La escasez de agua atenaza a Tr¨ªpoli
Los dos millones de habitantes de la capital libia empiezan a quedarse sin alimentos y combustible.- El Gobierno rebelde se compromete a restablecer los servicios
Volviendo al pasado y reabriendo los antiguos pozos, muchos tripolitanos recordaban ayer que en 1998 la capital libia se qued¨® sin agua corriente. Desde el jueves por la noche reviven la ingrata experiencia. "Hace 13 a?os Muamar el Gadafi quer¨ªa que todos los barrios estuvieran conectados al proyecto del Gran R¨ªo Hecho por el Hombre", explicaba Mansur Mohamed, de 56 a?os, en alusi¨®n a la megal¨®mana obra de ingenier¨ªa que transporta el l¨ªquido desde los pozos de Jabel Hasuna, a 700 kil¨®metros al sur de Tr¨ªpoli, cerca de la ciudad de Sabha. Ahora es diferente. Con la ciudad tomada por los rebeldes casi al cien por cien, a pesar de que los francotiradores siguen activos, sus vecinos pelean contra la escasez de alimentos, de medicamentos y de gasolina. Pero sobre todo, a 40 grados cent¨ªgrados, combaten contra la sed. Nadie ofrece una explicaci¨®n convincente del porqu¨¦ del dr¨¢stico corte en el suministro de agua.
La situaci¨®n b¨¦lica mejora cada d¨ªa a favor de los alzados contra el dictador
Mohamed y su hermano Yusef ense?aban el pozo en el patio de su vivienda, en el centro de Tr¨ªpoli. "El agua est¨¢ a 18 metros de profundidad. En otros barrios de la ciudad est¨¢ a solo 10", explicaba Yusef. Pero antes hay que superar otro obst¨¢culo, porque en Libia parece que los escollos nunca terminan de acumularse. Sacar el agua de los pozos para conducirla a los dep¨®sitos que casi todas las viviendas tienen en sus tejados requiere disponer de las m¨¢quinas para bombear y de electricidad. Pero los apagones son frecuentes. Y, sobre todo, escasean las bombas. Se observaban ayer en el barrio de Fashlun, a las tres de la tarde, a un pu?ado de hombres esperando para comprarlas. Pero tampoco abundan en el mercado. Luego es necesario purificar el agua, y no todos cuentan con el artilugio para hacerlo. Mucha gente no tiene m¨¢s remedio que recurrir a otras alternativas.
Un grupo de hombres y ni?os esperaban ayer en Fashlun, bidones en mano, para recoger agua de camiones cisterna. Porque la inmensa mayor¨ªa podr¨ªa asumir por poco tiempo el desorbitado precio que est¨¢ alcanzando el agua embotellada. De 0,13 euros se ha disparado hasta un euro o 1,5. En los hoteles son palabras mayores: se vende a tres euros el litro. Los hay que no tienen medios de ning¨²n tipo. Era el caso de Adnan, un turco de Antakia que trabajaba en un restaurante que cerr¨® sus puertas. Sus compa?eros de piso, de la misma nacionalidad, abandonaron el pa¨ªs. No puede pagar solo el alquiler y se ha refugiado en la antigua y c¨¦ntrica mezquita Zauit Dahmani, que cuenta con un pozo al que se acercaban muchos vecinos del barrio.
Mahmud Shaman, portavoz del Consejo Nacional de Transici¨®n, el Gobierno de los sublevados contra el dictador, trataba de tranquilizar a los dos millones de capitalinos. "El agua no ha sido cortada", dec¨ªa en conferencia de prensa para sorpresa de muchos ciudadanos, que pod¨ªan desmentirle abriendo el grifo. "Tenemos suficiente agua", a?adi¨® el vocero, "para abastecer a la ciudad, pero hay unos problemas t¨¦cnicos que estamos abordando". La cadena catar¨ª Al Yazira informaba de que la falta de electricidad en la regi¨®n de Jabel Hasuna impide bombear el agua hacia el norte de Libia. La rumorolog¨ªa habla de sabotaje, de envenenamiento de dep¨®sitos, de que Gadafi ha escapado a trav¨¦s de los conductos del Gran R¨ªo...
Sea cual sea el motivo, en los hospitales la escasez de agua es especialmente dram¨¢tica. Todav¨ªa ayer, en el de Abu Salim, se esmeraban en limpiar el suelo. Los operarios ten¨ªan que entrar con m¨¢scaras de gas para eludir el insoportable hedor que desprende un cuerpo que lleva d¨ªas en descomposici¨®n en este hospital donde los pacientes fueron abandonados y, muy probablemente, algunos asesinados a sangre fr¨ªa y entregados en el centro sanitario. Tampoco corr¨ªa el agua en el hospital Shara Azzauiya, el principal de la ciudad, y en la morgue m¨¢s importante.
Algo similar sucede con el combustible. La gasolina, normalmente a un precio irrisorio para los est¨¢ndares europeos, ha multiplicado por diez su precio en el mercado negro. En el distrito de Suk al Juma, el contrabando es de proporciones considerables. Pero gran parte de la gasolina se destina al menester en el que est¨¢n embarcados casi todos los libios: encontrar al tirano Gadafi -cuyo paradero se ignora, seg¨²n afirm¨® el presidente del Consejo Nacional, Mustaf¨¢ Abdel Yalil- y acabar con sus tropas y mercenarios. Apenas circulan coches en Tr¨ªpoli. No hay atascos. En algunas carnicer¨ªas se hac¨ªa cola. Escasea la carne cuando los libios se disponen a celebrar en un par de d¨ªas el Aid el Fitr, la fiesta que pone punto final al mes sagrado musulm¨¢n.
Con todo, la situaci¨®n de desabastecimiento podr¨ªa mejorar con relativa rapidez. A Tr¨ªpoli ya han llegado 32 barcos con suministros -agua, alimentos y medicamentos- de la coalici¨®n internacional de pa¨ªses amigos, Espa?a entre ellos, y pronto comenzar¨¢ la distribuci¨®n, seg¨²n Shaman, que hizo un llamamiento a los operarios de la refiner¨ªa de Zauiya para que retomen las operaciones en el principal punto de suministros de carburante de la capital.
La situaci¨®n b¨¦lica, adem¨¢s, mejora cada d¨ªa a favor de los alzados contra el dictador. Si en el oriente del pa¨ªs los rebeldes avanzan hacia Sirte, cuna de Gadafi, el puesto fronterizo de Ras Ajdir, en la frontera con T¨²nez, fue tomado sin apenas combatir por los insurgentes. Es un cruce fundamental para la llegada de ayuda humanitaria. El aeropuerto de la capital tambi¨¦n est¨¢ bajo su dominio desde el viernes, aunque costar¨¢ d¨ªas, si no semanas, reabrirlo al tr¨¢fico.
A pesar de las carencias, de las p¨¦rdidas de parientes -en las amplias familias libias, al igual que en todo el mundo ¨¢rabe, pocos se salvan de no llorar la muerte de un ser querido-, de no cobrar salarios durante meses, del cierre de colegios y universidades, de la ausencia de Administraci¨®n y de soportar un dur¨ªsimo mes de Ramad¨¢n, los tripolitanos segu¨ªan celebrando que el Siete Letras -en alfabeto latino los ¨¢rabes escriben Qaddafi- o Bushafshufa -algo as¨ª como pelo revuelto- vive ahora como un fugitivo al que casi todos desean ver cazado. "El agua se puede compartir, la libertad individual, no. Y ahora somos libres", sonre¨ªa Yusef Mohamed.
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