Salvando a Hait¨ª, la perla de las Antillas
Despu¨¦s del terremoto de 2010, se ha constatado el aumento de los flujos migratorios de haitianos hacia Latinoam¨¦rica y el alza del tr¨¢fico humano
?C¨®mo es posible que en solo dos siglos, Hait¨ª, la perla de las Antillas, una de las colonias m¨¢s ricas del mundo, haya pasado a ser el pa¨ªs m¨¢s pobre del hemisferio occidental? Una concatenaci¨®n de desastres pol¨ªticos, sociales, econ¨®micos y naturales han convertido a este pa¨ªs de 27.750 kil¨®metros cuadrados en uno de los m¨¢s atrasados del planeta.
Que el mundo no se olvide de Hait¨ª es el empe?o de todos los que all¨ª trabajan por su recuperaci¨®n. Y que los miles de haitianos, que se han visto forzados a huir, especialmente despu¨¦s del terremoto que asol¨® en enero 2010 el peque?o pa¨ªs caribe?o, sean considerados refugiados y no simplemente migrantes por razones econ¨®micas, es el objetivo del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).
"La sociedad haitiana es muy vulnerable, y la situaci¨®n de extrema pobreza provoca que terremotos, huracanes, c¨®lera ... se ceben con la poblaci¨®n", afirma Merlys Mosquera, directora del SJR en Latinoam¨¦rica y Caribe.
El fen¨®meno de la migraci¨®n haitiana no es algo nuevo y aunque, en general, siempre ha respondido a razones econ¨®micas, ha habido periodos negros de la historia del pa¨ªs en los que muchas personas tuvieron que huir por razones pol¨ªticas, sobre todo durante las dictaduras de los Duvalier (1957-1986) y la sangrienta represi¨®n del r¨¦gimen de Raoul C¨¦dras (1991-1994). Tras el golpe de Estado que derroc¨® al sacerdote populista Jean-Bertrand Aristide, hubo un ¨¦xodo de m¨¢s de 100.000 personas.
Y cuando Hait¨ª se estaba recuperando de la crisis humanitaria provocada tras el derrocamiento de Aristide, el hurac¨¢n Gustav, en agosto de 2008, destruy¨® m¨¢s de 100.000 casas y produjo p¨¦rdidas superiores a los 1.000 millones de euros. Pero como todo es susceptible de empeorar, apenas un a?o y medio despu¨¦s, el 12 de enero de 2010, un devastador se¨ªsmo mat¨® a 220.000 personas, llen¨® de caos la capital, Puerto Pr¨ªncipe, y dej¨® tres millones de damnificados, de los cuales, a¨²n hoy, un a?o y medio despu¨¦s, m¨¢s de un mill¨®n siguen viviendo en campos provisionales en unas condiciones de insalubridad y pobreza extremas.
Atraso y tr¨¢fico humano
Hait¨ª est¨¢ a un tiro de piedra de un pa¨ªs rico como Estados Unidos y comparte una permeable frontera de 388 kil¨®metros con Rep¨²blica Dominicana. Tras los ¨²ltimos desastres, se ha observado un aumento de los flujos migratorios haitianos hacia Am¨¦rica Latina, seg¨²n el informe presentado esta semana en Madrid por Merlys Mosquera. Dicho informe insiste en resaltar la falta de mecanismos concretos de protecci¨®n a esta poblaci¨®n y la ambig¨¹edad de los Gobiernos de la regi¨®n y de algunas agencias internacionales respecto del estatuto de los haitianos. En la ambig¨¹edad entre migrantes econ¨®micos o refugiados se basan para negar la asistencia y la protecci¨®n de los haitianos bajo la definici¨®n "restrictiva" de refugiado, plasmada en la Convenci¨®n de Ginebra (1951), ya que dichos Gobiernos sostienen que los haitianos no huyen por "temor a la persecuci¨®n por razones de raza, religi¨®n, nacionalidad, pertenencia a un grupo social o persecuci¨®n pol¨ªtica", sino que escapan de la miseria y de los desastres naturales.
Son Ecuador, Chile y Brasil los pa¨ªses latinoamericanos que mayor flujo de emigrantes haitianos han recibido. Despu¨¦s del terremoto, estas naciones, especialmente Brasil, los aceptaron, pero a mitad de febrero de este a?o el Gobierno brasile?o suspendi¨® la concesi¨®n de protocolos de refugiados. Adem¨¢s, la polic¨ªa brasile?a ha implementado una operaci¨®n, llamada Sentinela, para controlar sus fronteras.
Seg¨²n afirma Mosquera, muchos haitianos se han quedado atrapados en las zonas fronterizas de Per¨². Especialmente desde que la Guyana francesa, destino principal de los haitianos en Sudam¨¦rica por afinidad ling¨¹¨ªstica, cultural y ¨¦tnica, cerr¨® sus fronteras. M¨¦xico tambi¨¦n ha endurecido los requisitos de entrada y la Administraci¨®n de Felipe Calder¨®n ha incumplido las promesas de asistencia humanitaria a los haitianos.
La situaci¨®n de ingobernabilidad del pa¨ªs caribe?o, unida a las cat¨¢strofes, impiden que las autoridades haitianas tengan cifras oficiales de sus inmigrantes, la mayor¨ªa de ellos indocumentados, a los que, seg¨²n Angelica L¨®pez, subdirectora del SJR en Colombia, "no se cuidan mucho". A Hait¨ª solo le interesan las remesas de divisas que manda su di¨¢spora, fundamentales para la econom¨ªa del pa¨ªs, afirma.
El estado de indefensi¨®n y el vac¨ªo legal ha provocado que surjan complejas redes de trata y tr¨¢fico de personas, que operan desde Hait¨ª. Se reclutan j¨®venes con la promesa de estudios y trabajo en Am¨¦rica Latina e incluso en EE UU y Europa. Estas redes utilizan Cuba y Rep¨²blica Dominicana como pa¨ªses de tr¨¢nsito hacia Ecuador y, al llegar all¨ª, abandonan a sus v¨ªctimas.
Merlys Mosquera insiste en recalcar que la cuesti¨®n de los refugiados haitianos es un problema regional. "Los haitianos en Am¨¦rica Latina necesitan una protecci¨®n internacional para regularizar su situaci¨®n migratoria, garantizar la no deportaci¨®n e integrarse de manera digna en los pa¨ªses de acogida". El SJR ha propuesto a los Gobiernos de la regi¨®n, as¨ª como a los organismos que all¨ª trabajan, como la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) o Unasur, que reconozcan a los haitianos como refugiados de acuerdo con la Declaraci¨®n de Cartagena, adoptada en los a?os ochenta, que define como refugiados a aquellas personas que huyen de su pa¨ªs de origen para salvaguardar su seguridad, integridad f¨ªsica u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden p¨²blico.
De hecho, los haitianos que han llegado a Am¨¦rica Latina despu¨¦s del terremoto han sido forzados a huir de su pa¨ªs por el agravamiento de la situaci¨®n humanitaria, como la epidemia de c¨®lera o los huracanes, que "violan sus derechos humanos fundamentales como el derecho a la vivienda, a la salud y a la alimentaci¨®n", seg¨²n el informe del SJR.
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