Europa: crisis y respuesta
Vivimos una situaci¨®n de emergencia en la que solo cabe reaccionar avanzando hacia la federalizaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y fiscales. Los debates, sin embargo, siguen siendo nacionales cuando el desaf¨ªo es global
Sigue nuestra particular campa?a electoral, mirando hacia dentro, sin levantar la mirada para analizar lo que pasa en Italia, en Grecia, en Portugal, en Irlanda... o en Francia. Nada parece importar para encontrar responsables de la crisis solo dentro de nuestras fronteras. ?Por eso no existe una respuesta europea! Porque el debate sigue siendo nacional, aqu¨ª y en los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n, cuando el desaf¨ªo es EUROPEO Y GLOBAL.
En cada pa¨ªs hay que hacer reformas estructurales de fondo para enfrentar una realidad nueva, mundial, donde las cosas han cambiado radicalmente y nos obligan a cambiar a nosotros. Pero adem¨¢s, y ahora en primer lugar, hay que GOBERNAR el espacio p¨²blico supranacional que compartimos: el de la eurozona y el de la Uni¨®n Europea. Y no se est¨¢ haciendo en serio.
Toca reconocer el coraje del Gobierno de Espa?a, que hace a?o y medio nos alej¨® de la zona m¨¢s arriesgada de las turbulencias y de los ataques especulativos con gran coste pol¨ªtico. Es justo hacerlo ahora cuando desde el PP, que se siente ganador en las encuestas, se pide consenso, y grandes acuerdos para enfrentar la crisis si llegan al poder. ?Deber¨ªan decirles los socialistas que, llegado el caso, ser¨ªan tan responsables como ellos han sido? No, porque no nos sale el juego de ¡°mientras peor, mejor¡± que siempre practican desde la oposici¨®n. Porque con aciertos o con errores siempre estamos dispuestos a anteponer los intereses generales de Espa?a a los partidarios.
Pero la partida de lucha contra la crisis se juega en dos tableros: el de nuestra realidad como pa¨ªs y sus exigencias y el del espacio p¨²blico que compartimos con los pa¨ªses del euro y con la Uni¨®n Europea en su conjunto. Por eso una parte fundamental de la faena que hay que hacer est¨¢ en Europa, en sus instituciones, en la recuperaci¨®n de un liderazgo que mire al espacio com¨²n, sin replegarse en una falsa visi¨®n de intereses particulares nacionalistas que nos lleva a la cat¨¢strofe ?A TODOS!
Hay que reconocer el coraje del Gobierno de Espa?a , que nos alej¨® de la zona de turbulencia
Esta reiterada voz de alerta no tiene nada que ver con la campa?a electoral. Es la misma que hace dos a?os y medio me llev¨® a plantearlo en el propio Consejo Europeo, coincidiendo con el primer debate ¡ªsin respuestas¡ª sobre el problema de Grecia. Es la misma que he repetido en los foros en los que he participado desde entonces y en publicaciones diversas. Estamos en una situaci¨®n de emergencia. No la del d¨ªa a d¨ªa que se nos ofrece en las noticias de Bolsa. Es una emergencia hist¨®rica que nace de una crisis financiera y econ¨®mica global, sin una respuesta europea como condici¨®n para encarar una respuesta global.
?Es tan dif¨ªcil de entender que en una zona monetaria ¨²nica tiene que haber una pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal coherente? Parece in¨²til recordar que hace 20 a?os negociamos un Tratado de Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, no una Uni¨®n Monetaria y 17 pol¨ªticas econ¨®micas y fiscales diferentes y divergentes.
Los que proclaman la desaparici¨®n del euro o las dos velocidades en la propia eurozona siguen echando le?a al fuego con la err¨®nea pretensi¨®n de salvaguardar intereses nacionales. Si alguna vez se retrocede en esa direcci¨®n el coste ser¨¢ inmenso y ning¨²n pa¨ªs saldr¨¢ beneficiado. El mercado interior desaparecer¨¢, v¨ªctima, entre otros efectos, de las devaluaciones irremediables y de las competitivas. Entonces tendr¨¢n que evaluar ¡ªotra vez a destiempo¡ª el coste de la NO EUROPA.
Italia no deber¨ªa entrar en una recesi¨®n que la aparte de la soluci¨®n de sus problemas reales
En la encrucijada de Europa solo cabe reaccionar avanzando hacia la federalizaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y fiscales. Ni la marcha atr¨¢s ni esta carrera ag¨®nica de galgos persiguiendo a una liebre mec¨¢nica que nunca alcanzan. Necesitamos un gobierno de Europa, porque en este espacio se proveen bienes p¨²blicos que nos afectan a todos. No somos una suma de intereses nacionales, somos algo m¨¢s y diferente, por eso la crisis es POL?TICA y EUROPEA, aunque sea imprescindible hacer los ajustes y las reformas nacionales que la situaci¨®n demanda.
