto, convencidos de que est¨¢n en su pa¨ªs. El peligro es que cuando crezcan la marginaci¨®n les haga receptivos a las ideolog¨ªas extremistas que cortejan el emirato. "Es un riesgo, pero hasta ahora todos somos leales a Kuwait", defend¨ªa Ahmed.
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