La segunda ¨²ltima oportunidad para juzgar a los c¨®mplices del Holocausto
La principal organizaci¨®n que busca nazis cree que solo le quedan cinco a?os antes de que pr¨¢cticamente todos hayan desaparecido.
¡°Creo que dentro de cinco a?os ya no se podr¨¢ juzgar a nadie¡±. Con el realismo que da saber que el tiempo es inexorable, Efraim Zuroff director del Centro Simon Wiesenthal en Jerusal¨¦n apunta la fecha en que podr¨¢ darse por concluido el que tal vez sea el mayor esfuerzo realizado nunca, por amplitud y duraci¨®n, para tratar de llevara ante la justicia a quienes cometieron un crimen concreto contra la humanidad. Los hombres y mujeres que, amparados y espoleados por el r¨¦gimen nazi, participaron en el asesinato de seis millones de jud¨ªos. Un crimen que marc¨® el siglo XX y que hoy se conmemora en todo el mundo en el D¨ªa de la Memoria del Holocausto.
Al final ha sido el tiempo el mejor aliado de miles de c¨®mplices del Holocausto y la lucha por localizar a los culpables se ha convertido en una carrera contra el reloj. Hace poco m¨¢s de un mes, el Centro Simon Wiesenthal lanz¨® la Operaci¨®n ?ltima Oportunidad II, una especie de tiempo de descuento en b¨²squeda de la justicia. El ¨²ltimo minuto ¡ªla Operaci¨®n ?ltima Oportunidad¡ª comenz¨® en 2002. ¡°Recibimos m¨¢s de 4.000 llamadas fiables¡±, explica Zuroff, quien subraya que ¡°no val¨ªa con llamar y decir ¡®tengo un vecino de unos 90 a?os con acento alem¨¢n que podr¨ªa haber estado implicado¡±. Las informaciones eran filtradas y contrastadas. ¡°Cada llamada ten¨ªa que pasar un triple filtro: la informaci¨®n deb¨ªa ser fiable, el sospechoso ten¨ªa que estar en condiciones f¨ªsicas y mentales de ser sometido a juicio y adem¨¢s no deb¨ªa haber sido procesado antes por los mismos hechos¡±, explica.
Los resultados fueron sorprendentes. En nueve a?os, fueron localizados casi 600 sospechosos firmes, de los cuales, tras reunir pruebas, un centenar fue acusado ante las autoridades de los pa¨ªses en los que resid¨ªan. ¡°La verdad es que tuvimos mucha colaboraci¨®n de las autoridades locales por ejemplo en Italia, Alemania, Francia o EE UU¡±.
Pero desde el fin de la II Guerra Mundial uno de los mayores problemas para jueces y fiscales ha sido probar que los acusados por el Holocausto estaban directamente implicados en los cr¨ªmenes. Hay multitud de ejemplos, como el de Erich Lachman, un alba?il reconvertido en guardi¨¢n del campo de concentraci¨®n de Sobibor (en Polonia) acusado de colaborar en la muerte de 150.000 jud¨ªos, pero absuelto por falta de pruebas. ¡°Eso cambi¨® completamente con el caso Demjanjuk¡±, indica Zuroff. En mayo de 2011, Ivan Demjanjuk, quien entre marzo y septiembre de 1943 ejerci¨® como guardi¨¢n voluntario del campo de Sobibor fue condenado en M¨²nich a cinco a?os de c¨¢rcel, pese a no haberse probado su relaci¨®n directa con un crimen concreto. Para el tribunal bast¨® la pertenencia a los grupos de guardianes de un lugar donde la muerte era algo rutinario. All¨ª murieron exterminados 250.000 jud¨ªos. ¡°Esta sentencia cambia todo¡±, recalca Zuroff en cuya opini¨®n todav¨ªa quedan docenas de casos que pueden ser llevados ante los tribunales, especialmente de Alemania. El caso Demjanjuk ha supuesto esa pr¨®rroga a?adida en la b¨²squeda de culpables a la que Simon Wiesenthal, superviviente de Mauthausen, dedic¨® su vida.
?Y despu¨¦s de esos cinco a?os? ¡°Ya nos estamos dedicando a otras actividades sobre todo combatir el antisemitismo desde la educaci¨®n¡±, afirma Zuroff, que a?ade. ¡°Dir¨ªa que estamos pasando de las aulas del juzgado a las aulas de la escuela¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.