Tres elecciones capitales
La crisis de las deudas soberanas y los comicios en Francia, Rusia y EE UU marcar¨¢n 2012
?Qu¨¦ nos traer¨¢ el a?o 2012? Viendo el ritmo al que se produjeron los trastornos que vivimos a lo largo de 2011, cabe pensar que sea tambi¨¦n un periodo de turbulencias marcadas sobre todo, en lo que a los europeos respecta, por la gesti¨®n de la crisis de las deudas soberanas. Pase lo que pase, en 2012 van a tener lugar tres comicios capitales: las elecciones presidenciales francesas, rusas y norteamericanas.
En Francia, pa¨ªs en el que la inquietud aumenta a medida que desfilan las cifras del paro y los s¨ªntomas de la ralentizaci¨®n de la econom¨ªa, la perspectiva l¨®gica deber¨ªa ser la de una victoria de la izquierda. Porque Nicolas Sarkozy irrit¨® y luego decepcion¨® a los franceses; porque todas las elecciones que han tenido lugar en Europa han conducido a la desaprobaci¨®n de los equipos en el poder; y porque el sentimiento de injusticia y desigualdad, particularmente agudo en este periodo de crisis, pesa tambi¨¦n en el debe del presidente saliente. Pero, en pol¨ªtica, lo imprevisto se impone a menudo y, por tanto, no puede excluirse que la partida sea m¨¢s abierta. As¨ª, el reciente avance del l¨ªder centrista Fran?ois Bayrou traduce la reticencia de los franceses a la idea de un duelo Sarkozy-Hollande. Mientras, el populismo se encarna en Marine Le Pen, que alimenta la esperanza de una derrota de Nicolas Sarkozy para, a continuaci¨®n, desempe?ar un papel central en la recomposici¨®n de la derecha. En cambio, al final, Bayrou deber¨ªa acercarse al presidente saliente. Pero, por el momento, una n¨ªtida mayor¨ªa de franceses contin¨²a deseando la victoria de la izquierda.
En Rusia, la novedad ha llegado desde la sociedad civil, que, por primera vez, ha dado muestras de impaciencia y descontento para con un poder cada vez m¨¢s autoritario. Por si fuera poco, Putin y Medv¨¦dev, con su intercambiabilidad, han demostrado tal desprecio por lo que deber¨ªa ser un comportamiento democr¨¢tico que cualquier asomo de protesta solo pod¨ªa ser bienvenido. La cita electoral rusa es importante en s¨ª misma porque el establecimiento de una dictadura siempre es perjudicial y porque Europa se ha colocado en una situaci¨®n de gran dependencia. Putin, a trav¨¦s de su brazo armado, Gazprom, estar¨¢ un d¨ªa en posici¨®n de dictar sus condiciones a Europa. As¨ª que nos interesa que renazca una Rusia democr¨¢tica y respetuosa con las reglas del juego. En este caso, lo m¨¢s probable es la reelecci¨®n de Putin, dado que la oposici¨®n ni est¨¢ unida ni es coherente, aunque es cierto que hasta ahora se le ha impedido existir.
A ojos de Barack Obama, Europa ha quedado pues relegada no a un segundo sino a un ¨²ltimo plano
En Estados Unidos, finalmente, este a?o tambi¨¦n va a estar dominado por la perspectiva de las presidenciales. Todo apunta a que, pese a que el primer caucus en Iowa no ha sido muy convincente, Mitt Romney es el que m¨¢s posibilidades tiene de representar a los republicanos. Seguramente, Barack Obama preferir¨ªa que sus adversarios fueran rehenes de uno u otro de sus candidatos extremistas, es decir, fundamentalistas cristianos, para poder recuperar los votos m¨¢s bien centristas de los electores independientes. Si se enfrenta a Mitt Romney (a quien deber¨ªa favorecerle la mec¨¢nica de las primarias, pues las pr¨®ximas citas electorales van a tener lugar en Estados entregados a su causa), el presidente saliente tendr¨¢ las cosas m¨¢s dif¨ªciles. Su futuro est¨¢ indexado a la mejor¨ªa de la situaci¨®n econ¨®mica y, sobre todo, del desempleo. Desde este punto de vista, los primeros datos del nuevo a?o son alentadores.
Pero, en lo que a nosotros se refiere, vamos a encontrarnos ante una paradoja. Para muchos europeos, entre los que me cuento, la victoria de Obama fue un momento hist¨®rico. Y el retorno al poder de la izquierda norteamericana, sobre todo en este periodo de crisis, un elemento positivo. Aunque solo fuera porque las cifras de las desigualdades en Estados Unidos hab¨ªan alcanzado unas cotas completamente alucinantes. La era Bush hab¨ªa enriquecido formidablemente al 1% de los norteamericanos y empobrecido a todos los dem¨¢s. Y lo que los republicanos combaten, a saber, la reforma de la sanidad impulsada por Barack Obama, desde nuestra perspectiva, parece un m¨ªnimo indispensable. As¨ª que no podemos sino desear su reelecci¨®n. Y es aqu¨ª donde surge la paradoja. El elemento m¨¢s importante del periodo reciente es el gran discurso estrat¨¦gico que Barack Obama y Hillary Clinton mantuvieron en Honolulu y el presidente norteamericano confirm¨® hace algunos d¨ªas, cuando present¨® sus orientaciones para la defensa. El nuevo rumbo estrat¨¦gico estadounidense estar¨¢ muy claro y casi exclusivamente orientado hacia la zona Asia-Pac¨ªfico. Frente a China, las relaciones con la India, Indonesia, Jap¨®n y la base de retaguardia que constituye Australia son la clave del futuro. A ojos de Barack Obama, Europa ha quedado pues relegada no a un segundo sino a un ¨²ltimo plano. La misma formaci¨®n del presidente norteamericano y sus centros de inter¨¦s lo inclinaban ya a una especie de benign neglect hacia los europeos que, con la crisis de las deudas soberanas, se ha visto amplificado por algo que podr¨ªa parecer desprecio. Pero hay algo m¨¢s grave para nosotros: una visi¨®n estrat¨¦gica que considera que Europa ya no es uno de los actores de la historia. En cambio, Mitt Romney sigue encarnando la vieja cultura patricia que hunde sus ra¨ªces en la costa noreste de Estados Unidos y, por ende, en el Viejo Continente. Apuesto a que Romney prestar¨ªa m¨¢s atenci¨®n a Europa; a condici¨®n, claro est¨¢, de que para entonces esta se hubiera recuperado. Queda claro que, como ciudadanos, podemos desear la reelecci¨®n de Barack Obama, pero, como europeos, nos interesa que un republicano moderado le suceda.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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