Luz verde para la construcci¨®n de la macropresa de Belo Monte
La autorizaci¨®n de la tercera mayor hidroel¨¦ctrica del mundo supone un triunfo para la presidenta brasile?a
El Instituto Brasile?o de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ibama) dio luz verde ayer a la construcci¨®n de la pol¨¦mica central hidroel¨¦ctrica de Belo Monte en la Amazonia. La autorizaci¨®n supone un triunfo para la presidenta, Dilma Rousseff, que, como su antecesor, Lula da Silva, apost¨® por este proyecto, que se arrastra desde hace 20 a?os.
El Ibama hab¨ªa puesto 40 condiciones iniciales de tipo econ¨®mico y medioambiental para autorizar la hidroel¨¦ctrica, que ser¨¢ la tercera mayor del mundo despu¨¦s de la de las Tres Gargantas en China y la brasile?o-paraguaya de Itaip¨². Con un coste previsto en torno a los 11.000 millones de d¨®lares y una potencia instalada de 11.200 megavatios, se prev¨¦ que la construcci¨®n se haya completado a comienzos de 2015.
El Gobierno ha conseguido el visto bueno al proyecto pese a las largas campa?as en contra emprendidas por ecologistas, sectores de la Iglesia cat¨®lica, comunidades ind¨ªgenas y cient¨ªficos independientes. Todos ellos argumentan que el proyecto fara¨®nico de esta macropresa puede crear graves problemas socioambientales, ya que es dif¨ªcil prever las consecuencias de modificar el r¨ªo Xingu y lo que puede suponer para miles de ind¨ªgenas y habitantes locales, que deber¨¢n abandonar sus casas.
Sin embargo, ya desde los tiempos del expresidente Fernando Henrique Cardoso, en los a?os noventa, los sucesivos Gobiernos brasile?os han considerado necesaria la obra para generar energ¨ªa limpia y a menor coste.
Seg¨²n el Ibama, "la concesi¨®n fue marcada por un consistente an¨¢lisis t¨¦cnico e incluy¨® exigencias que garantizan ganancias sociales y ambientales".
Sin embargo, la Fiscal¨ªa del Estado de Par¨¢ se opuso desde el primer momento a la concesi¨®n, alegando que varias de las 40 condiciones impuestas por el Ibama para dar su s¨ª definitivo "no han sido cumplidas". Las obras podr¨¢n empezar, aunque las protestas, especialmente de ecologistas e ind¨ªgenas, van a seguir arreciando y recurriendo a los diferentes ¨®rganos judiciales con el intento de parar las obras.
Para la presidenta Rousseff, sin embargo, se ha tratado de una victoria que la hace respirar en un momento de crisis interna de su Gobierno, que tiene contra las cuerdas a su n¨²mero dos, Antonio Palocci, su sucesor en el Ministerio de la Casa Civil, acusado de un supuesto enriquecimiento il¨ªcito.
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