?Cuidado con la vanidad!
Francia no ha podido disimular las dificultades para conservar su papel en el escenario europeo
No siempre hay que ignorar los clich¨¦s. Adem¨¢s de que contienen una buena parte de verdad, esas ideas convencionales sobre la identidad francesa pueden tambi¨¦n contribuir a cerrar las filas. Por ejemplo, al parecer, arrogantes y chauvinistas, unos cumplidos que suelen ir acompa?ados de la sospecha de cobard¨ªa. La aparente fuerza de este estereotipo tiene bastante que ver con la tormenta financiera y monetaria durante la que Francia no ha podido disimular las dificultades para conservar su papel ¨Co el que cree tener¨C en el escenario europeo. Dicen que, frente a la actitud decidida de las autoridades alemanas, nosotros presentamos un discurso atronador y veleidoso. Pero un reproche de ese tipo, en el fondo, es m¨¢s bien positivo para la moral de un pa¨ªs que teme hundirse en un inmovilismo sombr¨ªo y que no hay nada que valore tanto como el magisterio de la palabra.
Orgulloso de su sensibilidad para las desigualdades, el franc¨¦s se siente casi decepcionado de no haber o¨ªdo mencionar a los vecinos su tradicional cultura de la huelga... que se contradice con unas estad¨ªsticas que ponen de relieve la debilidad del sindicalismo. Lo mismo ocurre con la idea de que los franceses se dan demasiados aires y tienden a la arrogancia. Los ricos son los ¨²nicos a los que se presta dinero, as¨ª que el galo impertinente considerar¨¢ eso un elogio. Los cin¨¦filos europeos aprecian las pel¨ªculas francesas, y nuestro poder de atracci¨®n tur¨ªstica no disminuye pese a un sentido de la hospitalidad muy mejorable (recordemos que hubo que poner en marcha una campa?a para instigar a los comerciantes parisinos a decir ¡°gracias¡±). En cambio, el argumento de la vanidad deber¨ªa preocupar a nuestros cocineros, con estrellas y sin ellas. Confirma la p¨¦rdida de hegemon¨ªa de nuestro modelo culinario ante los pa¨ªses emergentes de la gastronom¨ªa como Espa?a, Jap¨®n y China.
Queda la reputaci¨®n de que los franceses son unos salidos. Y eso est¨¢ por demostrar. Los estudios disponibles nos sit¨²an -por el n¨²mero de parejas y la intensidad de nuestra vida sexual- en la zona intermedia del pelot¨®n europeo. S¨ª, pero, despu¨¦s del culebr¨®n mundial de DSK, ?pueden nuestros vecinos o¨ªr semejante argumento sin esbozar una sonrisa? En este campo, m¨¢s vale abandonar cualquier idea de contraatacar.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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