El hiperactivo crep¨²sculo de la 'grandeur'
El presidente saliente, Nicolas Sarkozy, deja su pa¨ªs peor de lo que estaba, aunque Francia no se haya hundido como algunos socios del sur de Europa
En uno de sus habituales arranques de fil¨®sofo casero, Nicolas Sarkozy dijo hace poco que prefiere que le juzgue la historia a que lo hagan las urnas. Ahora que tras mucho suspense es por fin candidato oficial a la reelecci¨®n, la frase seguramente significa que va a intentar presentarse a los franceses como un motor de esperanza y de futuro, tratando de esconder bajo la alfombra gran parte del balance de sus primeros cinco a?os de presidencia y de Gobierno.
De Gobierno, s¨ª, porque m¨¢s que un presidente de la rep¨²blica al uso, Sarkozy ha sido un presidente ejecutivo, un primer ministro hiperactivo y petulante que lo ha hecho todo sin delegar ni ahorrarse nada: divorciarse, celebrar su victoria en el yate de un amigo millonario, casarse, tener un hijo, volar a Chad para liberar a unas azafatas espa?olas detenidas, insultar vulgarmente a un agricultor que le importun¨® un d¨ªa, abroncar a los dirigentes europeos en las cumbres de la crisis, subir el IVA tres meses antes de las elecciones¡ Todo eso, y m¨¢s, lo hizo ¨¦l personalmente. Fue la ¨²nica e indiscutible estrella de su quinquenio.
Pero este despliegue de energ¨ªa, no siempre bien vista por sus pares ni entendida por sus conciudadanos, ?ha sido para bien o para mal? Esta es la pregunta del mill¨®n de euros, y no tiene una respuesta sencilla.
Si ponemos un foco amplio, un resumen posible ser¨ªa que su reinado laico (pero muy papista) ha coincidido con el crep¨²sculo de la grandeur. Aunque este concepto tiene trampa, porque viene de lejos y porque, como ha dicho el analista Jos¨¦ Ignacio Torreblanca, la grandeur consiste en perder y que parezca que has ganado, y Sarkozy no ha podido evitar que el mundo sepa hoy que Francia ya no cuenta lo que contaba.
En cierto modo, la culpa no es solo suya, que siempre se ha resistido -a veces con acierto, como en Libia, y otras de forma pat¨¦tica, como al prometer refundar el capitalismo- a que esto fuera as¨ª, sino de la otra decadencia, la de Europa, pues es el continente entero el que ha sufrido el vapuleo hist¨®rico de la crisis de las hipotecas y la deuda del que Alemania ha emergido como l¨ªder omn¨ªmodo y con su triple A intacta, mientras Sarkozy ejerc¨ªa, no sin habilidad y seny, como aliado de ocasi¨®n con los pies de barro.
Durante el hundimiento de Europa, Francia ha ido cada vez a menos, hasta perder su preciada triple A, mientras Alemania no dejaba de avanzar
El problema es que los datos no mienten y se?alan que durante el hundimiento de Europa, Francia ha ido cada vez a menos (hasta perder su preciada triple A), mientras Alemania no dejaba de avanzar. Y a la vez, es verdad que Francia est¨¢ bastante mejor que sus viejos amigos del sur (hoy solo un referente aqu¨ª como antimodelo), y que Sarkozy ha logrado convertir en Merkozy lo que como mucho daba para un Merkelzy (dijo Timothy Garton Ash).
Esto es seguramente un m¨¦rito atribuible a la enorme capacidad de trabajo y a la natural astucia comunicadora de ese animal pol¨ªtico llamado Sarkozy, al menos tanto como a la imperiosa necesidad que tiene Angela Merkel de colocar a un l¨ªder franc¨¦s a su lado en las fotos para que no se aprecie tanto la verdad, es decir que es el panzer de la austeridad germ¨¢nica quien est¨¢ arrasando el Estado de bienestar europeo mientras Sarkozy se limita a obedecer y trata de minar su intocable Et¨¢t Provid¨¨nce presentando la emulaci¨®n del modelo alem¨¢n como una convergencia sin m¨¢s alternativa que el conflicto.