En este suma y sigue de medidas parciales y ag¨®nicas, ahora es el turno de Italia. Pero con Italia se puede cometer el grave error de meterla en la recesi¨®n que la aleje de la soluci¨®n de sus problemas reales. Si contemplamos sus cifras: deuda p¨²blica del 120% del PIB y solo un 42% de deuda de las familias, pero con una riqueza neta de los hogares italianos de 2,3 billones de euros (mayor que la de Alemania en t¨¦rminos per c¨¢pita); si vemos que la deuda p¨²blica y privada es del 260% (menor que la de Holanda, Reino Unido, Francia, Estados Unidos o Jap¨®n), llegamos a la conclusi¨®n de que no es, ni mucho menos, un pa¨ªs insolvente, aunque sea presa de la especulaci¨®n y de su propia crisis pol¨ªtica interna. Su presupuesto primario (sin el servicio de la deuda) tiene super¨¢vit. Y con esta deuda lleva muchos a?os.
El problema de Italia, m¨¢s que su deuda p¨²blica que sin duda tiene que disminuir y tiene recursos para hacerlo, es que su productividad ha ca¨ªdo un 40% respecto de Alemania en los ¨²ltimos 15 a?os, y est¨¢ atrapada con un tipo de cambio en la Uni¨®n Monetaria que ha perjudicado su competitividad y asfixiado su crecimiento. Si la llevan a una fuerte recesi¨®n ¡ªcon o sin Berlusconi¡ª todo se har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil.
Tiene que hacer las reformas estructurales que le permitan ganar competitividad y desendeudarse privatizando un sector p¨²blico empresarial sobredimensionado y poco eficiente porque no est¨¢ sometido a verdadera competencia.
Pero es el tablero europeo el m¨¢s preocupante. Estamos equivocando la pol¨ªtica, obsesionados por la crisis de la deuda sin tener en cuenta la crisis de crecimiento y empleo que est¨¢ induciendo esta pol¨ªtica de ajustes dr¨¢sticos, sin la compensaci¨®n de pol¨ªticas activas para animar la demanda hasta que arranque la inversi¨®n privada.
Gobierno econ¨®mico europeo significa modular el ajuste presupuestario sin renunciar a objetivos razonables de d¨¦ficit; impulsar inversiones con el Banco Europeo de Inversiones y con el Fondo del mismo nombre; pedir a Alemania que utilice sus m¨¢rgenes de crecimiento interno; acordar que el Banco Central Europeo cumpla una funci¨®n semejante a la Reserva Federal; regular el funcionamiento del sistema en la Uni¨®n, incluida la tasa a las transacciones financieras, que no afectan al funcionamiento del sistema financiero sino a los movimientos especulativos a corto.
El Banco Central Europeo tiene que bajar los tipos al nivel de Estados Unidos o Reino Unido; debe comprar deuda soberana, sin excusas innecesarias, para limitar el poder de los especuladores y bajar dr¨¢sticamente las primas de riesgo que arrasan la econom¨ªa europea.
Claro que esto no significa que se permita la indisciplina en la eurozona. La gobernanza econ¨®mica y fiscal de la Uni¨®n debe entenderse como cumplimiento de obligaciones para ser acreedores de la solidaridad del conjunto. Pero es absurdo que se cumplan estas obligaciones y los pa¨ªses se sigan ahogando a manos de los especuladores.
Tenemos que corregir el rumbo de la Uni¨®n y hay que hacerlo ya. Graduar en el tiempo la lucha contra el d¨¦ficit, de manera acordada y con un paquete de premios y sanciones para todos por igual. El compromiso de estabilidad presupuestaria debe abarcar a todos los pa¨ªses de la zona euro. Y con ese compromiso debe ponerse en marcha el mecanismo del BONO EUROPEO hasta el l¨ªmite del 60% de deuda que establece el Pacto de Estabilidad.
Al mismo tiempo, los pa¨ªses de la Uni¨®n, no solo del euro, tienen que mejorar su competitividad. Todos los acuerdos sociales y las reformas estructurales deben guiarse por ese objetivo de ganancias de competitividad, desde la negociaci¨®n colectiva a la formaci¨®n profesional, pasando por la simplificaci¨®n administrativa o la reforma judicial. Nuestra opci¨®n no es competir por costes salariales bajos, sino por ganancias de productividad, por excelencia, por innovaci¨®n.
Por eso insistir¨¦ en que la educaci¨®n y la sanidad no son solo l¨ªneas rojas en defensa del Estado de bienestar, sino inversiones para mejorar nuestro capital humano del que depende nuestro futuro en la sociedad del conocimiento.
Felipe Gonz¨¢lez fue presidente del Gobierno de Espa?a entre 1982 y 1996.
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