Maniobras soberanas

Quiz¨¢ la autoridad quiso maltratar a los indignados para as¨ª luego justificar, como si hiciera falta, que castigaba a los salvajes del f¨²tbol, no fuera a ser que estos se indignaran y se quejaran de un trato de favor, en lo que a palos se refiere. No lo creo, ser¨ªa una actitud absurda, adem¨¢s de innecesaria. Los ¨¢rbitros suelen jugar a ley de la compensaci¨®n. Cuando el colegiado mete la pata en una primera ocasi¨®n, luego trata de igualar en una segunda, que paga justa por pecadora. En este caso empez¨® por atr¨¢s. Y menos mal. Porque anda si metiendo la pata hasta el fondo como hizo desalojando la plaza de gente pac¨ªfica, luego hubiera querido compensar su mala acci¨®n con otra igual de mal, cual hubiera sido no actuar contra las hordas que celebran el ¨¦xito deportivo como salvajes.

Puig dice que no dimitir¨¢ pero recuerda que puede ser cesado. Ni para asumir responsabilidades muestra coraje. Tras lanzar pelotas a los manifestantes, ahora le lanza la pelota a Mas. Tiene pelotas para todo el mundo menos para ¨¦l.

Entiendo su prudencia al comentar los eventos: necesaria. Afortunadamente yo no visto sus ataduras, no me debo a ninguna instituci¨®n ni compa?¨ªa.Si hemos observado las mismas im¨¢genes, hablar de incompetencia es quedarse corto. Porque con el ¨ªndice de desempleo en Espa?a, la verdad es que las manifestaciones fueron peque?as. Cualquier pol¨ªtico o gobernante con dos cent¨ªmetros de frente tendr¨ªa que agradecerlo (?40% de desempleo entre los j¨®venes!... No es para bromas ni desatinos). En consecuencia nunca se debi¨® siquiera insinuar su represi¨®n porque serv¨ªan (como lo han hecho) de v¨¢lvula de escape. La mayor¨ªa, despu¨¦s de expresar su insatisfacci¨®n regresar¨ªa a sus cotidianeidades. Las propuestas habr¨ªan sido expuestas, demostrando una democracia saludable (A lo cual deben colaborar los medios dando cobertura a las voces y las ideas). Y, talvez, un peque?o grupo exhibir¨ªa la perseverancia necesaria para concretar algo.La primera lecci¨®n, no es lecci¨®n, es clara muestra de la mediocridad de los gobernante a cargo. Ni siquiera saben gobernar para ellos mismos y con sus decisiones se ponen la soga al cuello.El segundo evento, con demasiados paralelismos con las acciones de las dictaduras, ya no s¨®lo habla mal de los gobernantes, sino tambi¨¦n de los cuerpos encargados de salvaguardar el orden. Una simple planificaci¨®n por sectores (digamos dos o tres) habr¨ªa bastado para dar a entender a los manifestantes que la intenci¨®n oculta no era desalojarlos: se ped¨ªa el abandono de un sector para su limpieza mientras se permit¨ªa la ocupaci¨®n de los otros y asunto solucionado. (Todav¨ªa me pregunto por qu¨¦ se afanaron con las computadoras y se justifican hablando de suicidio por no haber actuado en la madrugada, a oscuras, para cogerlos dormidos y desprevenidos.)El tercer evento, no s¨®lo debe incluir el actuar (ejemplar) de los acampanados. Tambi¨¦n debe contrastarse con la inacci¨®n posterior de las autoridades. Porque hay suficientes im¨¢genes y testimonios para que algunos "representantes del orden" pierdan su empleo y sean -adem¨¢s- juzgados por los actos de violencia cometidos.Mientras escribo me es dif¨ªcil contener la rabia. A¨²n si eran est¨²pidos y lo que deseaban era reprimir las manifestaciones, exist¨ªan otros m¨¦todos, como los chorros de agua a presi¨®n. Pero lo que vi fue unos s¨¢dicos con m¨¢scaras que se deleitaban descargando sus frustraciones con unos manifestantes que no hac¨ªan da?o a nadie.No obstante, el origen de mi rabia no s¨®lo nace de las im¨¢genes. Nac¨ª en dictadura, como muchos en Latinoam¨¦rica y Espa?a. S¨¦ c¨®mo trabajan las dictaduras. Hoy, visto lo sucedido, es necesario que quienes las vivimos, advirtamos sobre el mal uso de la "inteligencia". Bajo ninguna raz¨®n o pretexto, ninguna de las autoridades debe obtener o guardar informaci¨®n que permita identificar a los manifestantes en la plaza.Doy la explicaci¨®n para no ser acusado de paranoico. Habiendo nacido en dictadura, mi padre, como muchos de sus relativos, fue c¨®mplice de aquella. Nada que sorprenda; las estad¨ªsticas afirman lo mismo para Espa?a o Chile, donde las dictaduras, una vez terminadas todav¨ªa contaban con un amplio apoyo de la poblaci¨®n. Este fen¨®meno se da porque se justifican sus razonamientos en sus doctrinas del bien. Pinochet ten¨ªa apoyo