Las curvas ya no cuentan

Interior, Justicia y Trabajo. Son tres las carteras que Mario Monti ha otorgado a las mujeres. Ministerios claves, ¡°de gran relevancia¡±, como ha querido subrayar el jefe del nuevo Ejecutivo. Entre los 12 ministros, ellas representan un 25%. Silvio Berlusconi hab¨ªa elegido a dos de 13, de Medio Ambiente y de Educaci¨®n. La noticia, sin embargo, no est¨¢ en las cifras, en los porcentajes, sino en un poderoso valor simb¨®lico de este triple nombramiento. El aire ha cambiado en el palacio del poder romano: las mujeres vuelven a ser consideradas por su curr¨ªculo antes que por sus curvas.

El profesor Monti es ajeno a la l¨®gica de una pol¨ªtica que recort¨® rincones para las mujeres con tal de cumplir con las cuotas de poder que los partidos exig¨ªan y de salvar la apariencia de lo pol¨ªticamente correcto. Y sobre todo, tras a?os de descaro sexual, bromas machistas y cargos ca¨ªdos de la nada sobre j¨®venes aterrorizadas e inexpertas (como la ministra de Igualdad, que no ten¨ªa cartera, la exvelina Mara Carfagna), Monti ha elegido a las mujeres de su equipo respetando una regla olvidada. La regla del m¨¦rito. La preparaci¨®n y la competencia de las tres ministras est¨¢n esculpidas en sus largas trayectorias acad¨¦micas y en la burocracia.

Paola Severino es la primera mujer en la historia de Italia en desempe?ar el cargo de ministro de Justicia. Naci¨® en N¨¢poles en 1948, se gradu¨® en Derecho en la Sapienza de Roma, se especializ¨® en Derecho Penal y hoy es una abogada muy conocida. Defendi¨® a clientes excelentes como Romano Prodi o al grupo ENI (la sociedad estatal de hidrocarburos) o a la Uni¨®n de las comunidades jud¨ªas en un juicio contra el oficial nazi Erich Priebke. Es catedr¨¢tica y vice rectora en la LUISS "Guido Carli" de Roma, la universidad de la Confindustria (la Patronal de los industriales). En 2002, Severino se encontr¨® a un paso de ser elegida como presidente del Consejo Superior de la Magistratura, pero el partido Uni¨®n de Centro se opuso y ella renunci¨®. Tras un decenio de r¨¦gimen berlusconiano, la de la Justicia sin duda representa una de las carteras m¨¢s delicadas del Gabinete. No por nada, Monti estuvo horas negociando para encontrar un acuerdo con Angelino Alfano, secretario general del Pueblo de la Libertad, sobre el nombre de quien tendr¨¢ que manejar el tema m¨¢s sensible para el ex primer ministro.

La ministra de Interior Annamaria Cancellieri, 63 a?os, de Roma, es una delegada del Gobierno jubilada. Como comisario extraordinario, desde principios de 2010 hasta mayo de 2011, administr¨® la ciudad de Bolonia donde el alcalde acababa de dimitir por corrupci¨®n. Mereci¨® el apodo - bastante descontado - de lady de hierro, aunque de vez en cuando se le escape una media sonrisa que la acerca por modales y rigor m¨¢s a Angela Merkel que a Margareth Thatcher. Al principio, la izquierda local clam¨® al castigo del Gobierno de Berlusconi que enviaba sus tropas a domar la ciudad roja; la derecha esperaba encontrar en ella el punto de referencia carism¨¢tico que le faltaba, capaz de expugnar el Ayuntamiento en las inminentes elecciones municipales. Los dos bandos se quedaron decepcionados. Cancellieri administr¨® de forma neutral e imparcial, tanto que antes de la campa?a electoral entre los ciudadanos circulaba con insistencia la voz - m¨¢s bien un deseo - de que se presentara como candidata independiente. Cancellieri, no cedi¨®. Dej¨® la ciudad igual que hoy se ha despedido de Parma, otro centro rico y pl¨¢cido del Norte, que se hab¨ªa quedado sin su alcalde corrupto.

Elsa Fornero, ministra del Trabajo, Pol¨ªticas sociales e Igualdad, naci¨® en provincia de Tur¨ªn en 1948 y en la Universidad de la capital de Piamonte lleva una c¨¢tedra de econom¨ªa pol¨ªtica. Tambi¨¦n es vice presidenta del Consejo de vigilancia del segundo banco italiano, Intesa San Paolo, el mismo del que llega otro ministro, Corrado Passera. Fund¨® el CERP (Centro de investigaci¨®n en pol¨ªticas de pensiones y seguridad social), uno de los mayores centros de estudio en su materia en Italia y en Europa y tambi¨¦n asesoraba el Ministerio del Trabajo sobre el gasto de las pensiones. Ahora le toca meter mano en primera persona al sistema laboral y de jubilaciones, que los socios europeos y las instituciones econ¨®micas tachan de demasiado r¨ªgido.