Cartas de amor de Edith Piaf al campe¨®n ciclista
Un libro publica la correspondencia apasionada, fatal y desgraciada de la cantante francesa con el deportista Louis G¨¦rardin
En el oto?o de 1951, Edith Piaf, por entonces en la c¨²spide de su carrera art¨ªstica y de su dependencia del alcohol y la morfina, conoci¨® a un campe¨®n ciclista de carreras de pista, joven y casado, con el que vivi¨® una historia de amor muy suya: apasionada, acaparadora, triste y con final amargo. Hac¨ªa dos a?os que hab¨ªa muerto el gran amor de Piaf, el famoso boxeador Marcel Cerdam, en un accidente a¨¦reo. G¨¦rardin tambi¨¦n deportista. Pero estaba casado y jam¨¢s se decidi¨® a abandonar a su mujer, para desesperaci¨®n de la artista.
Ahora, un libro, Mon amour bleu (editorial Grasset), publica en Francia las 52 cartas que la cantante envi¨® al ciclista. El semanario Le Nouvel Observateur adelanta algunos extractos de la correspondencia de esa relaci¨®n condenada al fracaso y del car¨¢cter explosivo, depresivo, obsesivo y enamorado de la int¨¦rprete de la Vie en Rose.
La primera carta est¨¢ fechada en noviembre de 1951 y Piaf, por entonces de 35 a?os, se la env¨ªa al "Se?or Maravilla", residente en la "calle de la Felicidad". Y le escribe: "Te quiero con toda la fuerza y el alma de mi coraz¨®n. Quiero que t¨² seas el ¨²nico. Quiero cantar para ti solamente. Quiero que seas mi due?o y no hacer nada sin que t¨² est¨¦s de acuerdo".
A veces, Piaf parece enviarse las cartas a s¨ª misma m¨¢s que al campe¨®n ciclista del que est¨¢ locamente enamorada: "Quiero estar a la altura y no estropearlo, no creo que este amor sea pasajero, no, tengo ganas de que sea as¨ª, siempre he envidiado a las mujeres organizadas, con una parte interior ordenada, pero nunca s¨¦ c¨®mo (...) t¨² vas a hacer de m¨ª una mujer verdadera en todos los campos".
Las cartas fueron subastadas en 2009 en la sala Christie's de Par¨ªs y se vendieron por 67.000 euros. En ellas, adem¨¢s del omnipresente G¨¦rardin, Piaf se refiere a algunos amigos y colaboradores suyos, como el por entonces su secretario y ch¨®fer, Charles Aznavour.
Pero la mayor¨ªa giran exclusivamente en torno a ellos dos: "Me has repescado a tiempo", escribe en febrero de 1952, "he hecho la promesa a la iglesia de que si t¨² vienes no tocar¨¦ una gota de alcohol m¨¢s en mi vida (...)"
Con el tiempo, la esposa del ciclista contrat¨® un detective privado para que siguiera los pasos de su marido y la artista. Mientras, la cantante, nacida en el trozo de acera situada enfrente del n¨²mero 72 de la calle Belleville de Par¨ªs porque su madre no tuvo tiempo de llegar al hospital, criada en un prost¨ªbulo, acostumbrada a deambular de la pobreza a la desgracia durante buena parte de su vida, intentaba convencer al ciclista de que lo abandonara todo por ella: "Comprar¨¦ un terreno y mientras dure mi gira en Am¨¦rica te ocupar¨¢s de construir una casa que ser¨¢ la tuya si Dios me concede la gracia de ser tuya tambi¨¦n. Cuando est¨¦ en Am¨¦rica, te enviar¨¦ todo lo que gane para montar un negocio que me permita descansar al lado del hombre que amo".
Nada sali¨® as¨ª. La ¨²ltima de las cartas est¨¢ firmada en Nueva York y el tono fr¨ªo contrasta con el resto. Piaf, convencida de que G¨¦rardin no dejar¨ªa jam¨¢s a su familia, resignada y desenga?ada, le comunica su compromiso con su amigo, el cantante Jacques Pillis. Y se lo explica: "Cuando recibas esta carta estar¨¦ casada. (...) Te advert¨ª 1.000 veces que ibas a perderme, pero t¨² no reaccionaste, as¨ª que ha pasado lo que ten¨ªa que pasar. A fuerza de convivir con alguien tierno y amable, uno se deja llevar, y debo confesarte que amo sinceramente a Jacques".
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