Relevo en Italia
El Gobierno tecnocr¨¢tico de Mario Monti tiene por delante una tarea tan ingente como ingrata
Mario Monti ha asumido la jefatura del Gobierno tecnocr¨¢tico de Italia al frente de un grupo de notables en sus campos respectivos, con la ingente tarea, en sus propias palabras, de devolver la salud y el crecimiento a la econom¨ªa sin descuidar la igualdad social. A la espera de que las C¨¢maras le otorguen su confianza, el nuevo primer ministro, que se ha reservado la cartera de Econom¨ªa, conf¨ªa en mantenerse hasta las elecciones de 2013.
No ser¨¢ f¨¢cil. Italia vive una situaci¨®n cr¨ªtica, ni mucho menos la ¨²nica en la eurozona, pero agravada por sus dimensiones y su deterioro institucional. Enderezar y devolver la credibilidad a un pa¨ªs, que une a su profunda crisis econ¨®mica el escepticismo ciudadano con un sistema pol¨ªtico ineficiente, es un desaf¨ªo al que no han querido apuntarse los partidos que aspiran a ganar las pr¨®ximas elecciones. Las urgentes y dolorosas decisiones que Monti deber¨¢ adoptar exigen, sin embargo, un imprescindible aval parlamentario, cuya duraci¨®n y consistencia distan de estar claras. Una cosa es el apoyo de los partidos a un t¨¦cnico reputado, en una situaci¨®n l¨ªmite, y otra bien distinta que lo mantengan en un escenario tan fragmentado como Italia.
La hora de los grandes sacrificios ha llegado al pa¨ªs dejado en ruinas por el largo y oscuro reinado de Berlusconi. Si hay algo al alcance de un Gobierno de t¨¦cnicos (no refrendado por las urnas y por lo tanto inevitablemente breve) es remontar la par¨¢lisis pol¨ªtica acumulada por a?os de pugnas partidistas. El ejemplo sirve por igual para Italia o para Grecia. Es m¨¢s f¨¢cil que tecn¨®cratas respetados pongan por delante los intereses nacionales que los de un determinado partido. Y sus procedimientos son m¨¢s r¨¢pidos que los que exigen conciliar puntos de vista a veces frontalmente opuestos.
Resultar¨ªa suicida, sin embargo, esperar mes¨ªas. Los milagros no existen en pol¨ªtica, y el nuevo primer ministro italiano (como el griego) llega al tim¨®n en una situaci¨®n absolutamente deteriorada y cuya reparaci¨®n depende en buena medida de factores extranacionales. En pocas semanas se ver¨¢ si los expertos son capaces de calmar a los devoradores mercados. El drama en el horizonte ¡ªpara Italia, para Grecia y para el conjunto de Europa¡ª es que los profetas del populismo aguardan su turno si los relevos gubernamentales desatados por el vendaval de la deuda defraudan las enormes expectativas puestas en ellos.
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