Polic¨ªas y bomberos de R¨ªo se declaran en huelga a una semana del Carnaval
El Gobierno despliega 14.000 militares para garantizar la seguridad La ciudad espera un mill¨®n de turistas en los pr¨®ximos d¨ªas
Tras cinco horas de asamblea durante la noche del jueves al viernes, en la que participaron unas 2.500 personas, polic¨ªas y bomberos y funcionarios de prisiones de R¨ªo de Janeiro decidieron iniciar una huelga como sus compa?eros de Salvador de Bah¨ªa para pedir mejoras salariales. La decisi¨®n llega cuando la ciudad m¨¢s tur¨ªstica de Brasil espera aproximadamente un mill¨®n de visitantes para el carnaval m¨¢s famoso del mundo, que empieza la semana que viene.
Ante esta situaci¨®n, el Gobierno federal ha desplegado 14.000 militares en R¨ªo del Ej¨¦rcito y la Fuerza Nacional para garantizar la seguridad. El Secretario de Seguridad de R¨ªo, Jos¨¦ Mariano Beltrame, se ha apresurado a anunciar este viernes por la ma?ana: ¡°La seguridad durante el carnaval est¨¢ garantizada¡±.
Si la huelga policial de Bah¨ªa, que sigue en pie, ya ha costado 146 muertos y diez d¨ªas de inseguridad y calvario para los ciudadanos, la huelga de R¨ªo supone un salto de consecuencias imprevisibles por la importancia pol¨ªtica del segundo mayor Estado del pa¨ªs despu¨¦s de S?o Paulo.
La situaci¨®n arroja una sombra de preocupaci¨®n por la seguridad de cara a los Juegos Ol¨ªmpicos que R¨ªo albergar¨¢ en 2014. A pesar de los avances en materia de violencia y pacificaci¨®n de las favelas, la ciudad est¨¢ rodeada de m¨¢s de mil arrabales donde la violencia sigue teniendo mucha fuerza.
Representantes de la Asamblea Legislativa intentaron el jueves hasta el ¨²ltimo momento pactar las mejoras salariales que ped¨ªan los funcionarios, pero la negociaci¨®n fracas¨® por las exigencias de polic¨ªas y bomberos, que piden un sueldo m¨ªnimo de 3.500 reales m¨¢s 350 reales para transporte, otros 350 para alimentaci¨®n y un l¨ªmite en la jornada laboral de 40 horas.
El viernes ha amanecido con el Ej¨¦rcito en tensi¨®n y llamadas en las redes sociales a no acudir a R¨ªo de Janeiro. Todos los cuarteles, incluida la Brigada de Paracaidistas, estaban alertados. Seg¨²n el coronel, S¨¦rgio Sim?es, comandante general del Cuerpo de Bomberos, 300 hombres de la Fuerza Nacional y 700 hombres de reserva del Cuerpo Bomberos, est¨¢n preparados para actuar en las calles si fuera necesario.
¡°Lo que m¨¢s nos preocupa es la seguridad de los ciudadanos¡±, ha dicho esta ma?ana Sim?es que tach¨® de ¡°cobardes¡± a los bomberos que han entrado en huelga. Seg¨²n el coronel lo que est¨¢ en juego no son las reivindicaciones laborales sino ¡°la vida de las personas¡±.
En el plano pol¨ªtico, la huelga de R¨ªo, sean las que sean sus consecuencias, supone un enorme contratiempo la presidenta Dilma Rousseff. El Gobierno de R¨ªo, como el de Bah¨ªa, es aliado del Gobierno federal. Su secretario de Seguridad, Mariano Beltr¨¢n, ha sido propuesto para el Nobel de la Paz por su trabajo en la pacificaci¨®n de las favelas. No haber conseguido un acuerdo laboral con polic¨ªa y bomberos es un s¨ªntoma claro de la gravedad del tema policial a nivel nacional.
