Los datos econ¨®micos agitan la campa?a de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner
La oposici¨®n parece incapaz de colocar las previsiones econ¨®micas en el centro del debate pol¨ªtico
La campa?a electoral para las presidenciales argentinas del pr¨®ximo d¨ªa 23 se desarrolla en tono menor y con la convicci¨®n fomentada por todos los sondeos de opini¨®n, de que la presidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner renovar¨¢ su mandato sin muchos problemas. Sin embargo, los ¨²ltimos datos econ¨®micos han introducido una cierta inquietud y la presidenta, y su Gobierno, comienzan a admitir que la segunda oleada de la crisis econ¨®mico-financiera internacional puede obligarles a tomar medidas de ajuste totalmente descartadas, al menos en el discurso p¨²blico, hasta hace pocas semanas.
La incipiente inquietud del Gobierno no se debe a la presi¨®n que pueda estar ejerciendo la oposici¨®n, muy dividida y absorta en debates internos, sino al efecto combinado de la bajada de precios de algunas materias primas, entre ellas la soja, y la situaci¨®n en Brasil, el gran vecino, que est¨¢ tomando ya serias medidas para desacelerar el crecimiento, permitir aumentos muy controlados de inflaci¨®n y proteger su moneda, el real, frente al d¨®lar, mediante una devaluaci¨®n del 18%. El? Gobierno brasile?o de Dilma Rousseff, se muestra, adem¨¢s, mucho menos tolerante de lo que fueron los gobiernos de Lula con los repentinos cierres de las aduanas argentinas. Todo ello, unido a la crisis europea y al d¨¦bil crecimiento de Estados Unidos, empieza a disparar las alarmas, en Am¨¦rica Latina en su conjunto y en Argentina en particular. Y a cambiar el discurso oficial de la Casa Rosada.
Los ¨²ltimos datos econ¨®micos podr¨ªan obligar al Gobierno de Fern¨¢ndez a aplicar medidas de ajuste
La econom¨ªa argentina ya no aparece solamente como ¡°fuerte¡± y ¡°preparada¡±, el mensaje que ha imperado durante los ¨²ltimos tres a?os, sino que se comienzan a filtrar mensajes recordando que ning¨²n pa¨ªs puede permanecer al margen de las crisis globales. La econom¨ªa, que ha crecido a un ritmo formidable en los ¨²ltimos a?os, est¨¢ mucho mejor preparada de lo que estuvo en ¨¦pocas pasadas, se afirma, pero aun as¨ª puede padecer los torbellinos internacionales y necesitar recortar algunos de los subsidios con que ahora fomenta el consumo, se adelanta.
La oposici¨®n parece incapaz de ¡°perforar¡± el debate pol¨ªtico y colocar las previsiones econ¨®micas en el centro de la campa?a. En los ¨²ltimos d¨ªas, por ejemplo, la discusi¨®n interna entre los distintos grupos opositores gira en torno a cu¨¢l podr¨ªa ser la posici¨®n de cada uno de ellos frente a una eventual reforma constitucional, algo que no est¨¢ planteado en el orden del d¨ªa.
La presidenta, por su parte, ha aprovechado los d¨ªas anteriores a la prohibici¨®n de participar en actos oficiales durante la campa?a electoral ¡°formal¡± para desarrollar una formidable agenda de inauguraciones, visitas fabriles y anuncios de variadas obras p¨²blicas tanto en provincias como en el conurbano de Buenos Aires. Su intensa actividad le ha permitido estar presente en todos los medios informativos, rodeada de una imagen de eficacia y obra realizada.
El lema principal de la campa?a de Cristina Fern¨¢ndez, presente en todos los carteles y en los anuncios de televisi¨®n, es ¡°Fuerza Cristina¡±, el mensaje que le gritaron miles de personas durante los funerales de su marido, el expresidente N¨¦stor Kirchner, fallecido el 27 de octubre pasado. En muchos de esos anuncios, la imagen de la presidenta aparece de espaldas y levantando los brazos, ante un p¨²blico que la ovaciona y que est¨¢ lleno de banderas argentinas. La foto, sorprendente porque no permite verle la cara, tiene un fuerte impacto visual y reminiscencias de la est¨¦tica de los grandes conciertos rockeros.
Menos impactantes son los que muestran a la presidenta con el candidato a vicepresidente, Amado Boudou. El nombre de pila del candidato hace que los carteles que muestran su nombre en grandes caracteres, subrayados con una foto, de frente, de Cristina Fern¨¢ndez, puede despistar a los turistas y originar algunas bromas, pero no entre los argentinos a los que ya no les llama la atenci¨®n.
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