Escepticismo y suspicacia
Estos repentinos prop¨®sitos de reconciliaci¨®n de las FARC chocan con el incremento de atentados con explosivos desde comienzos de a?o
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se descolgaron ayer con un anuncio, en teor¨ªa, importante: adem¨¢s de liberar a los diez miembros de las fuerzas de seguridad que les quedan en su poder, se comprometen a poner fin a los secuestros extorsivos de civiles (¡°retenciones de personas con fines financieros¡±, dicen ellos sin pudor). Todo ello como gesto inequ¨ªvoco de su grandeza y su disposici¨®n al di¨¢logo.
Pasado el primer impacto del titular, conviene sin embargo armarse de escepticismo y suspicacia.
Estos repentinos prop¨®sitos de reconciliaci¨®n de las FARC chocan con el incremento de atentados con explosivos desde comienzos de a?o. El comunicado, adem¨¢s, coincide con una ofensiva del Ej¨¦rcito en la frontera con Venezuela, en la zona donde se mueve Rodrigo Londo?o, Timochenko, el jefe de la guerrilla.
No nos enga?emos: los secuestros ya no eran un buen negocio para las FARC. El grupo armado clasificaba a sus cautivos en dos categor¨ªas: los ¡°civiles¡±, con los que se financiaba, y los ¡°canjeables¡± ¡ªpol¨ªticos y miembros de las fuerzas de seguridad¡ª, con los que pretend¨ªa negociar la excarcelaci¨®n de guerrilleros. Los sucesivos golpes del Ej¨¦rcito colombiano, como el rescate de Ingrid Betancourt en el verano de 2008, hab¨ªan dejado a las FARC sin rehenes emblem¨¢ticos. Y la captura de civiles tampoco les aportaba demasiado a sus arcas, frente a otras v¨ªas de financiaci¨®n mucho m¨¢s rentables, como el tr¨¢fico de coca¨ªna.
Hay otras razones para la desconfianza: el cumplimiento de la palabra dada nunca ha sido la marca de las FARC. Los cuantiosos documentos incautados en los ¨²ltimos a?os han sacado a la luz las patra?as que la guerrilla inventaba para disfrazar sus actos, desde el asesinato de secuestrados a los atentados m¨¢s salvajes, como la bomba que caus¨® 36 muertos en Bogot¨¢ en 2003. Tampoco se olvida c¨®mo las FARC aprovecharon la tregua abierta con las negociaciones de paz en el Cagu¨¢n (1998-2002) para hacer acopio de armas y cautivos.
Las FARC ya han intentado antes utilizar las liberaciones de rehenes como instrumento de propaganda. Que en el nuevo comunicado expresen su ¡°admiraci¨®n¡± a las familias de los soldados y polic¨ªas retenidos (encadenados y en condiciones infames) es otra muestra de un cinismo estremecedor.
El presidente, Juan Manuel Santos, dice que el anuncio no es suficiente. Despu¨¦s de cinco d¨¦cadas de sangre, lo que ¨¦l y los colombianos exigen a las FARC es que entreguen las armas y dejen de someter al pa¨ªs al chantaje permanente e in¨²til del terrorismo.
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