Centroam¨¦rica vota
El signo del autoritarismo marca las elecciones presidenciales en Guatemala y Nicaragua
Daniel Ortega, ¡°socialista¡± seg¨²n sus propias palabras, venci¨® el domingo por una diferencia abrumadora en las elecciones presidenciales nicarag¨¹enses, y el exgeneral Otto P¨¦rez Molina, que jam¨¢s pretendi¨® ser de izquierda, alcanz¨® igualmente, aunque sin tanto estruendo, la presidencia de Guatemala. Ambos representan un cierto tipo de continuidad, la de Ortega porque se sucede a s¨ª mismo, y la del exmilitar porque quien asuma la presidencia no puede sino plantearse la gran cuesti¨®n: c¨®mo refundar el pa¨ªs, que hoy se disputan las mafias del narcotr¨¢fico, entre otras delincuencias.
Ortega, que al frente de la guerrilla sandinista derroc¨® a Somoza en 1979 y ya fue presidente en los a?os ochenta, tuvo que apa?arle un remiendo visiblemente ilegal a la Constituci¨®n para presentarse en 2011 a un segundo mandato consecutivo. Y lo llamativo del anterior ha sido el perfecto acuerdo en que ha gobernado con la burgues¨ªa de los negocios, pese a que se haya declarado obediente chavista en pol¨ªtica exterior. La paradoja es que los subsidios de Hugo Ch¨¢vez son los que han permitido el mantenimiento de una econom¨ªa dual: neoliberal en lo b¨¢sico y asistencial-populista para los desfavorecidos, que le han votado en masa.
P¨¦rez Molina, al que se acusa de haber participado en la represi¨®n de la disidencia campesina en los a?os ochenta, tiene ante s¨ª una de las tareas m¨¢s pavorosas que quepa imaginar en Am¨¦rica Latina: reconquistar el pa¨ªs con una fuerza p¨²blica mal pagada, peor dotada de medios, y que cuando no se encuentra directamente al servicio de los enemigos del Estado, que la tratan econ¨®micamente mucho mejor que este, se encuentra fuertemente desmotivada. El jurista espa?ol Carlos Castresana, que dirig¨ªa una oficina establecida por la ONU para luchar contra la impunidad ¡ªapenas el 3% de los cr¨ªmenes llega a investigarse¡ª, dimiti¨® acusando a altas instancias del Estado de connivencia con las mafias. En Guatemala est¨¢ pr¨¢cticamente todo por hacer en lo que respecta al Estado de derecho.
Ese chavismo, que invoca Ortega, podr¨ªa llevar al pa¨ªs a una deriva reeleccionista con car¨¢cter indefinido, a imitaci¨®n del propio Ch¨¢vez; mientras que P¨¦rez Molina parece como si solo supiera prometer mano dura contra el crimen. Ni en uno ni en otro pa¨ªs hay mecanismos legales que garanticen la supervivencia de lo que en ambos queda de democracia.
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