Realismo m¨¢gico en Pyongyang
En Corea del Norte no hay oposici¨®n porque ni siquiera existe la palabra
En Corea del Norte Kim Jong-un ha sucedido a su padre Kim Jong-il, que a su vez reinaba desde 1994, cuando tom¨® el relevo de Kim Il-sung. Toda una dinast¨ªa. El mundo parece que se ha estremecido porque el joven sucesor, 28 a?os y ninguna experiencia excepto la primogenitura, tiene a mano el bot¨®n nuclear. Pero el gran motivo de esa preocupaci¨®n deber¨ªa basarse en que el r¨¦gimen de Pyongyang es un caso, quiz¨¢ ¨²nico en la historia, de un pa¨ªs tan ajeno a todo lo que est¨¢ fuera, que tambi¨¦n puede ser capaz de todo.
Corea del Norte es el territorio m¨¢s extranjero y ahist¨®rico del planeta. Cuando naci¨® el anterior l¨ªder supremo Kim Jong-il ¡ªse cree que en la URSS¡ª la literatura oficial aseguraba que hab¨ªa sido en una caba?a en el pico m¨¢s alto del pa¨ªs, y que una estrella y varios arco¨ªris de dimensiones sobrenaturales saludaban el acontecimiento; el primer Kim ya hab¨ªa sido declarado inmortal, sin que nada de ello cohibiera al ate¨ªsmo del r¨¦gimen. El antiguo corresponsal de la BBC en Se¨²l, Charles Scanlon, lo llama ¡°comunismo con un toque de realismo m¨¢gico¡±; como una transubstanciaci¨®n din¨¢stica.
El mundo ha visto las im¨¢genes de las exequias rendidas al difunto como un tsunami, con cientos de miles de fieles expresando disciplinadamente su dolor, y aunque eso ocurre en todas partes con cualquiera, las proporciones y la exhibici¨®n del lamento no son comparables. Corea del Norte es una f¨¦rrea, fat¨ªdica y fam¨¦lica dictadura, pero no es veros¨ªmil que aquel gent¨ªo estuviera un¨¢nimemente fingiendo, y los mismos testimonios de norcoreanos que han logrado escapar a Corea del Sur confirman que el pueblo cree todo lo que el r¨¦gimen quiere que crea: que las estrecheces son culpa de Estados Unidos, y que, pese a ello, son unos privilegiados.
La ingenier¨ªa social de otro comunismo, el de la Europa del Este, nunca fue, en cambio, capaz de nada similar. El deshielo comenz¨® en Polonia, donde hab¨ªa ciertamente un baluarte contra todo lo que no fuera la fe de los polacos como era la Iglesia cat¨®lica, pero al cabo de 40 a?os de adoctrinamiento marxista-leninista, cuando se celebraron las primeras elecciones libres de la posguerra, en junio de 1989, y el partido comunista que dirig¨ªa el general Jaruzelski estaba seguro de que superar¨ªa a Solidarnosc, fue la formaci¨®n de Lech Walesa la que obtuvo los 150 esca?os en juego de la C¨¢mara baja, y todos menos uno de los 100 del Senado. El derrumbe general en el resto del feudo de Mosc¨² fue solo un d¨¦j¨¤ vu.
?Ser¨¢ que el pueblo coreano es cong¨¦nitamente carne de ca?¨®n para esas experiencias? Claro que no, puesto que sus hermanos del sur se han establecido s¨®lidamente en la modernidad occidental, donde opera asimismo una ingenier¨ªa social, pero flexible, abarrotada de art¨ªculos de consumo, y como expresi¨®n impecable del poder blando de Occidente.
A los ciudadanos de Europa oriental nadie hab¨ªa podido hacerles olvidar la existencia de Europa; durante la mayor parte de la dominaci¨®n sovi¨¦tica la sociedad sab¨ªa que exist¨ªan grupos de disidentes que en determinados momentos hab¨ªan estado hasta semi-tolerados, como de forma racheada ha ocurrido tambi¨¦n en Cuba. Incluso en China, con su actual Gran Salto hacia Adelante, se difundi¨® una disidencia como en los dazibaos del muro de la democracia, y otro tanto ocurri¨® en la URSS con los samizdat. Ah¨ª est¨¢ la diferencia. En Corea del Norte no puede haber oposici¨®n porque ni siquiera existe la palabra. Una feroz dictadura, como la norcoreana, recurre con frecuencia a la peor represi¨®n, pero la negaci¨®n comienza por la palabra. El propio jovencito reci¨¦n entronizado, aunque estudi¨® un tiempo en Suiza, iba y volv¨ªa de la instituci¨®n de ense?anza en una limusina con los visillos corridos y bien surtido de guardaespaldas o vigilantes.
Corea ha vivido entornada sobre s¨ª, el llamado reino ermita?o, eternamente en pugna entre dos poderes imperiales, China y Jap¨®n, y al t¨¦rmino de la II Guerra el cierre se hizo total. Por el sur en el paralelo 38, con lo que llegar¨ªa a ser la otra Corea, y por el norte con China, que tras la guerra por la pen¨ªnsula (1950-53) volver¨ªa a ser el gran poder tutelar.
Corea del Norte es hoy un laboratorio antes que un pa¨ªs, sin filiaci¨®n hist¨®rica reconocible en la modernidad. Y si un d¨ªa se extingue la dinast¨ªa de los Kim toda la naci¨®n deber¨¢ comenzar por ir de nuevo a la escuela.
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