Un brasile?o se declara propietario de 12 millones de hect¨¢reas en la selva amaz¨®nica
Falb Saraiva de Farias, de 78 a?os, y considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, afirma tener en su poder los t¨ªtulos de propiedad
En Brasil, el Gobierno de Dilma Rousseff est¨¢ pendiente del voto del Senado sobre el nuevo C¨®digo Forestal, que admite la amnist¨ªa para los que han destruido la selva amaz¨®nica hasta 2008, tras la derrota sufrida en el Parlamento. Si el Senado corroborara el voto de la C¨¢mara baja, la presidenta Rousseff podr¨ªa vetar dicha amnist¨ªa.
Mientras tanto, es emblem¨¢tica del laberinto de irregularidades perpetradas durante a?os en el gran patrimonio de la selva amaz¨®nica, que aloja la mayor biodiversidad del planeta, la historia de novela de Falb Saraiva de Farias, de 78 a?os, sin m¨¢s estudios que la escuela primaria, que se confiesa propietario de nada menos que de 12 millones de hect¨¢reas de tierras amaz¨®nicas.
Asegura que tiene un ba¨²l de documentos que certifican que es due?o de esas tierras desde el a?o 1800. Este hombre, considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, con un agudo sentido com¨²n y una no despreciable habilidad para los negocios de la tierra, ya ha sido encarcelado varias veces, aunque nunca ha permanecido en prisi¨®n m¨¢s de ocho meses, acusado de falsificaci¨®n de documentos, de ocupaci¨®n ilegal de tierras y de mil delitos m¨¢s. Hubo hasta una Comisi¨®n de Investigaci¨®n del Parlamento (CPI) sobre el tema de las tierras ilegales en la Amazonia que le llev¨® derecho a la c¨¢rcel. "Fue una payasada lo que hicieron conmigo", afirma angelicalmente, y a?ade: "No me dejaron ni hablar con los periodistas. Muchos a¨²n piensan que sigo en la c¨¢rcel". No lo est¨¢. Ha sido absuelto varias veces, hasta por el Tribunal Superior de Justicia, del supuesto delito de falsificaci¨®n de documentos.
Uno de sus mayores entretenimientos hoy es manosear y acariciar las decenas de carpetas con cientos de documentos, que esconde en su casa, con los supuestos t¨ªtulos de propiedad de los 12 millones de hect¨¢reas que asegura que son suyas.
En una entrevista para este diario, hace a?os, un etn¨®logo ya fallecido, que cre¨® una de las mayores reservas en el coraz¨®n de la Amazonia -donde se pueden recorrer hect¨¢reas de selva intacta, como hace cien a?os- explicaba el marasmo jur¨ªdico de las propiedades de la selva amaz¨®nica donde particulares, con mil subterfugios y complicidades de abogados y notarios, se fueron haciendo propietarios de tierras que pertenec¨ªan al Estado. Uno de los trucos era, por ejemplo, envejecer pergaminos para falsificar antiguos documentos de propiedad.
Lo que resulta incre¨ªble es que un personaje como este, hoy uno de los mayores propietarios de tierras del mundo, haya podido conseguir juntar tanta tierra sin tener apenas preparaci¨®n acad¨¦mica. Comenz¨® a trabajar a los 11 a?os, con un barquito con el que compraba y revend¨ªa productos de los r¨ªos de la Amazonia. Un d¨ªa su barco se quem¨® en el r¨ªo Iaco. "Era todo lo que ten¨ªa. Me qued¨¦ en la orilla viendo c¨®mo ard¨ªa mi barco. Pas¨¦ dos a?os de hambre y trabaj¨¦ como recadero", cuenta el empresario.
Todo cambi¨® cuando se cas¨® con la viuda Mar¨ªa Luisa Hidalgo Lima Barrios, heredera de tierras. Juntos crearon un imperio. No fue indiferente a su epopeya el haber ingresado en la secta evang¨¦lica Iglesia Universal, mientras estaba detenido por la polic¨ªa federal. El empresario fue ayudado por varios pastores evang¨¦licos y redact¨® el documento Planificaci¨®n de la futura vida familiar y econ¨®mica con la bendici¨®n de Dios.
En 16 p¨¢ginas, con la bendici¨®n de la Iglesia Universal, planificaba construir una casa de 3.600 metros cuadrados con piscinas y campos de deportes, adquirir dos lanchas de lujo, un avi¨®n bimotor y cinco coches nuevos de importaci¨®n. Sus proyectos con la Iglesia Universal suponen tambi¨¦n la creaci¨®n de la Mega Preser, SA para la preservaci¨®n ambiental, y de la Mega Solidario, SA para la asistencia social.
Preguntado por el periodista Altino Machado sobre lo que piensa del nuevo y pol¨¦mico C¨®digo Forestal responde sin titubeos: "Me encanta. Con ¨¦l, el productor tendr¨¢ ahora el derecho de destruir una parte mayor de la selva". ?Y si la presidenta Rousseff vetara la amnist¨ªa aprobada por el Congreso de los destructores de la Amazonia? "Ah, en ese caso", dice, "no volver¨ªa a ser elegida ni como concejal".
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