La nueva brecha del exilio cubano
Un congresista conservador divide a la comunidad de Florida y a los disidentes al proponer quitar privilegios de regularizaci¨®n a los emigrados de la isla
La Ley de Ajuste Cubano roza ya los 45 a?os de vigencia, siete menos que la revoluci¨®n. Fue promulgada el 2 de noviembre de 1966 por Estados Unidos, como se?ala en su pre¨¢mbulo, "para ajustar el estatus de los refugiados cubanos a la de residentes legales, y para otros fines". Gracias a ella, miles de cubanos han gozado del privilegio de obtener la residencia estadounidense al a?o y un d¨ªa de su entrada en el pa¨ªs, algo bien diferente a lo que sucede a los millones de indocumentados de otras nacionalidades que no han podido regularizar su situaci¨®n. Solo ahora se han detenido las deportaciones a quienes no han cometido delitos.
Pero el congresista de origen cubano David Rivera promueve ahora un "ajuste" de la ley para evitar lo que considera un abuso en su utilizaci¨®n. Dice que le es muy rentable a la "tiran¨ªa de los Castro" y que si es una ley para refugiados, que incluso reciben distintos beneficios, no es tolerable usarla para regresar a hacer turismo, operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica, fiestas y otras actividades, incluidas las sexuales.
La Ley de Ajuste, de 1966, concede la residencia por un a?o a los cubanos
David Rivera cree que muchos abusan de la ley para viajar de vuelta a Cuba
Es el en¨¦simo desencuentro entre los cubanos, dentro y fuera de la isla.
"Tenemos que ajustar la Ley de Ajuste Cubano para salvarla", dice Rivera, cuyo proyecto presentado a primeros de agosto empezar¨¢ a debatirse en la apertura de las sesiones legislativas en septiembre. Seg¨²n ¨¦l, perder¨¢ la residencia todo aquel cubano que se acoja a la ley y regrese a la isla antes de cinco a?os, plazo tras el que ya puede hacerse ciudadano de Estados Unidos. Esta iniciativa republicana contra los cubanos contrasta incluso con la mayor apertura dem¨®crata que permite a los ciudadanos estadounidenses viajar a Cuba m¨¢s que nunca. Lo hacen bajo el ep¨ªgrafe de contactos de pueblo a pueblo por encima de contradicciones generales como el embargo o el mantenimiento de Cuba en la lista de pa¨ªses terroristas junto a Siria, Sud¨¢n e Ir¨¢n.
El nudo gordiano caribe?o, en todo caso, sigue siendo que la gran mayor¨ªa de cubanos vuelven para ver a sus familiares, y los defensores de los viajes y contactos los consideran sagrados, por encima de toda consideraci¨®n pol¨ªtica, y en nombre de la libertad y la democracia. Acusan a Rivera y los congresistas radicales de no tener lazos familiares en la isla y congraciarse solo con sus votantes del primer exilio hist¨®rico, que tampoco los tienen.
En el texto de la ley, aunque su enunciado diga que es para refugiados, solo se exige haber entrado en Estados Unidos y declarar la nacionalidad. Dice as¨ª: "Para cualquier nativo o ciudadano cubano y que haya sido inspeccionado y admitido o inscrito bajo palabra".
El proyecto de Rivera es la ¨²ltima vuelta de tuerca de los legisladores cubanoamericanos m¨¢s radicales en las relaciones con el Gobierno de la isla. El tambi¨¦n republicano Mario D¨ªaz Balart tiene en marcha otra propuesta para restringir los viajes abiertos por Barack Obama y devolverlos a la etapa de George W. Bush.
Rivera fracas¨® en otro proyecto a nivel estatal en Florida y lleva a cuestas un turbio asunto personal en el que niega las acusaciones, pero sin querellarse. Solo contesta que se centra en "los graves problemas econ¨®micos del pa¨ªs y no en las calumnias de The Miami Herald", seg¨²n el cual est¨¢ siendo investigado por segunda vez por evasi¨®n de impuestos.
La iniciativa ha abierto un debate de fondo a¨²n mayor sobre la validez y utilidad de la ley casi medio siglo despu¨¦s. Al igual que sobre el embargo, existen posiciones encontradas y una vez m¨¢s se ha vuelto a evidenciar el inmenso desajuste cubano. No solo hay opiniones diferentes en el exilio, sino en la propia isla entre los disidentes.
Curiosamente, adem¨¢s, el proyecto ha coincidido con las recientes palabras del presidente cubano, Ra¨²l Castro, en las que calificaba a los emigrantes cubanos como "econ¨®micos". Castro dijo que trabaja para suavizar las pol¨ªticas migratorias. Cuba siempre ha abogado por la eliminaci¨®n de la Ley de Ajuste, calificada de ley asesina por Fidel, un sarcasmo cuando empuja a la emigraci¨®n y muchas veces a la muerte a quienes huyen de su isla en busca de libertad y mejor vida.
Joe Garc¨ªa, candidato dem¨®crata derrotado por Rivera en las ¨²ltimas elecciones, ha se?alado con sorna la contradicci¨®n de que lo que no han conseguido los Castro, derogar la ley, puede lograrlo uno de sus m¨¢s encarnizados enemigos. Para muchos abogados de inmigraci¨®n es el principio del fin de algo que ya no tiene sentido. Se reforme o no, ya se ha abierto una de las grandes cajas de Pandora cubanas.
Rivera, sin embargo, se ha defendido diciendo que la Ley de Ajuste no puede desaparecer, pues sus colegas congresistas lograron hace unos a?os a?adir una cl¨¢usula por la que estar¨ªa vigente mientras no exista democracia plena en Cuba.
La Ley de Ajuste no fue dictada por razones pol¨ªticas sino como una soluci¨®n migratoria al a?o siguiente del ¨¦xodo de Camarioca y del comienzo de los llamados vuelos de la libertad, en 1965. Se hizo para regularizar la llegada a Estados Unidos de miles de personas.
"En buen l¨ªo se ha metido Rivera y nos puede meter", dice Jos¨¦, que se autodenomina exiliado pol¨ªtico y econ¨®mico, porque cree que todo va unido. "Estos tipos iluminados de la mano dura y, por cierto, equivocada, sin frutos despu¨¦s de medio siglo, acaban pareci¨¦ndose cada vez m¨¢s a su enemigo. No se han enterado de que los pa¨ªses del Este de Europa se cayeron por los contactos, no cerrando puertas. Y encima se puede abrir un debate peligros¨ªsimo sobre inmigraci¨®n en tiempos bien complicados para todos".
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