Bahr¨¦in queda conmocionada tras un mes de protestas antigubernamentales
En lugar de afrontar las causas que sacaron a la calle a los ciudadanos, las autoridades recurren al argumento de la trama extranjera
Una semana despu¨¦s de que Bahr¨¦in suprimiera la protesta de la plaza de la Perla, el centro de Manama recupera poco a poco la normalidad. Casas de cambio, tiendas de recuerdos, bancos y restaurantes populares han reabierto sus puertas y los trabajadores, sobre todo asi¨¢ticos, vuelven a transitar por la zona con alivio. Tambi¨¦n los taxistas bahrein¨ªes han regresado a la parada de Bab el Bahr¨¦in. Pero ni en el zoco del oro ni en el centro comercial Yatim hay clientes. Un mes de protestas antigubernamentales y la dura respuesta policial contra los manifestantes han dejado a esta isla-Estado conmocionada.
Todo el mundo sabe que la crisis se ha cerrado en falso. En lugar de afrontar las causas que sacaron a la calle a los bahrein¨ªes, j¨®venes y chi¨ªes sobre todo, las autoridades han recurrido al viejo argumento de la trama extranjera (l¨¦ase iran¨ª) y se han limitado a aplicar medidas de seguridad. A decir de diversos analistas, ambas v¨ªas de actuaci¨®n est¨¢n radicalizando el movimiento de protesta. De hecho, ma?ana viernes hay convocada una gran manifestaci¨®n a pesar de la prohibici¨®n.
La excusa de la mano oculta iran¨ª, sobre la que el Gobierno no ha aportado ninguna prueba, ha justificado la llamada a las tropas del Escudo de la Pen¨ªnsula, una fuerza conjunta de los seis miembros del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (CCG) concebida para repeler una eventual agresi¨®n exterior. Pero el conflicto que vive Bahr¨¦in es, sobre todo, interno: de monopolio del poder pol¨ªtico y econ¨®mico por la familia real y una ¨¦lite aliada. La entrada en escena, siquiera simb¨®lica, de los soldados de Arabia Saud¨ª (el m¨¢s poderoso de los integrantes del CCG) ha dado un estupendo pretexto a Ir¨¢n, el rival chi¨ª de las monarqu¨ªas sun¨ªes de ese club, para presentarse como el defensor de los oprimidos.
La proclamaci¨®n del estado de emergencia ha servido para prohibir las manifestaciones y dar poderes extraordinarios a los militares, cuya presencia en las calles ha causado consternaci¨®n. Aunque se ha reducido el toque de queda (desde ayer fijado entre las diez de la noche y las cuatro de la ma?ana), el movimiento de protesta (grupos tradicionales de oposici¨®n incluidos) denuncia una campa?a de intimidaci¨®n que incluye detenciones de activistas, redadas nocturnas y amenazas.
"Las fuerzas de seguridad dispararon ayer gases lacrim¨®genos y pelotas de goma en una protesta en Malikya", asegura el ¨²ltimo comunicado de la Asociaci¨®n Juvenil por los Derechos Humanos (BYSHR). Desde ese centro, al que el Gobierno acusa de estar alineado con los manifestantes, se han hecho eco tambi¨¦n de la actuaci¨®n de somatenes de civiles armados, una alegaci¨®n que esta corresponsal ha o¨ªdo repetidamente en diversas localidades de los alrededores de Manama. Entre las casas atacadas por esos desconocidos, se encuentra la de Munira Fakhro, una conocida pol¨ªtica sun¨ª que es miembro del grupo liberal Waad.
Especialmente graves han sido las alegaciones de acoso a personas heridas y personal sanitario. EL PA?S ha recogido numerosas quejas de personas que aseguran no haber podido acudir a los centros m¨¦dicos por temor a ser detenidas. El Salmaniya, el hospital p¨²blico de referencia, fue literalmente tomado por las fuerzas de seguridad el mi¨¦rcoles 16, a la vez que se proced¨ªa al desalojo de la acampada de la plaza de la Perla. M¨¦dicos y enfermeras mantienen que la polic¨ªa llev¨® a cabo batidas y detenciones en su interior, y que en los ¨²ltimos d¨ªas se han llevado a entre 20 y 80 pacientes con destino desconocido.
Una portavoz del Gobierno, Maysun Sakbar, reiter¨® ayer la postura oficial de que "Salmaniya estaba siendo utilizado como un centro de coordinaci¨®n por parte de los manifestantes y que hab¨ªa sido invadido por la actividad pol¨ªtica y sectaria". Sabkar admiti¨® que "la polic¨ªa hab¨ªa realizado una b¨²squeda habitaci¨®n por habitaci¨®n" y que "12 pacientes que se encontraban estables fueron transferidos al hospital militar porque est¨¢n sujetos a una investigaci¨®n criminal". En otros 10 casos, su situaci¨®n no lo permiti¨®. La portavoz neg¨® no obstante la intervenci¨®n de las fuerzas de seguridad hubiera interferido en el funcionamiento del centro.
"Bahr¨¦in tiene un buen sistema sanitario que se ha visto desbordado por los problemas y obstaculizado [por las operaciones policiales], pero no tiene problemas de suministros m¨¦dicos, sino de acceso", concluyen dos m¨¦dicos extranjeros que han analizado las denuncias. En su opini¨®n, "el sistema hospitalario se ha politizado con las detenciones y los controles de entrada".
"Se han profundizado las divisiones entre las comunidades", se?ala un observador europeo con nueve a?os de residencia en Bahr¨¦in. Las propias autoridades reconocen la fragilidad de la situaci¨®n actual. "Bahr¨¦in atraviesa una fase muy peligrosa. Hay estabilidad, pero tememos la divisi¨®n entre las comunidades religiosas", ha declarado el ministro de Exteriores, el jeque Jaled Bin Ahmad al Jalifa durante una visita a Turqu¨ªa. Este responsable reitera el discurso oficial sobre la necesidad de "consultas pol¨ªticas", pero tras lo ocurrido, ni la comunidad chi¨ª ni la oposici¨®n pol¨ªtica (que tambi¨¦n incluye a sun¨ªes en sus filas) se f¨ªan de que sentarse a negociar sirva de algo.
Despu¨¦s de 16 muertos, decenas de heridos y al menos 62 detenidos, los simpatizantes con el movimiento pro reforma insisten en que apuestan por la v¨ªa pac¨ªfica y as¨ª lo han subrayado tanto sus l¨ªderes pol¨ªticos como religiosos. Sin embargo, tambi¨¦n se quejan del doble rasero occidental (y en especial de EEUU). Sienten que su protesta no est¨¢ recibiendo el mismo respaldo y simpat¨ªas que las de T¨²nez, Egipto o Libia. "Se est¨¢ cerrando la ventana de oportunidad a favor de Ir¨¢n", advierte uno de los activistas que ha pasado a la clandestinidad.
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