porque trajo el "bien" econ¨®mico y protegi¨® a Chile del "mal" de la insurgencia. Franco era un palad¨ªn del "bien" cat¨®lico y su moral. Adem¨¢s los argumentos son completamente verificables. Es innegable la prosperidad econ¨®mica de Chile, como lo es la reducid¨ªsima existencia de delitos durante el franquismo. En resumen, las dictaduras se sostienen porque sus doctrinas de "bien" satisfacen a un amplio sector de la poblaci¨®n. Y el apoyo no proviene de razonamientos desquiciados, sino de evidencia palpable, por personas fundamentalmente sensatas. Es simplemente un defecto de educaci¨®n (Se da por sentado que lo definido por "bueno" a nivel personal o gregario es "bueno" a nivel universal. No se entiende que el conocimiento en cualquiera de sus expresiones no deja de ser un meta-conjunto de paradigmas. La democracia lo que hace es tomar en cuenta los diferentes paradigmas, sean religiosos, econ¨®micos, morales, cient¨ªficos, pol¨ªticos..., dentro de un sistema que les de oportunidades igualitarias, con el fin de evitar los conflictos y fomentar el apoyo concertado hacia unos objetivos comunes).Hablamos de personas que en sus acciones e intenciones no fueron malas. Sus fallos eran principalmente un poco de tolerancia a los modos y un exceso de indiferencia hacia los actos indebidos por quienes compart¨ªan sus doctrinas del "bien". Desgraciadamente esos fallos siempre han sido caldo de cultivo para los peores ejemplares de la raza humana. No es que la gran mayor¨ªa de aquellos apoyando las dictaduras decidieran torturar comunistas, imperialistas, cat¨®licos o no-cat¨®licos; es que prefirieron mirar para otro lado y no enterarse (peor a¨²n cuestionar) las acciones y modos de los encargados de preservar el "bien".En Espa?a ya hay grupos xen¨®fobos que salen a cazar inmigrantes para asustarlos, golpearlos, quemarlos o matarlos. Sabemos que por lo menos uno de los mossos (?Por medio de facebook!) declar¨® sus odios y ¨¢nimos de violencia. Tambi¨¦n sabemos que con un retorcido esp¨ªritu de grupo, las autoridades pol¨ªticas han preferido mirar hacia otro lado en cuanto a los abusos y actos de violencia. Si a eso sumamos las presiones sociales como el desempleo, la crisis econ¨®mica y los roces culturales consecuencia del caos migratorio, no estamos lejos del fascismo.Para ponerlo en perspectiva, basado en experiencias personales, basta (y sobra) un grupo de 30-50 personas "extremas" para poner en zozobra a una ciudad de medio mill¨®n de habitantes. Para enmendar lo ense?ado en los libros de historia: no es que los alemanes en su mayor¨ªa deseaban la muerte de las otras razas (Recordemos que los campos de concentraci¨®n se mantuvieron en secreto para la mayor¨ªa de alemanes); es que la mayor¨ªa de los alemanes se cre¨ªa la mejor de las razas, prefirieron volverse indiferentes hacia esos que no eran ellos y desarrollaron un tergiversado esp¨ªritu de grupo en base a la doctrina del "bien" hitleriana .Si no se salvaguarda la privacidad de los manifestantes (Que al no haber cometido ning¨²n crimen no deber¨ªan ser susceptible a ser "anotados"), no estamos lejos de abonar el peor de los fascismos. Porque, si a¨²n no se han dado cuenta, aunque fueron pocos los polic¨ªas que cometieron los excesos, ninguno de sus colegas hizo nada para impedirlo. No s¨®lo se cumple los requisitos de tolerancia e indiferencia previamente mencionados. Se cuenta con el agravante que los polic¨ªas, a diferencia de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, est¨¢n obligados a proteger a los ciudadanos. En la ¨²ltima d¨¦cada, en Latinoam¨¦rica, actos de represi¨®n as¨ª de violentos (o m¨¢s violentos) s¨®lo los he visto en Per¨², Bolivia y Venezuela. Pero esos gobiernos por lo menos ten¨ªan la excusa (que no justificaci¨®n) de que los manifestantes iban armados, destruyeron propiedad y atacaron a otra gente. En contraste, los manifestantes espa?oles han sido un ejemplo en su comportamiento... Hoy en d¨ªa existen dos Espa?as: una civilizada y progresista, como la gran parte de los manifestantes, y otra retrograda y autoritaria hasta lo dictatorial, como la mayor¨ªa de sus autoridades y gobernantes. ?Cu¨¢l ser¨¢ la Espa?a de ma?ana? ?Una que admire la diplomacia francesa, el belicismo estadounidense, la armon¨ªa del gobierno chino o el ¨¦xito econ¨®mico de Luxemburgo y Suiza? ?O una que pueda honestamente considerarse desarrollada?