La 'shar¨ªa', seg¨²n Libia
Los nuevos responsables del ministerio de Justicia aseguran que aunque se aplique la ley isl¨¢mica, el pa¨ªs nunca ser¨¢ como Arabia Saud¨ª
Ministras libias, embajadoras, consejeras delegadas de empresas... El antiguo ministro de Justicia y ahora presidente interino, Mustaf¨¢ Abdel Yalil, quiere que las mujeres se incorporen al poder. As¨ª lo expres¨® el lunes antes diez mil personas en Tr¨ªpoli. Pero en el mismo discurso anunci¨® que la fuente jur¨ªdica iba a ser la shar¨ªa, es decir, el Cor¨¢n. Los nuevos jueces que han tomado el mando en el Ministerio de Justicia no ven ninguna contradicci¨®n entre una cosa y la otra. "Nosotros no somos ni vamos a ser nunca Arabia Saud¨ª. Aqu¨ª conducen las mujeres y hay juezas en los tribunales", se?ala el magistrado Milad al Gali.
El c¨®digo no obligar¨¢ a nadie a llevar el velo, aunque parece algo innecesario porque en Libia casi todas las mujeres acostumbran a pon¨¦rselo en la calle. "La shar¨ªa no obliga a nadie a decir c¨®mo se tiene que vestir. Pero somos un pa¨ªs musulm¨¢n, y aqu¨ª no podemos abrir bares donde se venda alcohol, ni prost¨ªbulos", a?ade Milad al Gali.
"Es una ley que sirve para unir a todas las tribus del pa¨ªs", se?ala el viceministro de Justicia, Jalif al Gehmy. "Y que en el caso de los cr¨ªmenes m¨¢s graves contempla la posibilidad del perd¨®n", a?ade. No obstante, la norma milenaria permitir¨ªa cortarles una mano a los ladrones o matar a cualquier homicida. "Eso es cierto", admite el juez Jamal Bennour, integrante del gabinete jur¨ªdico de Bengasi y desplazado a Tr¨ªpoli estos d¨ªas.
"Pero en la pr¨¢ctica casi nunca se llega a ese extremo. Porque en esos casos, el criminal tiene que confesar cuatro veces su culpa. Es una opci¨®n espiritual. El culpable, en esos casos, elige ser castigado en este mundo para presentarse limpio por dentro al otro mundo. Adem¨¢s, tienen que declarar en su contra al menos cuatro testigos. Cuando no se encuentran suficientes pruebas se aplica el c¨®digo com¨²n. Y eso es lo que se har¨¢ en la mayor¨ªa de los casos. Casi nunca se llegar¨¢ a aplicar la pena de dar cien latigazos a nadie".
Las mujeres no podr¨¢n viajar sin hombres
El viceministro Al Gehmy se?ala que el borrador de la Constituci¨®n por la que se regir¨¢ el pa¨ªs establece que todos los "hombres y mujeres" son iguales ante la ley independientemente de su religi¨®n, su lengua, su tribu y su sexo. "Y as¨ª seguir¨¢ siendo", asegura. Sin embargo, se obligar¨¢ a las mujeres a no emprender ning¨²n viaje de larga distancia sin la compa?¨ªa de un hombre. "Eso se hace para protegerlas, porque son la parte m¨¢s importante de nuestra sociedad", alega el juez Bennour.
Bennour cree que las palabras del presidente Yamil el otro d¨ªa ten¨ªan como objetivo tranquilizar al pueblo y que a la hora de la verdad, en la vida social no supondr¨¢ un gran cambio, salvo que quedar¨¢ abolida para siempre la norma que instaur¨® Gadafi en 1978 por la que el Estado pod¨ªa controlar la propiedad privada de la gente. Mohamed Jalifa Al Bur, uno de los abogados m¨¢s prestigiosos del pa¨ªs, experto en derecho internacional, coincide plenamente con el magistrado y pone de ejemplo el caso de Arabia Saud¨ª para mostrar la eficacia de la shar¨ªa. "Cuando se implant¨® esta ley en 1940 hubo que aplicarla en unos 14 ¨® 15 casos extremos. Y en 1970, ya no hubo que cortar ninguna mano".
Alaa Murabit, de 22 a?os, y Sofia Harezi, de 25, fundadores de La Voz De Las Mujeres Libias estaban presentes cuando Yalil declar¨® que habr¨ªa ministras y embajadoras libias y cuando mencion¨® la shar¨ªa. Y no encuentran ninguna contradicci¨®n al respecto. "Si se aplica correctamente servir¨¢ para potenciar los derechos de la mujer. Este c¨®digo no permite que la mujer pida el divorcio, salvo tres important¨ªsimas excepciones que casi nunca se aplican: si se da?an tus creencias religiosas, a tus hijos, o si te maltratan, cosas que nunca se mencionan. Y no se aplican porque en Libia la religi¨®n siempre ha sido manipulada desde el poder. Ahora, nosotras nos encargaremos de ir a las mezquitas a explicarles a las mujeres sus derechos. Espero que las palabras de Yalil no sean huecas, como las que hemos recibido siempre de Gadafi", concluye Sofia Harezi.
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