En el centro del conflicto con la polic¨ªa ¡ªconsiderada de las peor remuneradas del mundo y una de las que m¨¢s muertes provoca por la falta de preparaci¨®n de sus agentes¡ª est¨¢ un proyecto de ley presentado en el Congreso Federal que establece un salario ¨²nico para todos los agentes del pa¨ªs. El proyecto se ha convertido en un aut¨¦ntico dolor de cabeza para la presidenta, Dilma Rousseff. La mandataria esgrime que si se aprueba la ley muchos Estados de la federaci¨®n entrar¨ªan en bancarrota. Eso sin contar el desequilibrio que supondr¨ªa pagar el mismo sueldo a polic¨ªas que viven en Estados donde el coste de la vida presenta notables diferencias. Brasil es casi un continente en s¨ª mismo y, a pesar de la gran unidad entre los 27 Estados que forman el pa¨ªs, las diferencias econ¨®micas y pol¨ªticas de cada uno de ellos son a veces abismales.
En el fondo, la huelga policial ha vuelto a poner sobre el tapete una de las principales asignaturas pendientes de la sexta potencia econ¨®mica mundial: el de la seguridad p¨²blica, con 50.000 asesinatos al a?o y medio mill¨®n de presos hacinados en c¨¢rceles con capacidad para 300.000, y con otro medio mill¨®n de personas con ¨®rdenes de encarcelamiento que a¨²n no han sido cumplidas.
La crisis adem¨¢s plantea otra cuesti¨®n que se lleva debatiendo a?os en Brasil: qui¨¦n controla a la polic¨ªa. En la actualidad las fuerzas policiales est¨¢n en manos de los Estados siguiendo un modelo federal, pero cada vez son m¨¢s las voces que piden que sea el Gobierno de Brasilia el que asuma el mando. Un ejemplo de lo que sucede es precisamente esta huelga. Dado que la Constituci¨®n no aclara su legalidad en el caso de las fuerzas del orden, queda a la interpretaci¨®n de cada Estado el autorizar esta protesta laboral.
Con un saldo de 146 asesinatos en diez d¨ªas y la poblaci¨®n aterrorizada y sin atreverse a salir de casa cuando oscurece, la huelga policial en Salvador de Bah¨ªa est¨¢ desbordando los l¨ªmites de lo que en principio era un conflicto laboral, y tal vez pol¨ªtico, local. A pocos d¨ªas del inicio del Carnaval, una celebraci¨®n que concentra a millones de personas en la ciudad, los polic¨ªas de R¨ªo de Janeiro han decidido sumarse a la huelga.? El paro podr¨ªa extenderse a otros seis Estados del pa¨ªs, entre ellos Esp¨ªritu Santo, R¨ªo Grande do Sul, Par¨¢ y Paran¨¢. El gobernador de R¨ªo de Janeiro, Sergio Cabral, ya hab¨ªa anuncidado antes de conocerse la decisi¨®n, que ten¨ªa prevista la presencia del Ej¨¦rcito en las calles de la ciudad carioca si se decid¨ªa la huelga. Por su parte, Geraldo Alckmin, el gobernador de S?o Paulo ¡ªel Estado con menor ¨ªndice de homicidios del pa¨ªs¡ª, trata de tranquilizar a la poblaci¨®n de la mayor urbe del hemisferio sur asegurando que en el territorio que ¨¦l gobierna ¡°no existe clima de huelga¡±.
En el centro del conflicto con la polic¨ªa ¡ªconsiderada de las peor remuneradas del mundo y una de las que m¨¢s muertes provoca por la falta de preparaci¨®n de sus agentes¡ª est¨¢ un proyecto de ley presentado en el Congreso Federal que establece un salario ¨²nico para todos los agentes del pa¨ªs. El proyecto se ha convertido en un aut¨¦ntico dolor de cabeza para la presidenta, Dilma Rousseff. La mandataria esgrime que si se aprueba la ley muchos Estados de la federaci¨®n entrar¨ªan en bancarrota. Eso sin contar el desequilibrio que supondr¨ªa pagar el mismo sueldo a polic¨ªas que viven en Estados donde el coste de la vida presenta notables diferencias. Brasil es casi un continente en s¨ª mismo y, a pesar de la gran unidad entre los 27 Estados que forman el pa¨ªs, las diferencias econ¨®micas y pol¨ªticas de cada uno de ellos son a veces abismales.
