Aubry gana a los puntos a Hollande en el ¨²ltimo debate
El cara a cara ante la segunda vuelta de las primarias muestra la igualdad entre los candidatos. La alcaldesa de Lille, m¨¢s incisiva, desmonta la medida estrella del secretario general y recuerda sus habituales cambios de decisi¨®n. El favorito afirma que Grecia no podr¨¢ pagar su deuda y propone una reforma de la UE
En el ¨²ltimo debate de las primarias socialistas francesas, Fran?ois Hollande y Martine Aubry se mostraron la noche del mi¨¦rcoles como lo que son: dos buenos profesionales de la pol¨ªtica, formados en la prestigiosa ENA, poco brillantes y carism¨¢ticos, y bastante marcados por el estilo resabiado del que lleva muchos a?os ejerciendo el poder.
El cara a cara entre los dos candidatos que aspiran a derrocar en las presidenciales de 2012 la ¡°monarqu¨ªa republicana¡± de Nicolas Sarkozy acab¨® en una victoria a los puntos de Aubry sobre un Hollande que llegaba al momento decisivo con ocho puntos de ventaja en las encuestas.
Tras casi hora y media de entrevista-debate con todos los temas sobre la mesa se puede decir que el gran vencedor fue la cohesi¨®n del Partido Socialista. Ambos favoritos chocaron cuando insistieron en encarnarse en adalides del ressemblement (la agrupaci¨®n, la unidad), pero finalmente la noche acab¨® sin cornadas de importancia.
Hollande pareci¨® noqueado y visiblemente inc¨®modo a ratos, cuando Aubry critic¨® sus ideas, contradicciones y cambios de rumbo, pero logr¨® salir airoso de una noche ¨¢spera, que anuncia una disputada jornada electoral para el domingo.
La alcaldesa de Lille apareci¨® consciente de su desventaja en los sondeos. Su rival ha recabado ya los apoyos de tres de los cuatro perdedores del primer turno, y tras la imprevista ayuda de S¨¦gol¨¨ne Royal, el cuarto y fundamental, Arnaud Montebourg, decidir¨¢ su consigna de voto el jueves.
Aubry hizo lo que necesitaba. Estuvo en general m¨¢s atenta, precisa, incisiva y concreta, y se impuso con claridad en varios pasajes, haciendo gala de sangre fr¨ªa y presumiendo de su experiencia de Gobierno, sobre todo al hablar de educaci¨®n, empleo, cuentas p¨²blicas y concertaci¨®n social.
Hollande se tom¨® su peque?a revancha al hablar de Europa con una infrecuente claridad. Afirm¨® que ¡°es necesario asumir que Grecia no pagar¨¢ parte de sus deudas¡±, y asegur¨® que son los bancos quienes deben sufragar esas p¨¦rdidas, y no los ciudadanos. Adem¨¢s, propuso un cambio radical para la Uni¨®n Europea, con un ¡°n¨²cleo central Alemania-Francia¡± y un nuevo m¨¦todo de toma de decisiones: de la unanimidad a la mayor¨ªa.
Aubry apret¨® mucho a Hollande al criticar su actitud cambiante ante la regla de oro del d¨¦ficit, y casi le desbord¨® al ofrecer una receta de rigor contable y medidas para el crecimiento frente a la excesiva rigidez presupuestaria de su rival. ¡°Solo podremos llegar al d¨¦ficit cero en 2017 si regulamos el sistema financiero¡±, afirm¨® Aubry. ¡°Tenemos que luchar contra el d¨¦ficit y la deuda para no depender de los bancos¡±, replic¨® Holande. ¡°Pero si reducimos demasiado el gasto p¨²blico mataremos el crecimiento¡±, zanj¨® Aubry.
La hija de Jacques Delors atac¨® duramente la medida estrella de su rival, casi su ¨²nica aportaci¨®n personal a la campa?a: el contrato generacional, llamado a premiar a las empresas que contraten a j¨®venes y mantengan en n¨®mina a los trabajadores veteranos. Seg¨²n Aubry, los sindicatos ¡°no asumir¨ªan nunca ese plan¡±. Adem¨¢s, cuestion¨® la promesa de Hollande de crear 60.000 empleos en educaci¨®n, y explic¨® que ser¨ªa tan cara como ineficaz si no se mejora la formaci¨®n.
Ese fue el peor momento de Hollande, que sin embargo se levant¨® y mantuvo el tipo con dignidad, especialmente cuando el debate lleg¨® a los problemas europeos. Antes se mostr¨® m¨¢s articulado que su adversaria al explicar su ¡°reforma fiscal urgente¡±, que equiparar¨¢, dijo, las rentas de asalariados y empresas e incorporar¨¢ nuevas tasas de sucesi¨®n y patrimonio.
Luego hizo un gui?o a la izquierda al mostrarse comprensivo con las tesis de Montebourg sobre la regulaci¨®n del sistema financiero y del comercio mundial, y mostr¨® su mejor cara al desmarcarse de la idea del proteccionismo europeo. ¡°El problema es el miedo; no debemos protegernos sino inventar una estrategia ofensiva, crear una estrategia industrial nacional y europea. Para eso hace falta instaurar la reciprocidad, una tasa verde y resolver el d¨¦ficit de nuestra balanza comercial con China desde Europa¡±.
Ambos se mostraron favorables a que el Estado compre capital de los bancos, y Hollande mejor¨® la oferta de Aubry al sostener que la inversi¨®n debe conferir ¡°poder de veto a los Gobiernos y un mayor control de las retribuciones¡±.
Desde el arranque, Aubry y Hollande no pudieron o quisieron evitar que trasluciera la antipat¨ªa personal que se tienen.
Cuando el moderador de la televisi¨®n p¨²blica France2 les pregunt¨® por su relaci¨®n, ambos se declararon ¡°amigos¡±, aunque Aubry descart¨® que si gana vaya a ofrecer a Hollande el cargo de primer ministro, al estilo Barack Obama-Hillary Clinton: ¡°Elegir¨ªa a alguien m¨¢s joven¡±, dijo maliciosa. Hollande replic¨® bromeando: ¡°Yo soy m¨¢s joven que Aubry, pero¡¡±.
Despu¨¦s, escasearon los golpes bajos, y los dos prefirieron vender a los espectadores sus virtudes. Al final ambos insistieron en glosar su capacidad para unir a la izquierda. Y Aubry acus¨® a Hollande de ser un p¨¦simo unificador: ¡°Cuando llegu¨¦ a la jefatura del partido me lo encontr¨¦ desunido, y he pasado tres a?os uni¨¦ndolo¡±.
Pero finalmente la arriesgada noche del PS acab¨® sin heridas de importancia. Como si ambos hubieran asumido, finalmente, que el ¨²nico rival real es Sarkozy.
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