El fiasco de Tora Bora
Bin Laden escap¨® del cerco de EE UU en 2001 gracias al apoyo de las tribus y la poblaci¨®n locales
Nunca estuvo EE UU tan cerca de capturar a Osama Bin Laden como en diciembre de 2001 en las monta?as de Tora Bora, donde se hab¨ªa refugiado con un pu?ado de fieles combatientes. Pero un error garrafal del mando militar estadounidense, que dej¨® en manos de l¨ªderes afganos locales la captura del l¨ªder de Al Qaeda para evitar bajas propias, dio al traste con la operaci¨®n y alarg¨® casi diez a?os la caza del terrorista m¨¢s buscado del mundo.
El 10 de noviembre de 2001, apenas dos meses despu¨¦s de los atentados del 11-S, Bin Laden fue visto por ¨²ltima vez en p¨²blico en la ciudad de Jalalabad, al este de Afganist¨¢n. Ese d¨ªa comi¨® con varios cientos de l¨ªderes tribales de la etnia past¨²n, a quienes areng¨® con la promesa de derrotar a los estadounidenses como ya hicieron d¨¦cadas antes los muyaidines afganos con el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico.
Acabado el almuerzo, el multimillonario saud¨ª reparti¨® entre los asistentes sobres con grandes fajos de rupias paquistan¨ªes. Algunos, los m¨¢s influyentes, recibieron hasta 10.000 d¨®lares. En esa parte del mundo, y en ese momento, no hab¨ªa mejor forma de asegurarse el apoyo de la poblaci¨®n local. El gesto pudo salvarle la vida.
Al d¨ªa siguiente, acompa?ado de unas decenas de guerrilleros afganos y militantes talibanes de varias nacionalidades, Bin Laden puso rumbo a Tora Bora, un rec¨®ndito enclave de la cordillera de Spin Gar o Monta?as Blancas, muy cercano a la frontera con Pakist¨¢n. La guerra desatada tras los atentados de Nueva York y Washington marchaba entonces sobre ruedas para EE UU, y la Alianza del Norte estaba a punto de tomar Kabul. Los aliados de Washington controlar¨ªan pronto todo el pa¨ªs, expulsar¨ªan a los talibanes y formar¨ªan un nuevo Gobierno.
Pero la promesa del presidente George W. Bush de capturar vivo o muerto al instigador de los atentados del 11-S no pudo cumplirse. Hoy tenemos la certeza de que el l¨ªder de Al Qaeda resisti¨® los bombardeos de los aviones F-14 y B-52 estadounidenses, que castigaron casi sin descanso Tora Bora a principios de diciembre. Lo m¨¢s seguro es que el saud¨ª tuviese preparada su hu¨ªda con antelaci¨®n. Conoc¨ªa como la palma de su mano el terreno, ya que ¨¦l mismo financi¨® la ampliaci¨®n de una red de t¨²neles y cuevas que los muyaidines ya hab¨ªan utilizado para refugiarse de los bombardeos sovi¨¦ticos. La mayor¨ªa de quienes han investigado lo sucedido esos d¨ªas concluyen que el fugitivo logr¨® huir a Pakist¨¢n a trav¨¦s de las monta?as con la ayuda de la poblaci¨®n local.
Para EE UU, Tora Bora fue un fracaso en toda regla. Sus mandos militares no quisieron arriesgar las vidas de sus soldados y pagaron a l¨ªderes tribales locales -qui¨¦n sabe si ya comprados por el propio Bin Laden- para llevar a cabo la operaci¨®n sobre el terreno. Mal equipados, con escasa moral y pobremente dirigidos, los guerrilleros afganos no pudieron, o no quisieron, capturar al dirigente isl¨¢mico. Dos de sus l¨ªderes, Haji Mohamed Zaman y Hazrat Ali eran rivales irreconciliables y, en lugar de dedicarse a la caza de Bin Laden, aprovecharon la coyuntura para resolver disputas internas e intentar hacerse con el control de la regi¨®n de Jalalabad. Seg¨²n una investigaci¨®n del peri¨®dico estadounidense The Christian Science Monitor, el propio comandante Hazrat Ali dej¨® escapar a militantes de Al Qaeda y puso a controlar las posibles v¨ªas de escape a un subordinado que hab¨ªa trabajado antes para Bin Laden. Ali reconoci¨® a la BBC que muchos de sus hombres traicionaron a EEUU: "Fue muy dif¨ªcil porque todos simpatizaban con Osama. El dio armas a la gente, les dio dinero; todas las casas de las monta?as cooperaron con ¨¦l."
La compleja red de apoyos con que Al Qaeda contaba en la regi¨®n past¨²n, a un lado u otro de la frontera, fue determinante para que su l¨ªder pudiese huir y, probablemente, para que haya sobrevivido todos estos a?os. El territorio que el periodista Robert D. Kaplan ha llamado "la frontera sin ley" tiene unos 1.500 kil¨®metros de largo y 150 de ancho. Es un conjunto de monta?as ¨¢ridas y valles profundos salpicados de peque?as aldeas. Sus habitantes son pastunes -la mayor¨ªa de los talibanes pertenec¨ªan a esta etnia- y se rigen por un c¨®digo milenario, el pastunwali, que domina todos los aspectos de su vida. Tienen su propio sistema judicial, sus propias milicias y la autoridad de los gobiernos de Pakist¨¢n y Afganist¨¢n raramente se impone. Junto a la agricultura y la ganader¨ªa, las principales fuentes de subsistencia han sido tradicionalmente el secuestro, el contrabando y el tr¨¢fico de drogas. Los ind¨®mitos habitantes de la regi¨®n han utilizado los pasos fronterizos entre los dos pa¨ªses en todas las guerras en las que han combatido, ya sea contra los ingleses, los sovi¨¦ticos o los estadounidenses.
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