Fetichismo y ceguera en Argentina
Cuando se reivindican las Malvinas se pasan por alto cuestiones nacionales m¨¢s urgentes
En 1982, durante los meses que dur¨® la ocupaci¨®n argentina de las islas Malvinas, una ola de patriotismo sostuvo a la dictadura en su aventura del Atl¨¢ntico Sur. Fue una pesadilla nacionalista, donde en nombre del ¡°territorio irredento¡±, una mayor¨ªa abrumadora apoy¨® esa operaci¨®n cuyo ¨²nico destino ser¨ªa la muerte de m¨¢s de 500 soldaditos conscriptos (que ven¨ªan de las provincias m¨¢s pobres) y un retroceso en el camino de negociaciones a largo plazo. La misma dictadura, en 1979, estuvo a punto de emprender una guerra contra Chile, que detuvo la mediaci¨®n del Vaticano. El nacionalismo territorial era el reflejo preferido de esos d¨¦spotas.
Todav¨ªa no se ha hecho una revisi¨®n p¨²blica de esas acciones. Los intelectuales que, hace pocos d¨ªas, presentamos un documento sobre la cuesti¨®n Malvinas, comenzamos nuestro razonamiento por all¨ª. La Argentina ha desarrollado una activa pol¨ªtica de memoria sobre los a?os de la dictadura. Pero la invasi¨®n de las Malvinas qued¨® bajo una protecci¨®n que indica la persistencia de un fetichismo nacionalista m¨¢s fuerte que la condena a los actos de los terroristas de Estado. La creencia de que las Malvinas son un territorio adjudicado por la divina providencia a la Argentina est¨¢ tan arraigada que el documento mencionado gener¨® insultos y refutaciones, algunas de ellas en tono amenazador; otras sencillamente decoradas por el ep¨ªteto de ¡°cipayos y payasos¡± al servicio de Reino Unido. Sin duda, muchos se adhirieron a la posici¨®n del documento, uno de cuyos puntos clave es que el destino de las islas incluye el de sus habitantes y que esas gentes deben ser respetadas, no solo en sus intereses (como declaman los Gobiernos desde Buenos Aires), sino tambi¨¦n en un derecho de autodeterminaci¨®n, que debe ser incorporado a la carpeta de la diplomacia argentina como tema de discusi¨®n inevitable.
Vivimos en el siglo XXI y ya no es posible pensar que una poblaci¨®n puede ser objeto simple de decisiones ajenas. Los isle?os son sujetos de derecho. Esta afirmaci¨®n fue la que probablemente m¨¢s resistencia provoc¨® al documento de los intelectuales. Para contarlo con una breve an¨¦cdota: uno de los firmantes escuch¨® la sugerencia, ciertamente escandalosa, de que los isle?os pod¨ªan ¡°ser relocalizados¡±, expresi¨®n con ecos siniestros.
Dos cuestiones ineludibles son abordadas tambi¨¦n por el documento de los intelectuales. La primera es que no existe negociaci¨®n posible en una mesa donde, de antemano, los negociadores no est¨¢n dispuestos a negociar absolutamente nada. Argentinos y brit¨¢nicos repiten que la soberan¨ªa es innegociable, como si de ella dependiera la identidad nacional de ambas naciones. La segunda cuesti¨®n descansa sobre un acto de imaginaci¨®n: en Argentina se cree que es posible dar vuelta hacia atr¨¢s a la historia. La experiencia europea ense?a que la historia no vuelve atr¨¢s, que las fronteras han sido m¨®viles y que, cuando se las considera trazadas por un comp¨¢s de hierro, vienen guerras terribles.
Durante buena parte del siglo XX, Argentina sostuvo sus derechos sobre las Malvinas usurpadas, poniendo en ellas un fundamento de identidad nacional. Mientras tanto, otras manifestaciones de la identidad nacional fueron minuciosamente corro¨ªdas. El territorio verdaderamente ocupado por el Estado argentino est¨¢ desmembrado por un sistema de transporte deficiente que perjudica m¨¢s a los m¨¢s pobres; los derechos de ciudadan¨ªa fueron atropellados en serie; los derechos sociales son inseguros y dependen, muchas veces, del arbitrio y el clientelismo. Cuando la dictadura ocup¨® las Malvinas, quienes apoyaron la ocupaci¨®n olvidaron que era tir¨¢nico el nacionalismo que hab¨ªa desencadenado la guerra. Cuando hoy se las reivindica, probablemente se pase por alto que otras formas del despotismo econ¨®mico, la destrucci¨®n ecol¨®gica, la subordinaci¨®n en la miseria de los pueblos originarios, la redistribuci¨®n por medio de una impostergable reforma impositiva, son cuestiones nacionales m¨¢s urgentes que el cumplimiento de una pulsi¨®n territorial que est¨¢ moldeada en la fragua arcaica de la identidad.
Beatriz Sarl¨® es escritora argentina.
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