En el fondo, la huelga policial ha vuelto a poner sobre el tapete una de las principales asignaturas pendientes de la sexta potencia econ¨®mica mundial: el de la seguridad p¨²blica, con 50.000 asesinatos al a?o y medio mill¨®n de presos hacinados en c¨¢rceles con capacidad para 300.000, y con otro medio mill¨®n de personas con ¨®rdenes de encarcelamiento que a¨²n no han sido cumplidas.
La crisis adem¨¢s plantea otra cuesti¨®n que se lleva debatiendo a?os en Brasil: qui¨¦n controla a la polic¨ªa. En la actualidad las fuerzas policiales est¨¢n en manos de los Estados siguiendo un modelo federal, pero cada vez son m¨¢s las voces que piden que sea el Gobierno de Brasilia el que asuma el mando. Un ejemplo de lo que sucede es precisamente esta huelga. Dado que la Constituci¨®n no aclara su legalidad en el caso de las fuerzas del orden, queda a la interpretaci¨®n de cada Estado el autorizar esta protesta laboral.
Para analistas pol¨ªticos, el tema de la seguridad y de las reivindicaciones de la polic¨ªa no puede ser dejado en manos de los Estados y deber¨ªa ser responsabilidad del Gobierno federal. Tambi¨¦n sugieren que el Estado busque otros canales de negociaci¨®n con un sector tan importante como las fuerzas policiales sin dejar que se llegue a un tipo de huelga que ponga de rodillas la vida y la econom¨ªa de una ciudad, como est¨¢ pasando en la martirizada Bah¨ªa.
Cuando el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva estaba en el poder, defendi¨® ¡ªen su condici¨®n de exsindicalista¡ª el derecho de la polic¨ªa a declararse en huelga para reivindicar mejoras de vida. Ayer Rousseff se manifest¨® en los mismos t¨¦rminos, pero con un importante matiz: la mandataria fue muy dura con la posibilidad de amnistiar a los polic¨ªas detenidos en Bah¨ªa, acusados de planear actos vand¨¢licos, crear p¨¢nico entre la poblaci¨®n y empeorar el conflicto.
Los polic¨ªas ser¨¢n juzgados adem¨¢s por insistir en mantener el paro despu¨¦s de que este haya sido declarado ilegal por la justicia. ¡°Considero leg¨ªtimas las reivindicaciones en una democracia, pero no podemos admitir que se extienda el p¨¢nico creando situaciones incompatibles con la democracia¡±, ha subrayado la presidenta, quien ha explicado: ¡°Nadie puede ser detenido o condenado por hacer reivindicaciones, ahora bien, tampoco pueden ser amnistiados los que hayan cometidos cr¨ªmenes o actos ilegalidades¡±. Y con una punta de iron¨ªa explic¨® que de seguir as¨ª, los polic¨ªas van a terminar siendo perdonados ¡°a¨²n antes de comenzar una huelga¡± sin conocer sus consecuencias.
Rousseff ha sido tambi¨¦n intransigente con la conducta del comandante Gon?alves Dias, quien hasta este jueves era el responsable de la seguridad en Bah¨ªa y el encargado de enfrentarse a los huelguistas. Pero no ha cumplido su misi¨®n. Con motivo de su cumplea?os, en un clima de confraternizaci¨®n, lo ha celebrado precisamente con los huelguistas, quienes incluso le han obsequiado con una tarta. Dias, durante varios a?os responsable de la seguridad del expresidente Lula en el palacio del Planalto, en Brasilia, ha se?alado que quiso mantener con los agentes en huelga un clima m¨¢s de conciliaci¨®n que de enfrentamiento, un poco ¡°a lo Lula¡±. A Dilma no le ha gustado su actitud y desde este jueves su puesto lo ocupa el general del Ej¨¦rcito Sampaio Benzi.
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