Las cuentas pendientes de Washington en Bah¨ªa de Cochinos
Los invasores que murieron en Playa Gir¨®n no han sido sepultados en EE UU
El 19 de abril de 1961 dos aviones estadounidenses B-26 eran derribados en Cuba, en unos combates que podr¨ªan considerarse ya el comienzo del fin de la batalla en Playa Gir¨®n o Bah¨ªa de Cochinos. Uno de esos bombarderos ca¨ªa por la acci¨®n de un Sea Fury y dos T-33 cubanos y el otro por el fuego de las bater¨ªas antia¨¦reas desplegadas en el central azucarero Australia, donde Fidel Castro ten¨ªa instalado su comando. Los B-26 formaban parte de la Brigada 2506, organizada por la CIA e integrada principalmente por exiliados cubanos, para entrar en Cuba y tratar de ganar a toda velocidad una cabeza de playa que les permitiera solicitar la intervenci¨®n norteamericana. Pero la intentona de 1961 termin¨® en fracaso. Despu¨¦s de tres d¨ªas de enfrentamientos los invasores no lograron su objetivo m¨¢s inmediato (la cabeza de playa), el apoyo prometido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) no lleg¨® nunca por la reticencias del presidente John F. Kennedy, y la mayor¨ªa de los brigadistas fue capturada.
Los dos B-26 eran pilotados, entre otros, por cuatro norteamericanos, miembros de las Guardia Nacional de Alabama y que hab¨ªan sido reclutados por la CIA en vista de su experiencia al frente de esos aparatos. Se trataba de Thomas Willard Ray, Leo Francis Baker, Riley W. Shamburger y Wade C. Gray. Los cuatro eran de la ciudad de Birmingham y forman parte del centenar de miembros de la Brigada 2506 que murieron a consecuencia del fallido desembarco en Cuba.
A 50 a?os de esa batalla, los brigadistas que murieron en esa operaci¨®n no est¨¢n en cementerios de EE UU. Unos porque cayeron al mar y sus cad¨¢veres nunca fueron recuperados. Los otros siguen en Cuba al no haber sido nunca reclamados por las autoridades de Washington o por no haberse abierto una instancia de negociaci¨®n al respecto con el r¨¦gimen de La Habana. El Gobierno estadounidense nunca ha buscado v¨ªas para repatriar los cuerpos de aquellos que envi¨® a pelear, a diferencia de lo que ha hecho por los combatientes muertos o desaparecidos en la guerra de Vietnam.
Por el contrario, la Administraci¨®n Kennedy s¨ª negoci¨® con las autoridades cubanas tras los sucesos de Playa Gir¨®n la entrega de casi 1.200 hombres capturados durante la fallida invasi¨®n. Cerca de 60 fueron enviados a Estados Unidos por estar heridos o enfermos y 1.113 fueron canjeados a cambio de 53 millones de d¨®lares en alimentos y medicinas, a fines de 1962. Incluso los exprisioneros fueron recibidos por el propio JFK en un acto en el Orange Bowl, de Miami, Florida.
Pero por los muertos no se hizo nada o casi nada. Ni siquiera sus familiares recibieron alguna pensi¨®n especial por el fallecimiento de sus esposos, padres o hijos, como reconoce el expresidente e historiador de la Brigada 2506, Esteban Bovo. Y sobre el tema de haber buscado una negociaci¨®n para repatriar los muertos responde: "Nada se puede negociar con ese se?or", en referencia a Fidel Castro y en abierta desavenencia con los acuerdos que s¨ª alcanz¨® el gobernante cubano con la Administraci¨®n Kennedy.
Este veterano explica que, de los 104 brigadistas muertos a consecuencia de los hechos de 1961 (que incluye a quienes fallecieron en los entrenamientos en Guatemala, en la traves¨ªa hacia Cuba y quienes murieron en un bote que estuvo 15 d¨ªas a la deriva tras huir, despu¨¦s de la batalla), y aparte de aquellos cuyos cuerpos no fueron recuperados, muchos fueron enterrados en el mismo lugar donde cayeron; otros fueron sepultados en el cementerio de Jaguey Grande, cerca del central azucarero Australia, y no pocos fueron depositados en fosas comunes en el cementerio Col¨®n, de La Habana.
Entre este ¨²ltimo grupo se encuentran cinco brigadistas que, tras ser capturados por haberse infiltrado en Cuba en las semanas previas al desembarco de Playa Gir¨®n, fueron fusilados el mismo 19 de abril de 1961, y otros cinco invasores que fueron ejecutados el 5 de septiembre del mismo a?o por orden de un tribunal cubano. Asimismo, en el camposanto habanero se encuentran nueve brigadistas que murieron asfixiados cuando eran trasladados a la capital cubana en camiones cerrados.
Sin embargo, los casos que mejor reflejan el destino de los muertos de la Brigada 2506 son precisamente los de los cuatro norteamericanos de Alabama muertos cinco d¨¦cadas atr¨¢s. Uno de los B-26, donde iban Riley W. Shamburger y Wade C. Gray, se estrell¨® en el mar, por lo que sus cuerpos nunca fueron hallados. Pero el otro bombardero cay¨® en tierra. Thomas Willard Ray y Leo Francis Baker habr¨ªan sobrevivido al derribo, pero fueron muertos por los milicianos, aparentemente al haberse resistido a su captura. Como sea, sus familias debieron realizar una larga lucha por recuperar sus cad¨¢veres y por conocer las circunstancias en que hab¨ªan muerto, algo de lo que nadie les inform¨® durante a?os.
As¨ª, tuvieron que pasar casi dos d¨¦cadas para que la viuda y los dos hijos de Thomas Pete Ray pudieran enterrar el cad¨¢ver de su padre. S¨®lo en 1972 la CIA reconoci¨® que Ray pertenec¨ªa a su plantilla. Tiempo despu¨¦s la familia se enter¨® que el cad¨¢ver del aviador estaba en un congelador en el Instituto de Medicina Legal de La Habana. Fue entonces cuando la hija de Ray, Janet Ray Weininger, reclam¨® el cuerpo a las autoridades cubanas, tras lo cual fue repatriado a Alabama, en diciembre de 1979.
Catherine Baker ha tenido menos suerte. Despu¨¦s de d¨¦cadas de hacer preguntas y de golpear puertas, la esposa de Leo Francis Baker vino a obtener algunas respuestas en 1982. S¨®lo ese a?o el Departamento de Estado le comunic¨® que su esposo hab¨ªa muerto en Bah¨ªa de Cochinos y que su cuerpo estaba sepultado. Tras a?os de requerimientos de la viuda, el aparato diplom¨¢tico estadounidense hab¨ªa actuado y le hab¨ªa solicitado a las autoridades cubanas informaci¨®n por el caso de Baker. La respuesta no se hizo esperar: la descripci¨®n del miembro de la Guardia Nacional de Alabama coincid¨ªa indudablemente con los de un cuerpo identificado con el n¨²mero 425-E y enterrado en la manzana 5, segunda clase, fila 10, tumba 18 del cementerio de Crist¨®bal Col¨®n, en La Habana. Sin embargo, no habr¨ªa funeral en Birmingham. No era posible exhumarlo, ya que el cuerpo fue arrojado en alg¨²n momento a una fosa com¨²n, por lo que ser¨ªa muy dif¨ªcil distinguir sus restos de los de otros combatientes.
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