?Julio C¨¦sar o Ner¨®n?
Mientras el mandatario se ve como un h¨¦roe traicionado, gran parte de la opini¨®n p¨²blica lo considera un mal para Italia
¡°Si debo morir lo har¨¦ en el Parlamento¡±. Rodeado de sus ¨ªntimos el pasado lunes tras una cena en su residencia de Arcore. Silvio Berlusconi pronunciaba una frase ¡ªconvenientemente filtrada a los medios¡ª que establec¨ªa un paralelismo entre el pol¨¦mico primer ministro italiano y uno de los gobernantes m¨¢s famosos de todos los tiempos, quien hace poco m¨¢s de 2.000 a?os mor¨ªa asesinado v¨ªctima de una conspiraci¨®n a poca distancia del lugar donde se produjo la votaci¨®n de esta tarde: Julio C¨¦sar.
Berlusconi se siente profundamente decepcionado al comprobar c¨®mo se desmorona la red de clientelismo y fidelidades que ha ido tejiendo desde que, hace d¨¦cadas, comenzara su actividad empresarial como constructor en Mil¨¢n. En un lento goteo, el pol¨ªtico que consigui¨® ser apodado por la prensa de todo el mundo, incluso por la m¨¢s cr¨ªtica, Il Cavaliere, ha sido abandonado por aliados y protegidos. Por experimentados pol¨ªticos con quienes en un momento uni¨® su destino y por personas sin ninguna experiencia pol¨ªtica ¡ªy a veces ni siquiera inter¨¦s en ella¡ª a quienes su sola voluntad otorg¨® un ping¨¹e sueldo y un estatus social a cargo del erario p¨²blico.
¡°Quiero ver la cara de los traidores¡±, asegur¨® Berlusconi a los suyos para justificar su decisi¨®n acudir a Montecitorio, sede de la C¨¢mara de Diputados, donde muchos apuntaban a que el hombre que un d¨ªa aspir¨® a ocupar la jefatura del Estado y abog¨® por convertir Italia en una rep¨²blica presidencialista ¡ªnaturalmente con ¨¦l al frente¡ª pod¨ªa sufrir una derrota definitiva. Aqu¨ª le fall¨® a Berlusconi el esp¨ªritu de C¨¦sar, quien ni siquiera quiso leer la lista con los nombres de sus asesinos que le tendi¨® una mano an¨®nima.
Pero mientras el entorno de Berlusconi apela al subconsciente nacional para presentar a su l¨ªder como v¨ªctima de una traici¨®n, gran parte de la sociedad italiana no puede evitar relacionarlo, sin salir de ese subconsciente, como otro celeb¨¦rrimo gobernante bastante menos heroico. Cuando hace unas semanas ¡ªcon la econom¨ªa italiana cayendo en picado, la prima de riesgo disparada y Nicolas Sarkozy y Angela Merkel carcaje¨¢ndose en p¨²blico de la capacidad de Italia para salir de la crisis¡ª Berlusconi anunci¨® su intenci¨®n de lanzar un disco, la comparaci¨®n con Ner¨®n tocando la lira mientras ard¨ªa Roma fue inevitable. En paralelo al agravamiento de la situaci¨®n econ¨®mica de su pa¨ªs, el primer ministro italiano se ha ido deslizando por una pendiente de excentricidades personales y pol¨ªticas que han provocado un profundo descr¨¦dito de Italia en el exterior y de su clase pol¨ªtica en el interior. Berlusconi se sigue agarrando a cualquier golpe de efecto ¡ªuna carta a la UE hoy, un viaje rel¨¢mpago ma?ana¡ª para ganar ya no meses, sino apenas d¨ªas en el puesto. La alternativa al poder es un rosario de procesos judiciales de los que trata de huir. Dimitir no entr¨® nunca en su vocabulario. Llegado el momento, Ner¨®n tampoco tuvo valor.
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