El estallido de ira contra El Asad se extiende en Siria
La asesora de El Asad anuncia que el Gobierno levantar¨¢ la ley de emergencia impuesta desde 1963
La crisis siria sigue inflam¨¢ndose. Y el Gobierno del presidente Bachar el Asad contin¨²a tratando de frenar las protestas en varios puntos del pa¨ªs. La consejera de El Asad Buthayna Chaabane, cara amable del r¨¦gimen y portavoz ante la prensa, ha reconocido en una entrevista a la edici¨®n inglesa de Al Yazira que el Gobierno levantar¨¢ el estado de emergencia impuesto tras el golpe de Estado de 1963. Buthayna, que no ha detallado el calendario para ejecutar la medida, ya adelant¨® durante una rueda de prensa esta semana que estaban estudiando la derogaci¨®n de esta norma, junto a otras reformas destinadas a frenar la corrupci¨®n y elevar el sueldo de los funcionarios. Ayer, en un nuevo gesto fallido para aplacar la revuelta, el Gobierno liber¨® a 260 presos islamistas. Al contrario, las protestas se extendieron a la zona costera del pa¨ªs.
La diversidad social y geogr¨¢fica que ha alcanzado la revuelta inquieta a Damasco
Deraa, la ciudad sure?a donde naci¨® la protesta, vivi¨® una nueva jornada de manifestaciones y la sede del partido Baaz y una comisar¨ªa de polic¨ªa fueron incendiadas. En la cercana Tafas, una multitud acudi¨® al entierro de tres de los muertos el viernes por disparos policiales y despu¨¦s quem¨® tambi¨¦n la sede del Baaz. En Latakia, capital de la provincia natal de los Asad y con una fuerte presencia alau¨ª, se form¨® una marcha contra el r¨¦gimen. La agencia estatal SANA ha informado de que en esta localidad portuaria han muerto 12 personas en los ¨²ltimos dos d¨ªas.
Siria no viv¨ªa una semana tan sangrienta desde 1982, cuando una rebeli¨®n islamista caus¨® decenas de muertos y la posterior represi¨®n gubernamental dej¨® entre 10.000 y 20.000 cad¨¢veres en la ciudad de Hama. Hasta el momento, ni los disparos de las fuerzas de seguridad ni las promesas de acabar con la corrupci¨®n y aliviar la opresi¨®n pol¨ªtica han servido para que Bachar el Asad recuperara el control de la situaci¨®n.
El Gobierno de El Asad insisti¨® en afirmar que los muertos registrados durante la semana (m¨¢s de 100 seg¨²n diversas fuentes hospitalarias sirias, al menos 55 seg¨²n Amnist¨ªa Internacional) no hab¨ªan sufrido disparos de la polic¨ªa, sino de misteriosas "bandas armadas extranjeras" disfrazadas con uniformes de las fuerzas de seguridad. En declaraciones a la BBC, Buthayna Chaabane dijo que "una conspiraci¨®n extranjera" intentaba desestabilizar Siria, que varios forasteros hab¨ªan sido detenidos y que Damasco respetaba el derecho de sus ciudadanos a manifestarse pac¨ªficamente.
Los miles de sirios que continuaron con la protesta no se mostraron convencidos ante esas explicaciones. En Deraa, la estatua de Hafez el Asad (padre del actual presidente) derribada el viernes se convirti¨® en el nuevo s¨ªmbolo de la revuelta. Decenas de personas se encaramaron al pedestal cubierto de cascotes y colgaron carteles con la frase "el pueblo exige la ca¨ªda del r¨¦gimen", el grito emblem¨¢tico de la revoluci¨®n egipcia. Los funerales por las v¨ªctimas m¨¢s recientes, cuyos nombres fueron cantados desde los minaretes, se transformaron en actos de desaf¨ªo al Gobierno.
Lo mismo sucedi¨® en Tafas, unos kil¨®metros al norte de Deraa. El funeral por tres v¨ªctimas desemboc¨® en el asalto a la sede local del Baaz, el partido hegem¨®nico de El Asad, y su posterior incendio.
El hecho de que la protesta alcanzara Latakia, una provincia costera de la zona occidental del pa¨ªs con numerosos establecimientos tur¨ªsticos y conocida, sobre todo, porque en ella naci¨® Hafez el Asad, fundador de la dinast¨ªa gobernante, debi¨® agravar la inquietud en Damasco. La diversidad geogr¨¢fica y social de las revueltas, en las que participaban numerosos sun¨ªes partidarios de un r¨¦gimen isl¨¢mico pero tambi¨¦n j¨®venes que reclamaban democracia, demostraba que la voluntad de cambio estaba muy extendida.
En medios pol¨ªticos y period¨ªsticos de Damasco se aseguraba que el presidente Bachar el Asad se preparaba para efectuar un discurso televisado (tras permanecer invisible durante toda la semana) en el que concretar¨ªa las promesas de reformas efectuadas el jueves por su asesora Chaabane y anunciar¨ªa una remodelaci¨®n del Gobierno.
Lo que parece claro es que en Siria no se dan las condiciones para una revoluci¨®n relativamente poco cruenta, como en T¨²nez y Egipto. El Ej¨¦rcito est¨¢ directamente controlado por la familia El Asad. Si las protestas culminaran en una rebeli¨®n el escenario m¨¢s probable ser¨ªa el de una nueva Libia. Eso podr¨ªa disuadir a la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n urbana a unirse a la protesta: est¨¢n hartos del r¨¦gimen pero poco interesados en una guerra interna o en la subida al poder de los islamistas.
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