El 'show de Merkozy'
El relato de la crisis var¨ªa de un pa¨ªs a otro. Berlin solo ve palabrer¨ªa en la voluntad pol¨ªtica de Par¨ªs
A pocos d¨ªas de una cumbre europea que vuelven a calificar, una vez m¨¢s, como decisiva, las dos estrellas del show de Merkozy se esfuerzan por coordinar sus pasos, ya que no est¨¢n verdaderamente de acuerdo sobre la coreograf¨ªa. La canciller alemana y el presidente franc¨¦s intentan armonizar sus discursos sobre la urgencia de reformar los tratados europeos, aunque la primera insiste en la disciplina comunitaria y el segundo, en la solidaridad intergubernamental.
Sin embargo, el relato de la crisis es muy diferente entre un pa¨ªs y otro. Si creemos lo que dice la prensa francesa, incluso los peri¨®dicos m¨¢s hostiles a Nicolas Sarkozy, ¨¦l es el ¨²nico que est¨¢ demostrando aut¨¦ntica voluntad pol¨ªtica y comprendiendo la dimensi¨®n y la gravedad de la crisis. Sin ¨¦l, ?habr¨ªa acabado Angela Merkel por declarar que era esencial salvar el euro? S¨ª, le cost¨® semanas convencerla de que la suerte de Europa era m¨¢s importante que la de su coalici¨®n, con interminables discusiones apoyadas en un gran refuerzo de queso ¡ªla debilidad de la canciller y una tortura para Sarkozy, que no bebe m¨¢s que agua y cuida la l¨ªnea¡ª, pero, gracias a Francia, Alemania no ha rehuido su deber europeo. Aun as¨ª, Merkel sigue siendo inflexible a prop¨®sito del papel del Banco Central y los eurobonos. Los socialistas franceses se han apresurado a denunciar la ¡°capitulaci¨®n¡± de Sarkozy ante una canciller ¡°como Bismarck¡±, ¨¤ la schlag! [la de los garrotazos], insiste Marine Le Pen. ?Qu¨¦ clamor de protesta! Cuidado con la germanofobia, exclama Le Monde, que no por eso deja de criticar en su portada, y en alem¨¢n, el ja, aber, el ¡°s¨ª, pero¡±, de Merkel a Sarkozy.
En Berl¨ªn, la historia no se cuenta de la misma manera. La voluntad pol¨ªtica a la francesa, dicen all¨ª, no es m¨¢s que palabrer¨ªa, lo que cuenta son las reglas. Los comentaristas alemanes, que se olvidan demasiado r¨¢pido de que Alemania, igual que Francia ¡ªy a diferencia de Espa?a¡ª, se ha saltado la disciplina presupuestaria prevista en el Tratado de Maastricht, se preguntan qu¨¦ parte de la carga tiene que asumir su pa¨ªs en comparaci¨®n con esos vecinos del sur que no poseen la virtud protestante, que viven por encima de sus posibilidades y siempre est¨¢n dispuestos a maquillar sus cuentas. Se nota el cambio de generaci¨®n: los m¨¢s viejos son los ¨²nicos que siguen evocando la responsabilidad hist¨®rica de Alemania en una Europa construida, tras la II Guerra Mundial, para cicatrizar sus heridas y exorcizar sus demonios. La se?ora Merkel no se puede permitir ese lujo, sus poderes est¨¢n enmarcados en un sistema federal y parlamentario que limita y aprueba o deja de aprobar sus acciones al frente de la coalici¨®n; por eso es comprensible que se tome su tiempo. Para los medios de comunicaci¨®n alemanes, la canciller es la ¨²nica que lleva la batuta de Europa, Alemania es el ¨²nico pa¨ªs capaz de decidir lo que conviene a Europa.
El relato de la crisis var¨ªa de un pa¨ªs a otro. Berl¨ªn solo ve palabrer¨ªa en la voluntad pol¨ªtica de Par¨ªs
Son muchos los que se irritan ante la pareja Merkozy: otros 15 pa¨ªses en la eurozona y 25 en la Uni¨®n. La palma del sarcasmo se la llevan, como es natural, nuestros amigos brit¨¢nicos. Desde que entraron en la Uni¨®n Europea, en el a?o 1973, se reservan el derecho de estar dentro o fuera en funci¨®n de sus intereses y de juzgar a los dem¨¢s en consecuencia. Es imposible evitar la prensa de Murdoch, cuya ideolog¨ªa antieuropea impregna toda la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica y le complica la tarea al Gobierno de David Cameron, que se enfrenta al descontento de su base parlamentaria. Los comentarios m¨¢s reveladores son los de los proeuropeos que, con la excusa de defender la Uni¨®n, propugnan sin descanso una Europa a la inglesa, con pocas reglas, no demasiada voluntad pol¨ªtica y un gran mercado que refuerce el papel de la City y evite perderse en pol¨ªticas comunes propias de Bruselas. Dicen que la crisis del euro les da la raz¨®n: ni Merkel ni Sarkozy est¨¢n haciendo su trabajo.
As¨ª va Europa, sin relato com¨²n, en el momento en que la interdependencia entre sus miembros es mayor que nunca. Las inquietudes y los sufrimientos son id¨¦nticos en todos los pa¨ªses, pero el discurso es cada vez m¨¢s nacional. Durante la crisis, la pol¨ªtica contin¨²a. Lo comprobaremos en el pr¨®ximo Consejo Europeo, los d¨ªas 8 y 9 de diciembre. El Consejo de la ¨²ltima oportunidad, seg¨²n parece.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Christine Ockrent es una popular periodista francesa conocida por presentar informativos
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