La desintegraci¨®n regional despu¨¦s de Ch¨¢vez
Aunque el desarrollo de la convalecencia, recuperaci¨®n, supervivencia o desaparici¨®n de Hugo Ch¨¢vez despu¨¦s de su seria intervenci¨®n quir¨²rgica est¨¢ sujeto a especulaci¨®n, dos dimensiones de la estructura pol¨ªtica y econ¨®mica latinoamericana deben sopesarse. En primer lugar, est¨¢ el futuro del tejido pol¨ªtico venezolano, donde ya el liderazgo de Ch¨¢vez hab¨ªa sufrido reveses antes de su viaje a La Habana. Se dudaba si ser¨ªa capaz de mantenerse en el poder por el resto de la d¨¦cada. Ahora las perspectivas son m¨¢s precarias.
En segundo t¨¦rmino, por su impacto continental, el estado m¨¦dico de Ch¨¢vez deber¨¢ tener un impacto notable en el entramado de integraci¨®n regional, alianzas pol¨ªticas, esquemas de cooperaci¨®n y libre comercio, y fundaci¨®n de nuevos entes de coordinaci¨®n latinoamericana. No todo va ser igual en el caso de que Ch¨¢vez desaparezca, al menos para tener la influencia de la que ha disfrutado. Tres entes de alcance continental pueden dejar de ser iguales tras el percance del l¨ªder venezolano: Unasur, el ALBA y la Organizaci¨®n de Estados Latinoamericanos y del Caribe (OELC), que deb¨ªa ponerse en marcha precisamente la pr¨®xima semana en Caracas.
Ya antes del anuncio de la operaci¨®n de Ch¨¢vez se hab¨ªa resuelto aplazar hasta nuevo aviso la cumbre que dar¨ªa el certificado de nacimiento de lo que se hab¨ªa interpretado como un OEA sin Estados Unidos y Canad¨¢. Cualquier intento de dar m¨¢s cohesi¨®n a la integraci¨®n y coordinaci¨®n estrictamente latinoamericana es encomiable y deseable. Pero el perfil veladamente anti-Estados Unidos pod¨ªan convertir el experimento en foco de desacuerdo entre algunos pa¨ªses latinoamericanos que no desean tensar la cuerda demasiado con el gigante del norte. De all¨ª reciben la mayor parte de su comercio exterior y las inversiones norteamericanas se han mantenido a un nivel usual. Sin Ch¨¢vez, las riendas de la nueva organizaci¨®n ser¨¢n un peso demasiado fuerte para l¨ªderes con deseos de centrismo, como el mexicano Calder¨®n. Nada seria de extra?ar que la OELC naciera muerta.
La alternativa de la Uni¨®n Sudamericana sigue siendo una inc¨®gnita. El esquema abogado por el expresidente brasile?o Lula da Silva para anclar la hegemon¨ªa de su pa¨ªs en el subcontinente al sur de Panam¨¢ ha sido calificado positivamente por sectores amplios de la opini¨®n p¨²blica latinoamericana y su comunidad de centros de reflexi¨®n. Aunque en absoluto se la puede considerar como generadora de integraci¨®n en el sentido estricto en la senada del la Uni¨®n Europea, Unasur ha comenzado a ejercer como foro de consultas, eje de experimentos de defensa subcontinental, y mecanismo de lucha contra algunos de los retos formidables. El terrorismo, la criminalidad, el tr¨¢fico de drogas y de personas son algunos de los temas en la nueva organizaci¨®n, ya con su sede en Quito, tiene potencial. La posible desaparici¨®n de Ch¨¢vez puede no representar un impacto considerable. Todo depende del inter¨¦s de Brasil y lo que sus vecinos le permitan a Dilma Rousseff, la energ¨¦tica sucesora de Lula.
Inc¨®gnitas sobre el futuro del ALBA
La salud de Ch¨¢vez, por otra parte, incidir¨¢ notablemente en el funcionamiento de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra Am¨¦rica (ALBA), una invenci¨®n personal del presidente venezolano. Sin estructuras institucionales, con el propio palacio presidencial como vocero del ente, ALBA ha sido hasta ahora meramente un sistema de trueque, lejos de una organizaci¨®n de integraci¨®n regional. El capital central del esquema ha sido hasta ahora el petr¨®leo venezolano, ofrecido a precios especiales a otros pa¨ªses de la zona, o en intercambio por servicios especiales. Cuba es el socio m¨¢s destacado. Venezuela le suministra el preciado l¨ªquido y Cuba proporciona m¨¦dicos y maestros, adem¨¢s de agentes de seguridad. Cada uno de los dem¨¢s socios participa seg¨²n sus conveniencias y necesidades, especialmente el Ecuador de Rafael Correa y la Nicaragua de los sandinistas. Sin Ch¨¢vez, el ALBA puede saltar en pedazos, y su sue?o del Sucre, una especie de euro sudamericano, pieza de museo virtual.
Parad¨®jicamente, la desaparici¨®n de Ch¨¢vez puede dar nuevos br¨ªos a los dem¨¢s esquemas de integraci¨®n regional, con m¨¢s ambici¨®n de seguir el camino de la UE, al menos como punto de referencia, como ha sido hasta final del anterior siglo. Fue Ch¨¢vez el que dio lo que se consider¨® el golpe de muerte de la Comunidad Andina (CAN), al dar el sonado portazo para ingresar en Mercosur. Ch¨¢vez protest¨® de esa manera los escarceos de Per¨² y Colombia en lograr tratados comerciales separados con Estados Unidos y la Uni¨®n Europea. Chile no dio se?ales de ampliar su estatus de observador (fue miembro pleno de la CAN en su momento) y Bolivia ha amenazado con abandonarla totalmente.
Misterio mayor representa el estado de Mercosur, todav¨ªa con el expediente del ingreso de Venezuela, vetado sigilosamente por sectores brasile?os y paraguayos. De momento, la existencia de Venezuela en el "mercado com¨²n del sur" se reduce en la localizaci¨®n de la bandera bolivariana en la sede del Montevideo. Gracias a sus avances en las negociaciones con la UE, el Sistema de Integraci¨®n Centroamericano (SICA), heredero m¨¢s modesto del antiguo Mercado Com¨²n Centroamericano, puede seguir los pasos positivos recientes.
En rigor, habr¨¢ que esperar a que se aclare el panorama venezolano y sobretodo a que se den los pasos decisivos en las propias fuerzas latinoamericanas de integraci¨®n. Por el momento, seguir¨¢ la t¨®nica de establecer lig¨¢menes de libre comercio, individuales o a trav¨¦s de bloques d¨¦biles con Estados Unidos y con la Uni¨®n Europea. Ch¨¢vez lo contemplar¨¢ hasta los l¨ªmites de su salud.
Joaqu¨ªn Roy es Catedr¨¢tico 'Jean Monnet' y Director del Centro de la Uni¨®n Europea de la Universidad de Miami.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.