La paradoja es que Sarkozy quiere ser ahora como Alemania, pero ha tenido cinco a?os para intentar parecerse y no lo ha conseguido. Los datos econ¨®micos certifican que la distancia entre los dos grandes potencias del euro se ha ido ampliando cada vez m¨¢s. Bajo su mandato, Par¨ªs ha aumentado sus parados en m¨¢s de un mill¨®n de personas (r¨¦cord hist¨®rico desde 1999) mientras que el alem¨¢n es del 6,8%. Francia bati¨® en 2011 su dato de balance comercial (m¨¢s de 70.000 millones de d¨¦ficit) mientras Alemania tiene super¨¢vit. Sarkozy ha aumentado la deuda p¨²blica en 612.000 millones de euros, llev¨¢ndola al 87% del PIB, mientras Alemania anda en el 84% pero paga por ella bastante menos, cuando no cobra.
Dentro, las desigualdades han crecido de forma brutal, tanto por el n¨²mero de pobres (m¨¢s de ocho millones, 82.000 nuevos cada a?o), como por los regalos fiscales a los ricos, calculados en 75.000 millones de euros. En educaci¨®n, Francia ha suprimido 80.000 profesores y bajado 12 puestos en la clasificaci¨®n mundial, seg¨²n la OCDE, y en sanidad, cuatro millones de franceses han perdido sus ayudas.
En el lado positivo, sus seguidores suelen citar la reforma de las pensiones --que retras¨® la edad de jubilaci¨®n de los 60 a?os a los 62-- el reajuste de una administraci¨®n gigantesca con el bloqueo de contratos de funcionarios (solo se suple a uno de cada dos jubilados), la reforma de la universidad y la mejor¨ªa (dudosa, cuando no manipulada) de las cifras de delincuencia e inmigraci¨®n ilegal.
Parece escaso bagaje para el hombre que en 2007 prometi¨® ¡°trabajar m¨¢s para ganar m¨¢s¡± y una ¡°rep¨²blica irreprochable¡±, y que ha sido incapaz de acabar con la semana de 35 horas y ha sido acusado de favorecer a amigos, familiares, empresarios y millonarios, viendo c¨®mo los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n se suced¨ªan salpicando a ministros y colaboradores muy cercanos (casos Bettencourt, Karachi, espionaje a periodistas de Le Monde y otros menores).
Eso, y sus frecuentes ca¨ªdas en el mal gusto y lo vulgar (el concepto bling-bling resume a la vez su rudeza y su fascinaci¨®n por los Rolex, el lujo y el dinero), que muchos consideran indignas de un presidente republicano, ha provocado que millones de franceses no soporten hoy la mera presencia de Sarkozy.
?Significa esto que su reelecci¨®n es imposible? No. A diferencia de lo que pas¨® con Zapatero en Espa?a y con otros 11 gobernantes europeos, el l¨ªder de la UMP se mueve como una anguila en los charcos de la crisis. Sabe alentar el miedo a lo desconocido, juega con marruller¨ªa las bazas populistas de la ultraderecha (identidad, seguridad, inmigraci¨®n), se presenta con la s¨®lida Angela Merkel como apoderada y con el reformista Gerhard Schroeder como sobresaliente, y debe lidiar con un electorado desorientado, asustado, conservador, cada vez menos cultivado y m¨¢s deseoso de que Francia se parezca a Alemania.
Solo dos certezas. La pelea hasta el 22 de abril y el 6 de mayo ser¨¢ dur¨ªsima. Y de su resultado depender¨¢, en buena medida, el futuro de Europa. Si gana Sarkozy, tendremos Merkozy para rato. Si no, la izquierda habr¨¢ vuelto y quiz¨¢ Merkel no dure m¨¢s de un a?o. Mientras Grecia arde, Portugal quema y Espa?a toma temperatura, hagan sus apuestas.
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